Abu’l-Qāsem Ferdowsī, el gran poeta persa

Autor: 

Abu’l-Qāsem Ferdowsī, el gran poeta persa

«Abu’l-Qāsem Ferdowsī» no es sino un conjunto de seudónimos que conforman en nombre de este famoso autor, de cuya identidad real poco se sabe. Abu’l-Qāsem es la forma árabe (kunyah) de nombrar a los padres, pero refiriéndose al mayor de sus hijos. Abu es «padre», y al-Qāsem/Qāsim el nombe de su primogénito. Según una leyenda recogida en la introducción del Šāh-nāmeh de Florencia, el más antiguo que se conserva, cuando el poeta acudió a la corte del sultán Maḥmūd para presentar su obra, este quedó tan complacido que lo nombró Ferdowsī, «paradisíaco», y de esta manera obtuvo su seudónimo. No obstante, Djalal Khaleghi-Motlagh insiste en el carácter de leyenda de este episodio, recordando que el motivo de la elección no está claro realmente [1].

Otros nombres le han sido dados con posterioridad, entre ellos ḥakīm, «filósofo», y ṭūsī, que lo vincula a la ciudad de Ṭūs. Es en la aldea de Bāẓ donde nació Ferdowsī, en el distrito de Ṭāberān, hacia 940, según Khaleghi-Motlagh citando a Niẓāmī ʿArūżī[2]. Se encuentra muy cercana a la ciudad de Ṭūs, en Khorāsān. Tuvo acceso a una exquisita educación al formar parte de una familia noble de terratenientes (dehqān) [3], y ya sus trabajos destacaron desde la juventud, pero nada se ha conservado de este primer periodo. Hacia 975 empezó a trabajar en el Šāh-nāmeh, teniendo que cambiar de soberanos de los Sāmāníes a los Ghaznavíes. Al finalizar en 1010, el poeta lo dedicó al sultán Maḥmūd, y se ha considerado interesante destacar, por la cuestión de unificación mencionada anteriormente, que una de las cosas que le elogia en su panegírico es que aunase características monárquicas tanto persas como islámicas para ejercer su gobierno [4].

La tradición poética en Persia estaba muy bien asentada antes de la llegada del islam. Tanto es así que de Brujin explica que el término para denominar a los poetas o juglares de corte fue incorporado al árabe desde el persa, ša’er (šo’arā en plural) [5]. El cambio del recitador oral al escritor de versos se produjo a medida que la sociedad iba abandonando sus modos de vida tribales. La posición de la poesía, aunque también podía ser escrita por amateurs, estaba especialmente valorada en la sociedad medieval oriental, siendo un rasgo común para la persa y la árabe. Los poetas debían tener una educación completa, y no solo en prosodia y retórica, sino que buscaban cualquier conocimiento adicional que pudiera hacerles mejores ante sus soberanos y superar a sus adversarios. No obstante, el rol social de cada poeta se determinaba por su comportamiento. Niẓāmī ʿArūżī señala como requisitos básicos «un buen carácter, una mente abierta, un sonido natural y una inteligencia afilada» [6].

Para un mayor acercamiento a la vida en la corte de los Ghaznavíes y a la situación de los poetas, Kumiko Yamamoto propone como base la obra del secretario Abu-Fazl Bayhaqī, que trabajó en la corte de Ghazna hasta su muerte en 1077. En su obra Tārikh-e Bayhaqī, la Historia de Bayhaqī, proporciona abundante información acerca de los modos de vida y el ambiente cultural dentro de la sede de poder de esta dinastía. De las tres profesiones de la corte, los poetas disfrutaban de la posición más preeminente –los otros dos títulos eran juglares o músicos (mutribān) y contadores de historias (muḥādith o qawwālan[7])–[8].

La fecha de muerte de Ferdowsī no está clara, sino que se barajan dos fechas proporcionadas por diferentes cronistas. Según Dawlatšāh Samarqandī –s. xv, periodo timurí–, murió en 1020, y según Ḥamd-Allāh Mostawfī –s. xiv, periodo del Ilkahanto –, en 1025. No obstante, ambos recogen la leyenda alrededor de su muerte, que cuenta cómo el poeta falleció de un ataque al corazón estando en Ṭūs, mientras esperaba que una caravana le trajese desde Ghazna 60,000 piezas de oro prometidas por el sultán Maḥmūd, una por verso del Šāh-nāmeh[9].

Ferdowsī pasó a la historia como uno de los poetas más relevantes, más influyentes y más respetados de toda la historia de Persia. El Šāh-nāmeh es la mayor obra poética jamás escrita por un solo autor, que consiguió convertir su propia identidad en leyenda. Aquella sabiduría que pretendía salvar, aquel sentimiento de pertenencia se transformó en una de las obras más importantes de la literatura medieval oriental, que se siguió copiando hasta el mismo siglo xviii, y de la que brotaron múltiples versiones, fragmentos seleccionados y pasajes sueltos, pero siempre remitiendo al gran «Libro de los Reyes» del que habían nacido.

Precisamente gracias al Šāh-nāmeh la figura de Simurgh ha llegado a nuestros días, permitiendo empezar la investigación desde el personaje de Ferdowsī y seguir la pista que éste dejó, ese poderoso vínculo de la Persia medieval con las mismas raíces del zoroastrismo, que desembocó en la creación del pájaro de las maravillas.

[1] Khaleghi-Motlagh, D.: «Abu’l-Qāsem Ferdowsī, i. Life», Encyclopædia Iranica. Nueva York, edición digital, 1999, p. 1.

[2] Niẓāmī ʿArūżī, nacido en Samarkanda, fue un cronista y poeta persa cuya mayor actividad se ubica entre 1110 y 1161. Estuvo al servicio de la corte de los Ghaznavíes durante muchos años, siendo sus obras fundamentales para la reconstrucción histórica de aquellos años. Ibid., p. 1.

[3] Khaleghi-Motlagh cuenta que los dehqān permitían a las mujeres el acceso a la educación, lo que incluía la lectura, la escritura y ciertas habilidades musicales. Teniendo esto en cuenta, propone que se podría dar por válida la teoría de que la esposa de Ferdowsī también fuese poeta, y que tocase el arpa. Ibid., p. 1.

[4] Brujin, J. T. P. de: General introduction to Persian Literature. Londres, Tauris, 2009 , p. 248.

[5] Ibid., p. 18.

[6] Ibid., p. 19.

[7] La palabra muḥādith proviene del verbo ḥādatha, que significa «decir», y qawwālan del verbo qaāla, que significa «contar». Los primeros memorizaban exclusivamente los ḥādithes musulmanes y los repetían. Los segundos se encargaban de memorizar poesías escritas por grandes autores y las recitaban en las cortes o incluso en las calles. Un término quizá más correcto para «cuentacuentos» pudiera ser ḥakawatī o rāwī, cuyas raíces tienen mayor relación con el acto de narrar o contar historias.

[8] Yamamoto, K.: The oral background of Persian epics: storytelling and poetry. Leiden, Brill, 2003, p. 53.

[9] Khaleghi-Motlagh, D., op. cit. (nota 1), p. 2.

Las plumas de Simurgh, 01 marzo, 2014

Tipo de texto: 
Share/Save