CIUDAD DEL ESPEJISMO

Crucé Europa hacia Asia

mientras se ocultaba el día.

Se diría que los montes y los mares

fuesen colinas y riberas de la acequia

donde brincaran los niños.

Del alba al ocaso

se abrazan norte y sur,

duermen las praderas en los desiertos.

Tú, mi amante, te asemejas a las estrellas lejanas,

se diría que entre nosotros hubiese un muro de sueños.

Mis manos te abrazan, exprimen un cadáver inerte,

como si abrazase mi sangre sobre piedras

en una casa cuyos ladrones fuesen los vientos, el mediodía, las nubes,

su tarde la quietud y las estrellas,

y su aurora una espera.

Los años se extienden ante nosotros: sangre y fuego,

les tiendo puentes

pero se vuelven un muro.

Y tú sigues en el abismo de tus profundos mares.

Me sumerjo sin tocarlos, me golpean las rocas,

descarnan las venas de mis manos, pido ayuda: "¡Wafiqa!

La criatura más cercana a mí eres tú, compañera

de los gusanos y las sombras".

Durante diez años he caminado hacia ti, amante que duermes

conmigo detrás de su muro, duermes en su mismo lecho,

y no tiene fin mi viaje

hacia ti, ¡ciudad del espejismo, destrucción de su vida!

Crucé Europa hacia Asia

mientras se ocultaba el día,

tú eres mi amante, ciudad alejada,

cerradas están sus puertas, tras ellas me detengo a escuchar.

Tipo de poesía: 
Tipo de texto: 
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