El prisionero

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El prisionero

Autor: Rumí (de su libro “Mathnawī”)

Érase una vez un derviche que acompañaba a un ejército en una batalla. A la hora del combate los soldados tomaron sus arcos y espadas, pero el derviche se quedó tranquilo en su tienda. El espíritu sosegado se permanece en el suelo y el espíritu brioso sube a los cielos.

Los guerreros retornaron vitoreando su triunfo, dueños de un gran botín de guerra. En la repartición convidaron al derviche, pero este se negó avergonzado pues no había tomado la espada para batallar. Los guerreros dijeron para consolarlo:

“Capturamos a muchos enemigos, si matas tan solo a uno será como si hubieras combatido.” Esta idea hizo alegrar el rostro del derviche, el cual rápidamente tomó un prisionero y se lo llevó a la oscuridad para ultimarlo.

Pasó el tiempo y el derviche no aparecía, los guerreros empezaron a preguntarse dónde estaba derviche. Uno fue a ver qué ocurría. Al llegar se encontró al prisionero atado y al derviche derribado en el suelo totalmente ensangrentado, el prisionero lo había arrancado de una dentellada parte de su cuello.

Esto es lo que sucede cuando tu ego, tiene las manos atadas te derriba como al derviche. Te marea una pequeña loma, cuando altas montañas son tu destino.

Los guerreros arremetieron contra el prisionero matándole y lavaron el ensangrentado rostro del derviche con agua de rosas perfumada para aliviar su dolor. Cuando recobró el conocimiento, le preguntaron:

(Ver la continuación en archivo pdf)

 

Fuente: Traducción del francés por Dr. Abdulwali Amilcar,

del texto “Rûmî et le Soufisme” ,Eva de Vitray-Meyerovitch

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