Historia del schaikh San’an (tercera parte)

Historia del schaikh San’an (tercera parte)

Recordaba las obras, en número de más de cien, que había leído e incluso escrito él mismo sobre la religión y el Corán, que tan bien se sabía de memoria; pero cuando el vino de la copa llegó a su estómago, su sentido espiritual se borró y sólo le quedó una vana pretensión. Todo lo que sabía desapareció de su inteligencia a medida que el vino ("badah") produjo su efecto; su espíritu se fue como el viento ("bad"). El vino lavó por completo de la tablilla de su consciencia el sentido espiritualque poseía antaño. El amor de esta muchacha lo volvió inquieto y todo lo que le había ocupado hasta entonces se desvaneció para él.

Cuando el schaikh estuvo ebrio, su amor se volvió violento y su alma se agitó como el océano. Estando en la embriaguez, con la copa en la mano, miró a este ídolo y de repente perdió su libre albedrío; dejó deslizar su corazón de su mano y, excitado por el vino, quiso llevar la mano al cuello de la hermosa cristiana.

La joven le dijo: "Tú no eres un hombre de acción, tú sólo tienes pretensiones en amor; no conoces el sentido misterioso de las cosas. El estado normal no puede aliarse al amor, pero la infidelidad le es favorable. Si tienes firme el pie en el amor, tú posees el camino de mis bucles de cabellos enroscados. Pon el pie en la infidelidad, representada por mis bucles enredados; sigue la ruta de mis cabellos, desde el presente podrás poner la mano en mi cuello; pero si no quieres seguir este camino, levántate y vete; coge tu bastón y el manto de fakir".

Ante estas palabras, el enamorado schaikh se desanimó por completo y se sometió con despreocupación al destino. Antes de que el schaikh estuviera ebrio, tampoco tenía ya el sentimiento de su existencia; pero cuando la embriaguez se apoderó de él,   su   espíritu   y   su   razón   se   le   escaparon   por   completo.   No   volvió   más   a   él   y   se   entregó   a   la   ignominia;   se   hizo descaradamente cristiano. El vino viejo que bebió produjo en él un efecto extraordinario; hizo perder la cabeza al schaikh y lo volvió inseguro como la brújula. Su vino era viejo y su amor joven. Estando presente su amante, ¿cómo sería posible la paciencia? En este estado extático, el schaikh se emborrachó y, ¿cómo iba a estar fuera de él, estando ebrio y enamorado?

“¡Oh rostro de la luna! -dijo-, estoy sin fuerzas; dime lo que quieres de mí, que he perdido mi corazón. Si cuando tenía' la razón no me he vuelto idólatra, he quemado el Corán ante el ídolo cuando he estado ebrio".

La joven cristiana le respondió: "Actualmente tú eres mi hombre; que un buen sueño reponga tus fuerzas, pues eres digno de mí. Antes estabas `crudo' para el amor, pero ahora que has adquirido experiencia estás `cocido'; ¡salud, pues!"

Cuando llegó a los cristianos la noticia de que el schaikh en cuestión había abrazado su creencia, le llevaron a su iglesia mientras estaba aún borracho y le dijeron de ceñirse el zunnar. En efecto, el schaikh se ajustó la cintura con este cinturón; tiró su hábito al fuego y se entregó a los actos de la religión cristiana. Liberó su corazón del islamismo y no se volvió a acordar de la Caaba, ni de la cualidad de schaikh. Después de algunos años de verdadera fe, el vino nuevo del que se ha hablado lavó aún su rostro (para hacer desaparecer todo lo referente a la religión positiva). Él dijo entonces: "La apostasía me ha cogido por meta; el amor que he sentido por la joven cristiana ha producido su efecto. Haré todo lo que me diga desde ahora e iré aún más lejos de lo que he hecho hasta ahora; pues no he adorado a los ídolos en un día de razón sino solamente cuando estaba sumido en la embriaguez". Añadió: " ¡Oh encantadora joven! ¿qué queda por hacer? Todo lo que me has ordenado ha sido ejecutado. ¿Qué hay que realizar aún? He bebido vino, he adorado a los ídolos con amor; nadie hizo nunca lo que el amor me ha hecho hacer. ¿Habrá alguien tan loco de amor como yo y un schaikh como yo estará tan deshonrado como yo lo estoy? He marchado a reculones durante cerca de cincuenta años; pero al fin el océano del misterio ha agitado sus olas en mi corazón. Un átomo de amor se ha lanzado vivamente del lugar donde

estaba escondido y me ha traído de golpe al borde de la plancha de la existencia. El amor ha hecho mucho ya y sin duda hará mucho más aún; ha hecho y hará un zunnar de un hábito. El amor sabe leer en las paredes de la Caaba; el amor conoce el secreto del misterio que hace perder la razón. He renunciado a todo; pero dime ahora cómo podrás unirte conmigo. Cuando los cimientos del edificio de la unión contigo han sido echados, todo lo que he hecho lo he hecho con la esperanza de esta unión. He deseado la unión, he buscado la amistad, he ardido del despecho de encontrarme en la ausencia".

La joven cristiana dijo aún: " ¡Oh viejo! esclavo del amor, yo soy una persona considerable y tú sólo eres un fakir; pero, sabe ignorante, que me hace falta dinero y oro; ¿podría triunfar tu pretensión sin dinero? Puesto que no tienes oro, coge tu cabeza y vete. Quédate solo como el sol, rápido en su marcha; ten valientemente paciencia y sé hombre".

El schaikh le dijo: " ¡Oh encantadora mujer con el talle de ciprés, con el seno de plata! ¡En buena cosa me comprometes!

¡No tengo a nadie más que a ti, o encantador ídolo! Retira, pues, la mano del discurso que tienes. A cada instante me rechazas de una forma diferente y me arrojas así en la desesperación. Por ti, he soportado todo, con respecto a ti, he hecho todo lo que he podido hacer. En la vía de tu amor, ha desaparecido todo para mí, la infidelidad y el islamismo, la pérdida y el beneficio.

¡Cuál no habrá sido la agitación a la que me has arrojado en mi espera! y sin embargo no me has dado el reposo del que yo creía gozar. Todos mis amigos se han apartado de mí; se han vuelto enemigos de mi vida. Tú eres así, ellos son así; ¿qué haré?

¡Oh tú que tienes la naturaleza vivificante del Mesías! yo prefiero estar contigo en el infierno que sin ti en el paraíso".

Al final, cuando el schaikh llegó a ser el hombre de la joven cristiana, el corazón de esta muchacha acabó por sentir hacia él la llama del amor; pero ella le dijo (para probarlo aún): "Ahora, para mi viudedad, ¡oh hombre imperfecto! ve a guardar mis cerdos durante un año entero; después pasaremos juntos nuestra vida en la alegría o en la tristeza".

El schaikh no desvió la cabeza de la orden de su amada; pues si la hubiera desviado no habría encontrado lo que buscaba. Así, pues, este schaikh de la Caaba, este santo y gran personaje, se resignó a cuidar cerdos durante un año.

En la naturaleza de cada uno de nosotros hay cien cerdos: es necesario convertirse en un cerdo o tomar el zunnar. ¡Oh tú que no eres nada! Tú piensas que este peligro era de temer para el schaikh y ya está. Pero este peligro se encuentra en el interior de cada uno de nosotros, muestra la cabeza cuando se entra en la vía del espiritualismo. Si no conoces tu propio cerdo, eres excusable puesto que no eres hombre de la vía espiritual. En cuanto a ti, hombre de acción, cuando pones el pie en este camino, ves al mismo tiempo cien mil ídolos y cien mil cerdos. Expulsa al cerdo y quema al ídolo en la llanura desierta del amor; sé si no, como este schaikh, deshonrado por el amor.

Finalmente, cuando el schaikh se hizo cristiano, la noticia se extendió por toda Grecia. Sus compañeros se desconcertaron y estaban completamente desolados. Cuando conocieron su determinación, abjuraron de su amistad. Todos huyeron de su deshonor y se echaron tierra en la cabeza, a causa del dolor que sintieron por ello. Sin embargo, uno de sus amigos acudió a la asamblea donde estaba el schaikh y se presentó ante él diciéndole: "¡Oh tú que descuidas tus intereses religiosos! Volvamos hoy a la Caaba. Danos tus órdenes y dinos tu secreto sobre esto, o bien nos haremos cristianos como tú y nos convertiremos en el `mihrab' de la ignominia. No queremos que seas el único en apostatar; nosotros también cogeremos el zunnar cristiano.

De otro modo, para no verte en el estado en que te has puesto, nos iremos sin ti de esta tierra; nos pondremos en oración en la Caaba, para no ver lo que vemos".

El schaikh le respondió: "Mi alma está llena de tristeza; iros rápidamente adonde vuestro deseo os lleve. En cuanto a mí, la iglesia es desde ahora mi sitio y la joven cristiana, la felicidad de mi vida. Sabéis por qué sois libres, es sólo porque no os habéis encontrado en las mismas circunstancias que yo. Si os hubierais encontrado un solo instante en la misma situación, en el presente tendría compañeros para mis penas amorosas. ¡Regresad, pues, oh queridos amigos a la Caaba! Pues, en lo que me concierne en el presente, ignoro lo que podrá ocurrir aún. Si me piden explicaciones sobre mi conducta, yo responderé la verdad. `¿Dónde está, se dirá, por ejemplo aquel a quien le ha fallado el pie y cuya cabeza no marcha bien?’ Yo contestaré: `Se ha quedado con el ojo lleno de sangre y la boca llena de veneno; se ha quedado en la boca de los dragones de la violencia.'

Ningún infiel del mundo consentiría nunca en hacer lo que este orgulloso musulmán ha hecho a causa del destino. Ha visto desde lejos el rostro de una cristiana y con impaciencia ha rechazado la razón, la religión y su cualidad de schaikh. La joven cristiana ha echado los bucles de su cabello, como un nudo corredizo, alrededor de su cuello y lo ha entregado como presa a la lengua de todas las criaturas. Si alguien me crítica respecto a esto, dile que muchos otros caen también en este camino. En efecto, en esta ruta que no tiene principio ni fin, ¿estaría alguien por azar al abrigo del engaño y del peligro?"

Dijo esto y desvió su rostro de sus amigos, después se volvió con los cerdos para guardarlos. Muchos de sus amigos lloraron a causa del pesar que experimentaban por él y lo miraron mucho tiempo desde lejos. Al final, se volvieron del lado de la Caaba, con el espíritu devorado por la inquietud y el cuerpo aniquilado por la fatiga. Su schaikh se había quedado solo en Grecia; había tirado al viento su religión y se había hecho cristiano. Sus discípulos, avergonzados, se quedaron escondidos cada uno en un rincón.

 

Fuente: El Lenguaje de los Pájaros, Farid Uddin Attar, Traducción: Josefa García, Edicomunicación S.A., Barcelona 

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