Reunión de los pájaros

 Sé bienvenida, ¡oh abubilla! tú que has servido de guía al rey Salomón, tú que fuiste realmente la mensajera de todo valle; oh tú que has llegado felizmente a las fronteras del reino de Saba. Tú cuyo coloquio gorjeante con Salomón fue excelente, tú fuiste la confidente de los secretos de Salomón y obtuviste así una corona de gloria. Para ser la digna confidente de los secretos de Salomón, debes encerrar y mantener en los hierros al demonio "que quiere tentarte". Cuando hayas actuado así, entrarás detrás de la cortina del palacio de Salomón.

 Oh aguzanieve, que te pareces a Moisés, levántate y haz resonar tu canuto para celebrar el verdadero conocimiento de Dios. Como Moisés, has visto el fuego de lejos; eres realmente un pequeño Moisés en el monte Sinaí. Aléjate del brutal Faraón; llega en el tiempo propicio y sé el pájaro del monte Sinaí. Mi discurso es sin palabras, sin lengua y sin ruido; compréndelo sin inteligencia y óyelo sin oído.

 Sé bienvenida, ¡oh cotorra! que reposas en el Tuba; tú que vistes con un hermoso traje y que tienes un collar de fuego. Ese collar de fuego con el que te adornas es propio de un habitante del infierno; pero tu vestido es digno de un habitante del cielo y de un hombre generoso. El que quiere salvarse del fuego de Nemrod, como Abraham, ¿puede gozar con el fuego? Rompe la cabeza de Nemrod como un cálamo y, de la misma forma que Abraham, el amigo de Dios, pon el pie en medio del fuego. Cuando seas liberada de la dureza de Nemrod, vístete con tu traje y ya no temerás al collar de fuego.

 Bienvenida seas, ¡oh perdiz! que graciosamente te balanceas al andar. Tú estás contenta cuando recorres la montaña del conocimiento divino. Entrégate a la alegría soñando en las ventajas de este camino; golpea martillazos en la puerta de la casa de Dios. Haz fundir humildemente la montaña de tus perversas inclinaciones, con el fin de que salga de ella una camella; entonces verás correr un riachuelo de leche y miel. Empuja entonces hacia delante a esta Gamella, si puedes, y el mismo Salih vendrá a tu encuentro.

  ¡Salud, oh excelente halcón real, el de la vista penetrante! ¿Hasta cuándo serás violento y apasionado? Ata a tu pata la carta de amor eterno, pero no la abras hasta la eternidad.   Cambia con tu inteligencia tu razón innata, con el fin de que consideres idéntica la eternidad "a priori" y "a posteriori". Rompe tu inmunda coraza natural y establécete en el interior de la caverna de la unidad. Cuando   estés   establecido   en   esta gruta, Mahoma, el amigo de la caverna, el centro del mundo, vendrá a ti.

Tú que has visto la corona de "alast" en la cabeza de "balé" (sí).   Cuando oyes en tu

¡Salud, oh codorniz del "mi'raj de alast"! espíritu el "alast" del amor, tu concupiscente alma responde “balé" con disgusto. Ahora bien, si el consentimiento de tu concupiscente alma es para ti el torbellino de la desgracia, ¿cómo podrías sostenerte en este torbellino? Consume tu alma concupiscente como el asno del Cristo; después, como el Mesías, inflámate del amor al Creador. Quema, pues, este asno y emplea el pájaro del alma, a fin de que el espíritu de Dios venga felizmente a ti.  

  ¡Salud, oh ruiseñor del jardín del amor! Gime graciosamente a causa del dolor y de la herida del amor; gime tiernamente por el efecto de la aflicción de tu corazón, como David, con el fin de que a cada instante cien almas hagan el niçar por ti. Abre tu gaznate melodioso, digno de David, con respecto al sentido espiritual de las cosas; muestra el recto camino a los hombres por el canto de tu garganta. Durante bastante tiempo has fabricado para tu alma vil una cota de malla como David; también con él vuelve el hierro de tu corazón tan blando como la cera. Si este hierro se vuelve blando como la cera, serás tan ferviente como David en el amor de Dios.

 

   ¡Salud, oh pavo real del jardín de las ocho puertas! Tú has sido afligido a causa de la serpiente de siete cabezas. La sociedad de esta serpiente te ha arrojado a la sangre y te ha hecho salir del paraíso del Edén. Te ha alejado del Sidra y del Tuba; y ha ennegrecido tu corazón a causa de su malvado natural. Mientras no hagas perecer a esta serpiente, ¿cómo serás digno de practicar estos secretos? Si eres liberado de esta detestable serpiente, Adán te tomará con él en el Paraíso.

   ¡Salud, oh excelente faisán! que ve desde lejos y que percibe así la fuente del corazón que está sumergido en el océano de la luz. Sin embargo, has permanecido en un pozo tenebroso, retenido en la prisión de la incertidumbre. Sal de ese pozo tenebroso, levanta la cabeza hasta la cúspide del trono divino; a imitación de José, deja el pozo y la prisión, a fin de ser rey en el Egipto del honor. Si tal reino te fuera atribuido, encontrarías al mismo tiempo al verídico José.    

  ¡Salud, oh gimiente tórtola! Has ido contenta en la sangre y encerrada en una prisión tan estrecha como la de Jonás. ¡Oh tú que erras aquí y allá como el pez! ¿Podrías languidecer un instante en el mal querer? ¡Oh! corta la cabeza a este pez de mal querer, a fin de poder frotarte en el vértice de la luna. Si te salvas del pez de tu propia alma, llegarás a ser el familiar compañero de Jonás.

   ¡Salud, oh paloma! Entona tu ronroneo a fin de que yo extienda sobre ti en "niçar" siete bandejas de perlas. Como el collar de la fidelidad está en tu cuello, no te correspondería a ti el actuar con infidelidad. Mientras tengas la menor parcela de defecto, te llamaré verdaderamente infiel. Si entras "en el dominio de las cosas espirituales" y sales por ti misma, encontrarás. (nota :  Primera palabra del célebre pasaje del Corán, "¿No soy yo vuestro Señor?" (Corán, VII, 171), palabras que Dios dirigió, según Mahoma, a todas las almas del género humano contenidas en Adán, y a las cuales ellas respondieron: "Sí". El autor compara este acto solemne al "mi'raj".)

Por tu sabiduría, el camino hacia el sentido espiritual. Cuando tu sabiduría te conduzca por este lado, Khizr te llevará el agua de la vida eterna.

   ¡Bravo! tú, falcón, que te has echado a volar y que, después de haberte levantado "contra tu dueño", has inclinado la cabeza. No te enderezcas cuando debes bajar la cabeza; mantente convenientemente, incluso cuando estás sumergido en sangre. Estás atado al cadáver de este mundo y has sido así alejado del otro. Deja más bien no solamente el mundo presente, sino el futuro; levanta tu capuche, mira "libremente", y, cuando te hayas desembarazado de los dos mundos, reposarás en la mano de Alejandro...

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