La obra de Mulla Sadra

Las obras de Mulla Sadra

 

Mulla Sadra fue un escritor prolífero. Él no escribió durante el tiempo de reclusión y ascetismo, mas después de eso, se dedicó continuamente a la enseñanza y preparación de los estudiantes de filosofía, que venían de todo Irán. Con todo, siempre que estaba de viaje o en su casa, aprovechaba todas las ocasiones para escribir sus libros y tratados filosóficos. Así, produjo una variada, útil y referencial colección de escritos filosóficos en diferentes formas y siguiendo diferentes propósitos.

Algunas de sus obras son libros de textos, apropiados para la adquisición de conocimientos preliminares o complementarios sobre filosofía y gnosis, como base de su escuela de pensamiento la Filosofía Transcendente. Una parte de esas obras son explicaciones y demostraciones de sus teorías, en cuanto a sus otros libros tratan de la ética y la moral humana.

Él dedicó parte importante de sus trabajos a la interpretación del Corán, antes de su muerte no había terminado de realizar un comentario filosófico y gnóstico del Corán en su totalidad, lo que él escribió sobre el tema fueron ciertas características que vuelven su trabajo singular en ese género de interpretación.

Mulla Sadra, que fue un muhaddith (un experto en hadices y en las tradiciones atribuidas al Profeta y a sus descendientes), dejó un importante trabajo sobre esta materia, un comentario del famoso de Aladith“Al Kafi” de Kulayni Razi. Mulla Sadra comentó el capítulo que versaba de “Usul”, probablemente a razón de su fallecimiento la obra permaneció incompleta. También escribió dos libros sobre lógica: “Tanqil Al Mantiq” y “Risabalfii Tasawwurwa Tasdiq”.

El loco de amor por Dios

Había en una esquina un pobre loco y delante de él estaba un célebre rey de Egipto. Este último le dijo: "Veo en ti una especie de habilidad: es la de gozar del reposo". El loco respondió: "¿Cómo encontraría reposo si no puedo librarme de las pulgas ni de las moscas? Durante todo el día me atormentan las moscas y durante la noche las pulgas me impiden dormir. Un pequeño mosquito que entró en la oreja de Nemrod perturbó el cerebro de este insensato. Quizá yo sea el Nemrod de este tiempo pues tengo en herencia, de parte de mi amigo, las moscas, los mosquitos y las pulgas".

Cuento del alumno y el maestro

Cierto pupilo era de temple jovial y voz dulce; su maestro, vulnerable como todo ser

humano, sentía atracción por su belleza. Los castigos y escarmientos que propinaba a los

otros infantes no se los aplicaba a él, y cuando se lo encontraba a solas le decía:

 

Oh rostro celestial, siento por ti tal embeleso

que acabo por olvidarme de mí;

no puedo cerrar los ojos cuando te veo

aun cuando una flecha viera venir hacia mí.

Visión e imagen: entre el ojo del rostro y el ojo del corazón

Autor: 

Se atribuye al poeta Ibn Sukkara la definición de la poesía como «un discurso que si lo desea fascina (sahara) transformando las imágenes (qalaba li-l-suar) sin temor a romper el consenso ni a subyugar el carácter (tiba‘)». Esto que se dice aquí de la poesía puede aplicarse también al arte en general, si bien el arte, en cuanto fascinación (sihr) y transformación de las imágenes (qalban  li-l-suar), exige, en  primer  lugar, preguntarse por el significado de la imagen desde el punto de vista artístico y por el significado de la visión.

El difunto criminal

Un indigente murió en estado de crimen y, cuando lo llevaban a enterrar, un devoto que pasaba se apartó diciendo que no había de rezar por tal hombre; pero a la noche siguiente vio en sueños a este desgraciado en el cielo, con el rostro tan brillante como el sol. En su admiración le dijo: "¿Cómo has obtenido, hijo mío, un lugar tan elevado, tú que has vivido siempre en el crimen y que estás manchado de la cabeza a los pies?" Él le respondió: "Dios me ha hecho misericordia a causa de tu falta de compasión hacia mí, a mí cuya conducta ha sido tan desordenada". Ve la sabiduría de Dios en el juego de su amor por los hombres. El rechaza o concede su misericordia. En su sabiduría, envía por ejemplo, en una noche tan negra como el cuervo, a un niño con una lámpara; después envía un rápido viento y le dice: "Levántate y ve a apagar esta lámpara." Después coge a este niño en el camino y le dice que por qué ha apagado la lámpara. Si reprende así a este niño, es a fin de no dirigirle, en el día de las cuentas, más que benévolos reproches...

Querella de dos sufíes

Dos individuos cubiertos por el hábito de la penitencia se disputaron y se injuriaron ante el tribunal. El juez los envió a un rincón diciéndoles: "No es conveniente que dos sufíes se disputen. Habéis colocado en vuestro pecho la chaqueta de la resignación, ¿por qué se os ha metido en la cabeza el querellaros? Si sois gente de combate y de venganza, tirad lejos de vosotros ese vestido. Si, por el contrario, sois dignos de este vestido, renunciad a esta loca discusión. Yo que soy juez y no hombre del sentido espiritual, experimento una verdadera vergüenza a causa del hábito que lleváis. Más vale que os contentéis con permanecer en la diferencia de opinión que disputaros llevando un hábito."

Cuerpo espiritual y Tierra celeste (Prólogo primera parte)

Autor: 

Es posible que el mundo que designaremos aquí, de acuerdo con la terminología simbólica de nuestros autores, como "octavo clima" represente para los occidentales el "continente perdido". Si algunos de ellos ya se han dedicado a su búsqueda, tal vez puedan actuar como guías los Espirituales a los que el presente libro sirve de intérprete.

Las distancias espaciales entre los humanos disminuyen en la actualidad, al menos si se valoran en términos de tiempo, y simultáneamente se habla de una "aceleración de la Historia". Sin embargo, parece ser que nunca ha sido tan difícil como ahora que se estableciera una intercomunicación, y que existiera cierta permeabilidad entre los universos reales, esos por los que y para los que los hombres viven y mueren, universos que siguen siendo irreductibles a los datos empíricos, porque su realidad secreta es anterior a todos nuestros proyectos y los predetermina. Es posible que la primera y única razón de esta impenetrabilidad haya que buscarla en la pérdida de ese intermundo, la consciencia desaparecid de ese conjunto de universos que nuestros autores designan a vees como el "mundo de Hūrqalyā", y a veces como el "octavo clima" o el ' ālam al-miṯāl. Este último término es el que traducimos literalmente por el latino mundus imaginalis, el mundo "imaginal", que nunca se debe confundir con "lo imaginario".

¿Qué idea tiene el hombre culto de hoy de la espiritualidad islámica? ¿Qué idea puede hacerse del mundo espiritual del Irán sobre cuyos polos, antes y después del Islam, trataremos de llamar aquí la atención? Con frecuencia se centra en consideraciones políticas o sociológicas, perdiendo de vista lo esencial. Se hacen preguntas, sin ni siquiera plantearse si tienen sentido o no para el interlocutor, y por ello si las respuestas tienen sentido o no...

Mística islámica y poesía surrealista

Autor: 

El sufismo estableció una escritura dictada por la experiencia subjetiva en el seno de una cultura dirigida por un saber de carácter religioso, institucional y público. Pero dicha escritura se quedó al margen de la historia cultural árabe: es una escritura sin lugar. Es como si sus autores no hubieran vivido en un lugar, sino en sus textos. O como si el texto fuese su patria y su realidad, y el sufí se moviese en el interior de ese texto creando con él, y en él, el mundo con el que sueña, y las palabras fuesen para él los refugios, horizontes y símbolos de los senderos de ese mundo. Con esta escritura, el sufí se dirige hacia lo trascendente y dialoga con él, pero lo hace a través de la experiencia. Ya no habla con lo trascendente a través del texto, sino a través del cuerpo. Es un coloquio directo entre el yo y el tú, entre el ser humano y Dios, en el que  el  yo  escucha  al  tú  en  un  diálogo  particular  con él, viéndolo y contemplándolo directamente y no por medio del aprendizaje o la tradición. Ese diálogo es en sí mismo un estado y, por lo tanto, no puede institucionalizarse. Es un estado que cambia, no de una persona a otra, puesto que cada persona posee sus propios estados, sino dentro de la misma persona y a cada instante. El conocimiento es asimismo un estado: no es inamovible, o sea, no tiene fin. Es un conocimiento que rechaza lo preestablecido, lo prefabricado, lo cerrado. Un conocimiento que conforme más amplio es, más percibimos su estrechez y que conforme más creemos acercarnos con él a la tranquilidad, más aumenta nuestra perplejidad...

El verde campo del firmamento

Vi el verde campo del firmamento y la hoz de la luna.

Recordé mis cultivos y el tiempo de segar.

Dije: oh fortuna, re has dormido, y el sol alienta.

Dijo: a pesar de todo, de lo primordial no desesperes.

Di al cielo: no presumas de tal grandeza, que en el amor

un grano de cebada dan por la luna, y por las Pléyades, dos.

Si vas al cielo, como el Mesías, puro y despojado,

de tu lámpara llegarán al sol un centenar de rayos.

No confíes en la estrella nocturna, que este ladrón

la corona de Kavus y el cinto de Cosroes

robó.

El ángel Gabriel y la buena intención

Una noche estaba Gabriel en el Sidrah, cuando oyó a Dios que pronunciaba palabras de conformidad. "Un servidor de Dios -se dijo Gabriel para sí- invoca al Eterno en este momento; pero, ¿sabe quién es él? Todo lo que puedo comprender es que este servidor, sin duda, tiene un mérito eminente, que su alma concupiscente está muerta y su espíritu vivo". Sin embargo, Gabriel quiso conocer a este feliz mortal; pero no lo encontró en los siete climas. Recorrió toda la tierra y las islas del mar; pero no encontró al que buscaba ni en la montaña ni en la llanura. Se apresuró a volver cerca de Dios y oyó otra vez una respuesta favorable a las mismas oraciones. En su extremada ansiedad, recorrió de nuevo el mundo. Esta vez tampoco vislumbró a este servidor y dijo: " ¡Oh Dios! indícame pues el camino que debe conducirme cerca de este servidor". "Dirígete -le respondió Dios- al país de Rum; ve a un cierto convento cristiano y allí lo encontrarás". Gabriel fue allí y  vio manifiestamente al hombre objeto de los favores celestiales. Ahora bien,-en aquel momento, este hombre invocaba a un ídolo.

El ángel Gabriel y la buena intención

Una noche estaba Gabriel en el Sidrah, cuando oyó a Dios que pronunciaba palabras de conformidad. "Un servidor de Dios -se dijo Gabriel para sí- invoca al Eterno en este momento; pero, ¿sabe quién es él? Todo lo que puedo comprender es que este servidor, sin duda, tiene un mérito eminente, que su alma concupiscente está muerta y su espíritu vivo". Sin embargo, Gabriel quiso conocer a este feliz mortal; pero no lo encontró en los siete climas. Recorrió toda la tierra y las islas del mar; pero no encontró al que buscaba ni en la montaña ni en la llanura. Se apresuró a volver cerca de Dios y oyó otra vez una

respuesta favorable a las mismas oraciones. En su extremada ansiedad, recorrió de nuevo el mundo. Esta vez tampoco vislumbró a este servidor y dijo: " ¡Oh Dios! indícame pues el camino que debe conducirme cerca de este servidor".

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