La respuesta

Ella por fin lo encontró. Se pregunta ¿Cómo Él sabrá?...una réplica As- Sabur.

Para el mundo de él, ella parece invisible, ¿Él algún día la alcanzara a verla?.

Ella está muy lejos de él, su hijab los une en esta creación,

Ella se apaga por el velo que cubre los ojos del mundo… preguntan: ¿Estas enferma? ¿Tienes frío? ¿Eres árabe?

La poesía y amor de él, se ve y escucha por cuantiosos medios.

El consuelo... Al–Jame, Al-Jame, Al-Jame, noche y día.

Apreciaciones sobre la caligrafía árabe

La caligrafía arábiga tuvo su origen como comunicación entre los hombres y Dios; y Dios quiso comunicarse con sus fieles escogiendo a un hombre, el Profeta. Muhammad, que proviene de la raíz verbal “h-m-d” (‘alabar’), fue designado como el “Alabador”. Para ello, Allah le envió a Gabriel con su Palabra materializada en el Sagrado Libro del Corán.

La caligrafía es el principal arte islámico, basado en las veintiocho letras del alfabeto árabe, en clara analogía con el mes lunar, simbolismo de la receptividad de la Luna y análogo al Corán, al recibir así la luz y transmitirla a los hombres. También, las cuatro fases de la Luna pueden ser relacionadas simbólicamente con el corazón y el ciclo de purificación de la sangre en sus cuatro cámaras.

El rastro de perfume

Autor: 

 ¡Qué no ofrecería mi alma por (volver con las vírgenes) blancas y  risueñas, que al besar la columna y la piedra conmigo jugaban!

 Es el perfume quien te guía, al perderte tras de ellas.

 Nunca se cerró para mí la noche, pues como bajo el brillo de la luna llena me hace marchar su recuerdo

 Viajando junto a sus cabalgaduras, la noche se me hace (clara) como el sol al alba.

 Con amor cortejo una de ellas: ¡una belleza en el género humano sin par!

 (Tanto, que) al descubrir su rostro te muestra la grandeza de un sol naciente que en su brillo no cesa.

Paseo

Autor: 

Cuando era un niño

yo abrí mi propio cielo

y tejí mi propio parasol del sueño

yo fui la niña de los ojos de dos mujeres,

mi madre y la otra que nunca conocí.

Leía los periódicos

sin saber que sus noticias serían

algún día memorias

Conferencia sobre Las Mil y Una Noches (segunda parte)

En el título de Las mil y una noches hay algo muy importante: la sugestión de un libro infinito. Virtualmente, lo es. Los árabes dicen que nadie puede leer Las mil y una noches hasta el fin. No por razones de tedio: se siente que el libro es infinito. Tengo en casa los diecisiete volúmenes de la versión de Burton. Sé que nunca los habré leído todos pero sé que ahí están las noches esperándome; que mi vida puede ser desdichada pero ahí estarán los diecisiete volúmenes; ahí estará esa especie de eternidad de Las mil y una noches del Oriente.

La Ciudad Perfecta y la Ciudad Ideal, la lectura de Platón en Al Farâbi

Buscar las fuentes de la filosofía islámica es encontrar su gran matriz en la  Grecia Clásica. Muchos historiadores occidentales han planteado por ello que este saber filosófico no pasa de ser un híbrido devenido de la “lectura” o asimilación del pensamiento tanto del periodo clásico griego como de otras corrientes ideológicas del periodo que marca el declive helénico (neoplatonismo, estoicismo, gnosticismo, maniqueísmo y hermetismo) y por resultado es incapaz de crear un pensamiento propio (1). ...

Conferencia sobre Las Mil y Una Noches (primera parte)

Un acontecimiento capital de la historia de las naciones occidentales es el descubrimiento del Oriente. Sería más exacto hablar de una conciencia del Oriente, continua, comparable a la presencia de Persia en la historia griega. Además de esa conciencia del Oriente —algo vasto, inmóvil, magnífico, incomprensible— hay altos momentos y voy a enumerar algunos. Lo que me parece conveniente, si queremos entrar en este tema que yo quiero tanto, que he querido desde la infancia, el tema del Libro de Las mil y una noches , o, como se llamó en la versión inglesa —la primera que leí— The Arabian Nights: Noches árabes.

La historia de la abubilla y Salomón, mostrando que cuando acontece el destino, los ojos claros quedan sellados

Autor: 

Cuando se montó el pabellón de Salomón, las aves fueron a rendirle pleitesía. Se encontraron con que hablaba su lengua y los conocía; uno por uno, con el alma anhelante, pasaron ante él. Todos, habiendo dejado de gorjear, se pusieron a hablar con más claridad que tu propio hermano. Conversar con el propio idioma es un parentesco y una afinidad: el hombre que está con aquellos a los que no puede confiarse se encuentra encadenado. Muchos indios y turcos hablan el mismo idioma y muchos turcos son extraños entre sí. Por ello es muy distinta la lengua del entendimiento mutuo: es mejor tener el mismo corazón que el mismo idioma. Sin lenguaje ni signos surgen cien mil intérpretes en el corazón.

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