El fruto gustoso

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En tiempos de Shuayb cierto hombre dijo,

“Dios ha visto todo lo que he hecho mal, y en su bondad,

No me ha castigado”.

Dios habló de forma misteriosa a Shuayb,

“Respóndele. Dices que Dios no me ha castigado, pero

Lo contrario es verdadero.

Dios te ha castigado, pero no das cuenta de ello.

Vagas en el desierto sin dirección. Estás atado de

Pies y manos. Eres un recipiente que acumula

Capas y capas de óxido.

Te vuelves cada vez más ciego a las cosas espirituales

Cuando el humo alcanza a un recipiente de cobre nuevo,

Uno ve el efecto de inmediato, pero con mi superficie

Tan negra como la tuya, ¿quién puede percatarse de que se vuelva más negra?

Cuando abandonas tu meditación, las capas de óxido

Entran en el espejo de tu alma. No hay brillo

Cuando escribes una vez sobre mi hoja de papel,

Puede leerse, pero cuando garabatees una y otra vez,

La escritura se vuelve ilegible.

Sumérgete en el ácido que limpia al cobre,

Remueve las capas de suciedad hasta que brilles.

Shuayb dijo esto, y con una sola inspiración,

Las rosas comenzaron a florecer en el pecho del hombre

Pero aún así, él dijo, “quiero un signo de que Dios

Me ha castigado”...

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Tipo de poesía: 
Tipo de texto: 
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