Ensayos literarios

Abu’l-Qāsem Ferdowsī, el gran poeta persa

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«Abu’l-Qāsem Ferdowsī» no es sino un conjunto de seudónimos que conforman en nombre de este famoso autor, de cuya identidad real poco se sabe. Abu’l-Qāsem es la forma árabe (kunyah) de nombrar a los padres, pero refiriéndose al mayor de sus hijos. Abu es «padre», y al-Qāsem/Qāsim el nombe de su primogénito. Según una leyenda recogida en la introducción del Šāh-nāmeh de Florencia, el más antiguo que se conserva, cuando el poeta acudió a la corte del sultán Maḥmūd para presentar su obra, este quedó tan complacido que lo nombró Ferdowsī, «paradisíaco», y de esta manera obtuvo su seudónimo. No obstante, Djalal Khaleghi-Motlagh insiste en el carácter de leyenda de este episodio, recordando que el motivo de la elección no está claro realmente.

Sohrab Sepehrí

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Sohrāb Sepehrí nació en el año 1307h.s./1928 d.C. en Kāšān, una ciudad del centro de Irán. Su padre era artesano y artista, pintaba y hacía instrumentos musicales que después tocaba. Desde muy niño Sepehrí, sentía una gran pasión por la pintura que se extendió a lo largo de su vida; cuando era pequeño su mayor diversión consistía en pintar las paredes con un pedazo de carbón.

Estudió en su ciudad natal hasta los 21 años. En 1949 se marchó a Teherán para ingresar en la Universidad de Bellas Artes donde se licenció con las mejores clasificaciones de su promoción.Escribió su primer libro de poesía cuando todavía era estudiante. En sus comienzos se basaba en la manera clásica, más tarde, en el año 1327 h.s./1948 d.C. publicó “La Muerte de Color”, su primer libro de poemas al estilo de la nueva generación de poetas, en el que se aprecia una gran influencia de Nimā Yušiy, otro poeta de su generación.A partir de esta fecha realiza muchos viajes por el mundo para dar a conocer sus obras. En un viaje a Francia se matricula en la Universidad de Bellas Artes de París, pero debido a la delicada situación que vivía este país a causa de su guerra contra Argelia, decide volver a Kašan...

Historia de la bandera

Escucha esta historia, cómo en Bagdad  entre una bandera y un telón hubo una discusión. La bandera, llena de polvo y cansada de trotar, en tono de censura le dijo al telón: «Tú y yo somos sirvientes sumisos, ambos somos esclavos del umbral del rey. Yo no descanso un instante en su servicio y de vez en cuando de viaje me veis. Tú no has sufrido ni has estado bajo asedio, no has visto polvo, viento, ni desierto, y en esfuerzo yo te llevo un trecho. Entonces, ¿por qué tú tienes más privilegios? Tú cubres a los efebos de rostro alunado y estás con las esclavas de aroma ajazminado, mientras que yo caigo en manos de vulgares pajes y siempre estoy errabundo y de viaje».

Respondió: «Tengo la cabeza en el umbral inclinada, no la tengo como tú, al cielo empinada. Todo quien por vanidad alce el cuello, finalmente acaba humillado por ello».

El héroe en el Shah Nameh; La ética del héroe (Primera parte)

El héroe épico de la posmodernidad En nuestra contemporaneidad posmoderna (como diría el filósofo E. Dussel “el último expector ”de la modernidad occidental) uno de los géneros literarios dirigidos fundamentalmente hacia un sector juvenil, influyente igualmente en la población adulta, que goza de una gran demanda de lectura es la fantasía heroica, o llamada también fantasía épica. La misma viene acompañada de otros elementos de la cultura de masas como son las historietas (comic y manga), los video juegos y los juegos de roles con estos temas, las letras de muchas canciones de heavy metal y audiovisuales que van desde un video clip y los animes, hasta las versiones cinematográficas de muchas de las novelas de este género. Indudablemente este es un tema que mueve muchos estudios desde las ciencias sociales (sociología, psicología, antropología, semiótica y crítica literaria), como también mueve millones de dólares en el mundo de las editoriales, productoras e industrias del entretenimiento y que es uno de los protagonistas de esa sinfonía de la globalización o mundialización cultural, que los medios dispersan por todo el planeta en ese entramado juego del fenómeno de masas...

Los cuentos; la enseñanza de la vida

Llega la noche y en muchos hogares ocurre lo mismo, el niño se acuesta, se tapa y su mamá se sienta a los pies de su cama y abre un libro. El pequeño sonríe, se abre un mundo mágico, se echa a volar la imaginación, ha llegado la hora que más ansía; la hora del cuento.

El pequeño escucha, expectante, ¿de qué será hoy?, de aventuras, de héroes y batallas, de hadas, de otros niños como él, de su historia, de la historia de otros países, de épocas remotas donde existían reyes, magos, gigantes, duendes y otros personajes creados por la imaginación. Siempre es igual y al terminar la historia pide otra, quiere saber, conocer más como el rey Schariar, de las Mil y una noche, entonces mamá, como Sherezada, le dice con amor que espere al otro día que es hora de dormir...

La historia de Zāl y Rudabeh (II)

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Zāl, aunque pletórico por haber conseguido su amor, es también consciente de la situación que los rodea a él y a Rudabeh, de manera que a la mañana siguiente convoca a sus sacerdotes y consejeros para contarles lo que ha pasado. En la versión de Dick Davis se incluye un precioso discurso del príncipe albino agradeciendo a Dios que crease a los seres humanos por parejas, porque el mayor gozo de un héroe son sin duda sus hijos y el honor de una abundante descendencia. Entonces les habla de cómo Rudabeh ha capturado su corazón, y les pide su consejo. Al principio nadie dice nada porque, como mencionamos en la primera parte, Rudabeh es la nieta del Rey Demonio Zahhak, y nadie querría relacionarse con alguien de esa familia. Zāl, no demasiado contento, prácticamente les obliga a hablar, aunque sabe lo que todos están pensando: ¿cómo es posible que una flor tan bella como Rudabeh esté impregnada de tan potente veneno? Finalmente, el círculo de sabios aconseja al príncipe que escriba una carta a Sām, su padre, explicándole la situación.

La historia de Zāl y Rudabeh (I)

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Aquí viene la escena más famosa de toda la historia de Zāl y Rudabeh: el encuentro. Zāl se cuela en el palacio ayudado por una de las criadas de la princesa, y ella se sube al tejado de una de las torres de su pabellón para verlo llegar. Después de un intercambio de palabras que son un derroche de amor, pasión y poesía, Zāl pregunta cómo va a subir hasta donde está Rudabeh. Y ella, como respuesta, se suelta el pelo para que su larguísima melena negra pueda ayudar al príncipe albino a trepar. Él, entre maravillado y sorprendido, acaricia el pelo de la princesa y le dice que no llegará nunca el día en que él le haga daño de ninguna manera. Si a Zāl le faltaba algo para morirse de amor por Rudabeh, el poema nos describe que es justamente el tacto de su pelo lo que hace que el príncipe termine de caer a los pies de la princesa. Tomando una cuerda, el joven albino sube hasta el tejado, donde por fin se reúne con su amada Rudabeh..

Simurgh en «Manṭiq-ut-Tayr», «La conferencia de los pájaros»

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Acercarse al sufismo merecería un artículo completo y mucho más conocimiento del que en este momento nosotros podemos aportar. Sin embargo, fruto de anteriores investigaciones, nos encontramos con que Simurgh tenía un lugar dentro de esta corriente filosófica como sinónimo del conocimiento absoluto y la sabiduría suprema. Se encuentra dentro de Manṭiq-uṭ-Ṭayr, «La conferencia de los pájaros», conocidísimo trabjo del místico persa ‘Aṭṭār Farīd-al-Dīn.

Aunque no vayamos a detenernos en el sufismo propiamente dicho, sí es necesaria una breve introducción al mismo para comprenderlo mejor. Según palabras de Abderramán M. Maanán, el sufismo es la expresión más intensa de la espiritualidad dentro del islam, esencialmente íntimo y personal, pero al mismo tiempo tremendamente influyente en su entorno. Se trata del camino verdadero hacia la sabiduría, la búsqueda del conocimiento absoluto. El nombre de esta corriente mística surge de un interesante juego léxico. La palabra en árabe taṣawwuf describe el acto de una persona que se pone una prenda de lana (ṣūf) como signo de humildad y austeridad. Por su proximidad al término ṣafā, que significa «pureza», «nitidez» o «traslucidez», Maanán explica que también se ha definido el sufismo como «purificación»...

Un león y dos chacales: un cuento medieval

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La figura del león muestra sus dos caras, como una moneda, a lo largo de toda la iconografía medieval. Bienhechor y poderoso al mismo tiempo que la viva imagen del Mal sobre la tierra, temible e implacable [1]. Antes de empezar con este magnífico animal y sus representaciones, se podría hacer un interesante guiño a la reflexión anterior sobre los ángeles: también ellos mostraban dos actitudes totalmente distintas en sus representaciones. Sería un bello apartado de reflexión cómo los seres humanos andamos siempre a la zaga de los contrarios, en la mayoría de nuestros planteamientos. Parece que de esta manera todo está equilibrado y nuestro mundo mental puede seguir funcionando correctamente...

Una historia de amistad y fidelidad: Rostam y Rakhsh

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Desde que el hombre aprendió a montar, las historias de jinetes y caballos unidos como una sola figura han llenado páginas y páginas de leyendas y cuentos. ¿Qué sería del héroe sin su fiel compañero, su amigo hasta el último momento, y en varias ocasiones su salvador indiscutible? La imagen del protagonista victorioso no se entiende sin su caballo, al menos en un alto porcentaje de los casos, cuando se trata de la Edad Media. El occidente cristiano va a crear a partir de toda una tradición bien asentada (podemos recordar a Bucéfalo, caballo de Alejandro Magno) la imagen del buen caballero, cuyo elemento fundamental, lógicamente, es un caballo...

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