Introducción al pensamiento de Mulla Sadra (Segunda Parte)

Introducción al pensamiento de Mulla Sadra (Segunda Parte)

Se pueden resumir, si ello ilustra su “método” de reflexión y observación sobra el devenir, sus viajes -ya que esta es la denominación que él mismo atribuyó al itinerario metodológico de su obra capital- en cuatro planos o fases, itinerantes del alma buscadora hacia la Verdad esencial:

  1. Safar mina Âl-Halaqah ilal Haq -viaje desde la Creación hacia la Verdad-en el cual se abordan las bases físicas o naturales de la Existencia, en tanto en cuanto soporte primario para ésta; a fin de hacer posible la diferenciación entre soporte y esencia, de forma que, diferenciándolos, el primero no sea obstáculo para la comprensión de la segunda.
  2. Safar bil Haq ilal haq -viaje por la Verdad hacia Sí misma, en el cual se aborda el conocimiento de la propia Esencia, de sus atributos y las concomitancias de los conceptos elaborados en torno de ella y sus peculiaridades.
  3. Masir mina  Âl-Haq ilal Halaqah bil Haq -lugar del tránsito desde la Verdad hacia la Creación mediante la Verdad misma-, que se ocupa del análisis del origen primordial de esa esencia, como ipsidad.
  4. Sair fil Halaqah bil Haq -tránsito por la Creación mediante la Verdad-, donde se aporta, finalmente, un referente que es tutor y orientación- para dar acceso al individuo a la Verdad existencial.

 

Expuesto de otra forma, se podría sistematizar esta labor y todo su sistema filosófico diciendo que abordó la Filosofía islámica en cuatro planos de estudio. Primeramente, las cuestiones que son previas al desarrollo del ejercicio de pensar; esto es, las bases argumentales en su ámbito genérico. En segundo lugar la exposición de la Existencia divina como unitaria; esto es, la Teología como despliegue de los atributos de la divinidad, lo que ayudará en la reflexión  intelectiva a establecer categorías sobre las entidades que delimitan los valores superiores del orden trascendente -Justicia, Equidad, Responsabilidad, etc.-. Seguidamente, las Acciones divinas en cuanto a grados del concepto universal de Existencia. Y finalmente, el estudio del alma del Ser y de su dimensión trascendente, de su objetivo: resucitar y dar explicación de sus actos.

Así pues, Mulla Sadra llevó a cabo una auténtica revuelta maravillosa en su ya apuntada metafísica del ser, presentándonos un triple “modo” de existencia para todo ente creado y existenciado, para toda criatura, pues las situó a todas ellas, con gran coherencia argumental y en una espléndida armonía con la Revelación, en un espacio a su vez determinado por tres planos o gradaciones: el nivel perceptible física y materialmente del Mundo sensible, el Mundo imaginal -su singular exposición del a`lâm âl-mizâl- y el indubita ble para el creyente, pero siempre necesitado de exégesis, Mundo de las inteligencias puras. Especialmente atractiva es su exposición del segundo y sutil plano de lo imaginal, dado que si bien, Suhraûardî, el Sheîj Âl-Îshrâq, ya había afirmado la entidad cierta de ese mundus imaginalis, será Mulla Sadra quien nos permita su comprensión y justificación argumental de manera rotunda.

Nos aportó la conciencia de una entidad imaginal, inherente al creyente despierto, que es no una mera facultad dependiente de un órgano físico que con éste perece, sino más bien la dimensión de una facultad pura y rotundamente espiritual y tan persistente en su existencia como el ser mismo. Delimitando y explicando la atribución de creatividad -kallâqiîa- del alma humana, hace que ésta aparezca como generadora capaz de concebir su propia dimensión de creadora de su propio edén y averno; en efecto, esos niveles de los modos del ser, así como las formas perceptivas que llegan a regir, son armónicos con el Principio de Unidad, que conecta la intelección en su unidad trascendente, el sujeto intelectivo y la forma inteligida, o lo que es igual, armoniza para el pensamiento metafísico, la unidad del amor, del amante y del amado, en una suprema forma de alianza unitiva del alma humana con la Inteligencia agente -el Espíritu santo o ruh al-qudûs-.

De igual forma, acabaría dotando a nuestro universo filosófico de una dimensión antropológica en pleno acuerdo con la herencia espiritualista, esotérica -escatológica en definitiva- de la mejor y más señera Tradición duodecimana. Anticipando para el pensamiento un diseño metahistórico del devenir orientado a la construcción, posible y deseable, de un hombre perfecto, remitido al advenimiento ejemplar y la parusía reparadora del Señor sobre el Tiempo, el Imam Esperado, el Bien Guiado (P).

 

Kitab Al-Masha´ir es una pequeña pero excepcional joya en la inconmensurable bibliografía mollasadriana, puesto que contiene las claves esenciales e imprescindibles para el estudioso erudito y el lector atento de los elementos recurrentes en la Ontología de nuestro autor. Tex to no extremadamente extenso, que forma parte de un género bibliográfico muy específico de las madrasas duodecimanas, en la que los autores consagrados acostumbraban a elaborar alguna forma de acceso a sus textos más complicados, aquellos destinados a un selecto y exclusivo grupo de alumnos y colegas.

Frente a la fortuna académica del Âsfar, que lo llevara al punto de ser una obra relativamente abordada, continuamente estudiada, comentada y sobre todo explicada en aulas y estudios, este casi desconocido libro que presentamos, es un perfecto modo de acceder, con toda la solvencia y la dignidad intelectual, al universo mollasadriano. Por otra parte, en contraste con la gran obra que es el Âsfar, vedado a no iniciados  e impacientes, este Mashâ´îr debiera ser el medio de iniciación en aquella compleja obra y su materia ontológica, al permitir un repaso de calado a los argumentos que Âl-Shirâzî fuera desgranado en sus posteriores obras. Finalmente, esta concisa pero intensa obra, es un modelo de concreción y un prototipo de los textos-guías de trabajo que tradicionalmente han permitido investigar a los estudiantes avanzados de las escuelas de teología duodecimanas, y como tal ha de tener un atractivo adicional para el lector que en alguna lengua occidental pretenda familiarizarse con las denominadas Ciencias Islámicas.

De los en torno a cuarenta y dos trabajos conservadas de Mulla Sadra, esta obra densamente concisa y refrescante, es a nuestro reservado entender la labor, de entre todas las conocidas de nuestro filósofo, que más se asemeja a su impresionante Âsfar, tanto por haber sido concebida de alguna forma, como hemos anticipado, como un epítome de trabajo para éste, cuanto por ser especialmente fiel a la lógica discursiva de esa gran suma mollasadriana.

Aunque esa relación y dependencia no resta valor a nuestra obrita, dado que por sí misma es un singular libro de filosofía y de espiritualidad. En su esquematismo argumental, práctica e inevitablemente necesitado de una previa formación escolar, e incluso de adiestramiento bibliófilo a fin de aprovechar en todas sus posibilidades y algunos de los atajos discursivos -método muy peculiar del mundo de los eruditos y sabios de la escuela doctrinal yafarî-, el lector atento puede hallar los pliegues ocultos de un sofisticado y rico debate ontológico, que si se alcanza a desplegar, aún en parte, permite una visión casi tan compleja y completa como aquella que la parte específica y correspondiente que ofrecería al estudioso el propio Âsfar.

Así, el libro se nos presenta estructurado con un, solamente, aparente complejo plan de exposición, mediante una rotunda y sólida introducción estructurada en dos propuestas de reflexión, las cuales por su parte sugieren una gran diversidad de alternativas a la reflexión.

En realidad, nada más estimulante y al vez más desazonador para el estudioso que un preámbulo que anticipa una materia oceánica por extensión y diversidad, sin embargo, nuestro autor junto a ese brillante preámbulo oferta a su lector, comprensivo y cómplice, dos muaûafiq o lugares de estacionamiento reflexivo, desde los cuales le ordena y sugiere las posibles “penetraciones”, sobre la materia de estudio, que pasa a ser un universo intelectual completo y pleno. A partir de ahí, las ocho invitaciones penetradoras, pese a sus diversas propuestas internas para el análisis y el trabajo, las plurales cuestiones de constatación, las reservas, dudas y sus soluciones, históricas y del autor, serán un itinerario fácilmente transitable para el filósofo, que puede  desembocar en una conclusión ontológica tan evidentemente, como positiva y certera en su coherencia confesional, pero no por ello menos sorprendente intelectual y espiritualmente.

La traducción que se ofrece ahora es sin reservas una de las mejores traslaciones de los conceptos mollasadrianos a nuestra lengua; por su rigor y fidelidad conceptual es, en sí misma, un documento precioso del quehacer desinteresado de los talabeses de este tiempo. Su responsable, generosa y pacientemente, dedicó durante un largo periodo de tiempo -soy testigo de ello- todos sus esfuerzos y una gran atención a la búsqueda en nuestro idioma de un lenguaje filosófico y técnico adecuado a la sofisticación del pensador persa, lenguaje que ha quedado fijado como parte del acervo conceptual del pensamiento musulmán en lengua castellana. Todos, estudiosos, curiosos y creyentes estamos en deuda con su bien hacer y la dedicación que concedió a traer con fidelidad y hermosura el espléndido pensamiento del Mullâ a esta lengua, tan deudora, por otra parte, de la palabra de raíz coránica. Însh´âllah, será distinguido por esta aportación a la recuperación de la Fe sincera y veraz en estas tierras.

Fuente: Sheij Husain Abd al-Fattah Garcia, Kitab Al-Masha´ir, Marzo de 2004, Edición: Biblioteca Islámica Ahlul Bait (P), www.islamoriente.com

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