Canción del amor
En el extremo de la Vía láctea
pasa llorando una estrella por el cementerio de los perdidos.
Y los niños hambrientos en los jardines de Belén
me llaman a mí y al Cristo
al susurro del florecimiento de los olivos
Yo, siendo un musulmán y rara posteridad de la luna
no me refrenaré de romper esta noche
llamad a los sin hogares del mundo
Yo vendré sobre las alas de los ángeles desnudos de la lírica del
ataúd
En el extremo de la Vía láctea
pasa llorando una estrella por el cementerio de los perdidos.
Y los niños hambrientos en los jardines de Belén
me llaman a mí y al Cristo
al susurro del florecimiento de los olivos
Yo, siendo un musulmán y rara posteridad de la luna
no me refrenaré de romper esta noche
llamad a los sin hogares del mundo
Yo vendré sobre las alas de los ángeles desnudos de la lírica del
ataúd
Sobre la alta paciencia de mi frente
hay una estrella, murmullando sobre un cementerio del mar
y una distancia perdida
cuyos recuerdos de su sonrisa
Cantaban los secretos de mil pechos sellados.