El rey Keikavus y la guerra contra Mazandarán

Autor: 

El rey Keikavus y la guerra contra Mazandarán

Autor: Hakim Abolghasem Ferdowsi

Cuando un árbol frutal crece y le ocurre algún percance, sus hojas se marchitan, sus raíces se debilitan, su copa se inclina hacia el suelo. Cuando su pie es arrancado del suelo, cede su lugar a una rama nueva a la que abandona las flores, las hojas y el verdor y esa primavera, semejante a una brillante lámpara. Si entonces, de un buen tronco sale una rama mala, no comiences a hablar mal del troco. Del mismo modo, cuando un padre le deja el imperio del mundo a un hijo y le hace conocer todo aquello que es secreto, si el hijo rechaza la gloria y el renombre de su padre, tenlo por un extraño y no como un hijo. Si él se aparta del camino de su maestro, la vida le traerá desgracias. Esa es la manera en que actúa este viejo mundo, de forma que tú no puedes distinguir nada, si alguien reconoce que va por malos caminos, será mejor que no permanezca mucho tiempo sobre la tierra. Escucha ahora el relato que hago en base a las palabras de un viejo sabio y guárdalos como recuerdo.

Cuando Kavus ocupó el lugar de su padre, y el mundo entero se sometió a él; cuando vio acumulados los tesoros de todas clases, y al mundo esclavo ante su presencia, el collar y el trono, los zarcillos, la corona de oro incrustada de esmeraldas y los caballos árabes con las crines flotando, no reconoció a nadie que se le asemejara.

Ahora bien, llegó un día en que se encontraba bebiendo un delicioso vino en un bosquecillo de rosas adornado de oro. Allí había un trono de oro con las patas de cristal, sobre el que se encontraba sentado el amo del mundo, conversando con los grandes de Irán sobre todos los temas, grandes y pequeños. Él dijo: “¿Quién es el rey del mundo? ¿Quién es digno del trono sino yo mismo? A mí es a quien pertenece el imperio en este mundo, y que nadie se atreva a buscar querella conmigo”. El rey, bebiendo y hablando de esta manera, los jefes del ejército quedaron sorprendidos.

Durante ese tiempo un Div, disfrazado de cantor, se aproximó al chambelán y solicitó acceso ante el rey en estos términos: “Vengo del país de Mazadarán, soy un cantor de grata voz. Si el rey consiente mis servicios, que me permita el acceso a su trono.” El chambelán entró, se presentó respetuosamente ante el rey y le anunció que había un cantor a la puerta, sosteniendo una lira y cantando con una suave voz. Kavus ordenó que lo hicieran entrar y que lo colocaran cerca de los músicos. Él tocó la lira de un modo conveniente y después cantó una canción de Mazadarán.

“Que Mazadarán, mi país sea celebrado: que sus llanuras y sus campiñas siempre sean cultivadas. La rosa no cesa de florecer en sus jardines y el tulipán y Jacinto, crecen en sus montañas. El aire suave y la tierra están pintados de flores. No hace frío ni calor; reina una eterna primavera. El ruiseñor canta en sus jardines, la cierva que vaga en sus valles, no se cansan de volar y de correr. Durante todo el año, todos los lugares están llenos de perfumes y de colores. Tú dirías que en sus ríos corre un agua de rosas que alegra el alma con su olor. Ya sea el mes de Dei o el de Bahman, el mes de Azar o el mes de Farvadin, siempre ves la tierra cubierta de tulipanes. El borde de los arroyos sonríe todo el año; por doquier los halcones de caza están trabajando. Todo el país está adornado de oro, de brocados y joyas; las esclavas, bellas como ídolos, llevan coronas de oro y grandes cinturones de oro. Cualquiera que viva en ese país, no puede sino alegrarse de haber realizado el deseo de su alma y de su corazón.”

(ver la continuación en archivo pdf)

 

Fuente: “Shahname” –Libro de los Reyes– del gran poeta Ferdowsi

Organización de Publicaciones, Teherán ,2013

 

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