Anécdota sobre Alejandro

Cuando Alejandro moría en su expedición en favor de la religión, Aristóteles le dijo: — ¡Oh monarca de la fe! durante toda tu vida no has cesado de dar instrucciones imperiosas; pero hoy, tú mismo eres una advertencia para el mundo". ¡Oh corazón mío!, recibe esta advertencia en medio de este torbellino de desgracia. Permanece atento y vigilante, pues la muerte te persigue. Te he hecho oír el lenguaje de los pájaros y todos sus discursos. A ti te toca comprender, ¡oh ignorante! Los pájaros están en el número de los amantes cuando se vuelan de su jaula antes de la muerte. Cada uno de ellos se ha explicado y enunciado diferentemente, pues cada uno tiene una manera particular de expresarse. Antes que al Simorg ha encontrado la piedra filosofal, aquel que ha comprendido el lenguaje de todos estos pájaros.

¿Cómo conocerás la felicidad de los espiritualistas en medio de la sabiduría de los griegos? Mientras que no te separes de esta pretendida sabiduría, ¿cómo tendrás la sabiduría de la fe? Cualquiera que mencione esta sabiduría en el camino del amor del que hablo ignora este amor celebrado en el diwan de la fe. Prefiero aquí el kaf de la impiedad, con respecto a la contemplación, al fa de la filosofía (falsafa); pues si se corriera la cortina que cubre la impiedad, te sería fácil garantizarte de ello, mientras que, si se discute según la ciencia de la dialéctica, sólo puede uno dirigirse a los sabios. Si quieres iluminar tu corazón por esta sabiduría, ¿por qué arder tanto como Omar? Puesto que la llama de la fe ha quemado la sabiduría de los griegos, no tienes que vender la llama de tu espíritu por esta ciencia. La sabiduría espiritual le basta a un hombre de la fe: echa, pues, polvo sobre los griegos en tu ardiente amor por la fe.    ¿Hasta cuándo continuarás tu discurso, oh Attar? No eres el hombre de esta cosa admirable. Intenta salir sin mancha de tu propia existencia, sé polvo por tu destrucción sobre la superficie de la tierra. Mientras no seas pisoteado por las más viles gentes, no serás la corona de la cabeza de todo el mundo. Aniquílate, a fin de que todos los pájaros del camino espiritual te lleven a continuación hasta el noble fin de su viaje. El discurso que mantienes debe servirte de director en la vía; pues este discurso no está al alcance de todo el mundo. Aunque yo no sea nada con respecto a los pájaros del camino, hago mención de ellos y eso es todo. Al final el polvo de esta caravana vendrá hasta mí y me llegará el amor de esos seres que han partido.

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