Anécdota sobre las mariposas
Una noche, se reunieron las mariposas atormentadas por el deseo de unirse a la vela. Dijeron todas: "Tenemos que encontrar a alguien que pueda darnos noticias de nuestra amorosa búsqueda". Una mariposa fue hasta un lejano castillo y percibió en su interior la luz de una vela. Volvió y contó lo que había visto; se puso a hacer la descripción de la vela según la medida de su inteligencia. Pero la sabia mariposa que presidía la reunión expresó la opinión de que la mariposa exploradora no sabía nada de la vela. Otra mariposa pasó cerca de la vela y se aproximó. Tocó con sus alas la llama, la vela fue victoriosa y ella fue vencida. También volvió y reveló algo del misterio de la cuestión. Explicó un poco en qué consistía la unión con la vela; pero la mariposa sabia le dijo: "Tu explicación no es más exacta que la que ha dado tu compañera". Una tercera mariposa se levantó ebria de amor; fue a echarse violentamente contra la llama de la vela: lanzada por sus patas de atrás, tendió al mismo tiempo las de delante hacia la llama. Ella misma se perdió y se identificó alegremente con la llama; la abrazó por completo y sus miembros se volvieron rojos como el fuego. Cuando la sabia mariposa, jefe de la reunión, vio de lejos que la vela había identificado al insecto con ella y le había dado la misma apariencia, dijo: "La mariposa ha aprendido lo que quería saber; pero ella sola lo comprende y eso es todo".
Aquel que en efecto no tiene ni huella ni índice de su existencia sabe realmente más que los otros sobre el aniquilamiento. Mientras que no ignores tu cuerpo y tu alma, ¿conocerás nunca el objeto de tu amor? El que te ha dado el menor índice de la cosa sumerge por esto profundamente tu alma en sangre; pero, puesto que el mismo aliento no es admitido aquí, nadie, con mayor razón, podrá serlo.
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