El primero que aplicó el razonamiento analógico al texto revelado fue Iblis
El primero que aplicó el razonamiento analógico al texto revelado fue Iblis
La primera persona que hizo estas miserables analogías en presencia de las luces de Dios fue Iblis. Dijo: «Sin duda el fuego es superior a la tierra: yo soy de fuego y Adán es de sucia tierra. Comparemos, pues, el secundario con el principal: él es de oscuridad y yo de luz radiante».
Dios dijo: «No, al contrario, no habrá relación; el ascetismo y la piedad serán la dirección de la preeminencia». No se trata de la herencia del mundo pasajero, que puedes obtener por lazos de parentesco, es una herencia espiritual. Es el legado de los profetas: sus herederos son los espíritus de los devotos. El hijo de Bu Jahl se convirtió en un verdadero creyente a la vista de todos; el hijo de Noé se descarrió.
«El hijo de la Tierra (Adán) se iluminó como la Luna; tú eres hijo del fuego: ¡márchate con tu cara negra!». El sabio utiliza tales razonamientos de noche o en días nublados para hallar la qibla, pero con el Sol y la kaaba ante ti, no intentes razonar de este modo. No pretendas que puedes ver la kaaba, no vuelvas el rostro porque hayas razonado que no la ves. Dios sabe mejor lo que es correcto.
Cuando oyes el trino del pájaro de Dios, memorizas su sentido externo, como una lección, y luego en tu cabeza haces analogías: conviertes una fantasía en realidad. Los Abdal tienen ciertas expresiones místicas que las doctrinas ignoran. Has aprendido el lenguaje de los pájaros de oído y has inventado cien analogías y caprichos. Has herido los corazones de los santos, igual que el sordo, encantado con su éxito, dañó al enfermo.
El escriba de la revelación, al oír la voz del pájaro, creyó que era su igual: el ave batió el ala y lo cegó; lo sumió en el abismo de muerte. «¡Cuidado! ¡No vayáis a caer, embaucados por una reflexión u opinión, de las dignidades celestiales! Aunque sois Harut y Marut y superiores a todos en la terraza de somos los que están en filas, apiadaos de la maldad de los malvados: no os aferréis al egoísmo y la presunción. Tened cuidado no os vayan a emboscar los celos divinos y caigáis de cabeza al fondo de la Tierra».
Ambos dijeron: «Oh Dios, Tuya es la orden, sin Tu protección ¿qué seguridad hay?». Decían esto pero sus corazones latían de deseo «¿Qué mal puede ocurrimos? Somos buenos siervos». La punzada de deseo no abandonó a los dos ángeles hasta que sembró la semilla de la arrogancia. Entonces dijeron: «Oh vosotros, compuestos de los cuatro elementos, que desconocéis la pureza de los seres espirituales, correremos cortinas de luz sobre el cielo, bajaremos a la Tierra y montaremos la bóveda, dispensaremos justicia y adoraremos, y cada noche volaremos de nuevo al empíreo, para que el mundo se maraville y para establecer la seguridad en la Tierra». La analogía entre el estado del cielo y el de la Tierra es inexacta: tiene una diferencia oculta.
Título original: Mathnawi, Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī, 1273, Traducción: Carmen Liaño