Epílogo

Epílogo
¡Oh Attar perfumador! Constantemente has esparcido por el mundo el contenido de la vejiga del almizcle de los secretos. Los horizontes del mundo están llenos de tus perfumes y los amantes que habitan en el mundo están llenos de turbación por tu causa. Tanto lanzas suspiros de amor puro, tanta haces oír quejas cerca de la cortina que asaltan los verdaderos amantes. Tus versos les ofrecen un capital, ¡ojalá puedan adornarse con ellos como con una joya! Este es tu sello, como la luz es el sello del sol, es decir: "El lenguaje de los pájaros" (Mantic uttair) y las "Sesiones de los pájaros" (Macamat uttiyur). Son las sesiones o las estaciones del camino de la estupefacción o, mejor, el diwan, libro de poesías, del vértigo.  Entra con amor en este diwan, entrega tu alma con abandono e introdúcete en este palacio. En semejante hipódromo, que ni siquiera ha sido nunca visible, si no entras con afecto, no verás ni el polvo. Cuando el Duddul 1  de tu amor empiece a galopar, si deseas algo, actúa conforme a tu deseo. Mientras que el hastío de las cosas del mundo no sea tu comida, ¿cómo podrá vivir tu anonadado corazón? Excita en ti el sentimiento del amor, pues él es el remedio a tus males, es el remedio del alma en los dos mundos. ¡Oh tú que estás en marcha en el camino espiritual! No leas mi libro como una producción poética o de magia, sino léelo como relacionado con el amor espiritual y juzga, por una sola sensación de tu amor, lo que pueden ser mis cien dolores amorosos. Aquel que lea mi libro animado por este amor, lanzará hasta el final la bola de la felicidad. Deja ahí la abstinencia y la vulgaridad; aquí sólo es necesario el amor, sí, el amor y la renuncia. Cualquiera que posea este amor, que no tenga otro remedio que renunciar a su alma. Es preciso que el hombre de la vía espiritual esté alterado, hambriento y sin sueño y tan alterado que en toda la eternidad no pueda llegar a calmar su sed.   El que no ha probado el perfume de mi discurso no ha tenido el menor acceso en el camino de los amantes. El que por el contrario lo haya leído con atención llegará a ser un hombre de acción y el que lo haya comprendido bien será digno de entrar en la vía que anuncio. Las gentes exteriores están como ahogadas por el efecto de mi discurso, pero la gente del sentido espiritual está en posesión del secreto que contiene. Mi libro es el adorno del siglo; es al mismo tiempo un regalo para la gente distinguida y para los vulgares. Si un hombre frío como el hielo viera este libro, se lanzaría vivamente como el fuego fuera del velo que le esconde el misterio. Mis versos tienen una asombrosa particularidad, que es dar cada vez más beneficios a medida que se les lee. Si tienes la ocasión de recorrerlos a menudo, con toda seguridad te gustarán cada vez más. El velo de esta esposa del harem sólo será apartado gradualmente en el lugar de honor de la gracia. Un estado extático como el mío no será trazado jamás sobre el papel hasta la resurrección. He esparcido las perlas del océano de la contemplación; me he satisfecho perfectamente y mi libro es la prueba; pero si me alabara demasiado a mí mismo, ¿experimentaría alguien el elogio que hiciera de mí? El que es imparcial hacia mí reconocerá mi mérito, pues la luz de mi luna llena no está escondida. He debido señalar con algún detalle mi posición; y el que aprecie la elocuencia me tratará sin duda alguna con justicia. Yo permaneceré, si no por mí mismo, al menos por las perlas poéticas que he derramado sobre la cabeza de los hombres, hasta la resurrección. He dejado un recuerdo en la lengua de los mortales hasta el día del juicio y mi libro será este recuerdo. Aunque las cúpulas del cielo llegaran a disolverse no se perdería, no obstante, ni un punto de este memoriable poema. Aquel a quien este libro le pueda mostrar la vía arrojará bien lejos de él el velo que le esconde la verdad. Si experimenta bienestar por la atenta lectura de este poema, deberá acordarse en sus oraciones del escritor. He diseminado aquí y allá las rosas de este jardín. Acordaros de mí para  bien,  ¡oh  amigos   míos!  Cada  espiritualista  ha  manifestado  sus  opiniones  de   una   manera  particular   y después  ha desaparecido. Yo también, como mis antecesores, he manifestado el pájaro de mi alma a los que están dormidos. Si el sueño que ha llenado tu larga vida te ha privado de este discurso, no obstante tu alma estará despierta un instante por el secreto que él revela. Yo sé, sin ninguna duda, que mi deseo se realizará, que mi pesar y mi inquietud cesarán. Me he quemado como la mecha a fin de alumbrar con ella a un mundo de gentes. Mi cerebro se ha ahumado como la hornacina en la que está colocada la lámpara; la antorcha de la eternidad brilla ante mí. ¿Hasta cuándo arderá la lámpara material? Durante el día no tengo hambre, por la noche no tengo sueño; no le ha quedado agua a mi corazón a causa del fuego que devora a mi alma. Me he dicho a mí mismo: " ¡Oh tú que hablas mucho! en vez de hablar tanto, golpea tu cuerpo y busca los secretos". Mi corazón responde: "Estoy sumido en el fuego, no me acuses; ardo si no hablo. El océano de mi alma agita sus olas de mil maneras; ¿cómo permanecer silencioso por un momento? Yo no me enorgullezco de esto por encima de nadie, pero estos pensamientos me ocupan enteramente. Aunque este amor no deje mi corazón, ¿qué puedo decir, puesto que yo no estoy iniciado en la cosa? ¿Pero qué son todos esos vanos relatos y qué pretenden esos hombres manchados de egoísmo? ¿Qué saldrá de un corazón que ha estado ocupado en estas vanidades, si se echa al olvido mi discurso? Es necesario determinarse a renunciar a la vida cien veces y a pedir perdón por todas estas vanidades. Si quieres que el océano del alma permanezca en una saludable agitación, hay que saber renunciar a la vida y guardar silencio.

 

Fuente: Título original: Mantic Uttair (¨El Lenguaje de los Pájaros¨),   la versión de Garcin deTassy ,1986 . Edicomunicación

Traducción: Josefa García; Edita: Edicomunicación S.A. Las Torres, 75 08033 Barcelona, Impreso en España

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