Historia del schaikh San’an (cuarta parte)
Historia del schaikh San’an (cuarta parte)
Ahora bien, había en la Caaba un amigo del schaikh que, en su ardor, se había lavado las manos de todo. Era clarividente y estaba en el buen camino y nadie conocía al schaikh mejor que él. Por azar, cuando el schaikh salió de la Caaba para su viaje, este amigo no estaba presente y, cuando este último volvió a su vivienda, no encontró al schaikh en su retiro. Preguntó a los discípulos del santo personaje por las noticias de este último y le contaron todo lo que había pasado, a saber, qué pesada rama de árbol le había herido el pecho por la actuación del destino y qué accidente le había ocurrido a causa de la suerte. La cabellera de una joven infiel -le dijeron-, lo ha atado a uno solo de sus cabellos y ha obstruido para él por cien lados el camino del islamismo. Actualmente juega al amor con bucles de cabellos y efélides; ha quemado su hábito y su posición se ha vuelto completamente anormal. Ha retirado por completo la mano de la obediencia a los preceptos de la religión y a esta hora guarda cerdos. Entregado hoy a este loco amor, el cuerpo rodeado de un zunnar, está irresuelto; pero, aunque el schaikh haya jugado su alma en la vía de la religión, no se puede reconocer su infidelidad como empedernida.
Cuando el discípulo hubo oído esta historia, se quedó tan estupefacto que su rostro se volvió amarillo como el oro y se puso a lamentarse amargamente. Sin embargo dijo a sus compañeros: " ¡Oh vosotros que lloráis! no hay distinción en la fidelidad, entre el hombre y la mujer. Para socorrer a un amigo desgraciado, a veces no hay ni una sola persona entre cien mil que pueda serle útil en un día determinado. Puesto que vosotros sois los verdaderos amigos del schaikh, ¿por qué no lo habéis ayudado? Avergonzaos de tal conducta y ayudadlo a salir de su embarazosa situación; tratadlo con justicia y fidelidad.
"Puesto que este schaikh ha puesto su mano sobre el zunnar, es necesario que nos ciñamos todos la cintura; no había que haberse separado de él; sino que por el contrario, haber nos hecho todos cristianos. Actuando como vosotros habéis hecho, no ha sido una asistencia caritativa la que le habéis prestado; sino que habéis actuado con hipocresía. El que quiera ir a ayudar a su amigo debe seguir siendo su amigo, incluso cuando él fuera infiel. Es en la desgracia cuando se puede conocer quien nos quiere; pues en la felicidad se tienen miles de amigos. Cuando el schaikh cayó en las fauces del cocodrilo, todos huyeron lejos de él para no perder su reputación y su honor; pero el edificio del amor está basado a veces en la infamia. Si se tiene alejamiento hacia este misterioso fenómeno, se es un inexperimentado."
Todos los discípulos del schaikh dijeron: "Lo que tú dices, nosotros lo hemos visto antes muchas veces; efectivamente hemos hecho el proyecto de pasar junto a él la vida, en la alegría o en el pesar. Habríamos querido rechazar la verdadera religión y abrazar la idolatría; pero este schaikh de cuya santa experiencia debíamos fiarnos, expresó el deseo de vernos regresar uno detrás de otro. Como el schaikh no encontró útil nuestro socorro, nos despidió rápidamente. Es por esto por lo que volvimos según su orden; he aquí lo que ha pasado, no hacemos un secreto de ello". El fiel discípulo replicó: "Si queríais actuar con celo en este asunto, hacía falta ir a llamar a la puerta de Dios y poneros, por la oración, en su presencia.
Quejándoos ante Dios de la desgracia que deploramos, habríais recitado cada uno una oración diferente, de manera que, habiéndoos visto agitados, Dios os hubiera devuelto de nuevo al schaikh sin demora. ¿Por qué retiraros de la puerta de Dios, si queríais cuidar con atención de vuestro schaikh?"
Cuando los discípulos hubieron oído este discurso, ninguno de ellos osó levantar la cabeza, a causa de la confusión que experimentaban. Pero él les dijo: "¿Para qué sirve actual mente esta vergüenza? Cuando podamos actuar, nos levantaremos prontamente; seremos asiduos de la corte de Dios y nos pondremos al nivel del polvo, a causa del crimen del schaikh. Nos cubriremos todos de un vestido de suplicante y al final llegaremos hasta nuestro schaikh". Todos se fueron, pues, de Arabia hasta Grecia y permanecieron secretamente en oración día y noche. Cada uno de los innumerables discípulos del schaikh estaba a la puerta de Dios, tanto en súplica, tanto en lamentación. Actuaron así durante cuarenta días y cuarenta noches, no comieron ni durmieron; durante estos cuarenta días, no probaron ni el pan ni el agua. Por el efecto de las súplicas de esta tropa de hombres sinceros, se hizo sentir en el cielo una penosa agitación; los ángeles y los santos, vestidos de verde en las alturas y en los valles del cielo, se vistieron todos con ropa de luto. Al final, la flecha de la oración alcanzó su blanco.
El entregado discípulo que había excitado a sus compañeros y que tenía el primer rango entre ellos, estaba en éxtasis en su solitaria celda. Por la mañana, un céfiro almizclado se produjo de improviso y el mundo fue desvelado a su inteligencia. Vio llegar a Mahoma como una luna con dos bucles negros de cabellos que le bajaban hasta el pecho. La sombra de Dios era el sol de su cara; el alma de los cien mundos estaba atada a cada uno de sus cabellos. Andaba con gracia y sonreía; todo el que lo veía se perdía en él. Cuando este discípulo vio al Profeta, se levantó enseguida diciendo: " ¡Oh, mensajero de Dios, ayúdame!
Fuente: El Lenguaje de los Pájaros, Farid Uddin Attar, Traducción: Josefa García, Edicomunicación S.A. Barcelona