Historia del schaikh San’an (quinta parte)

Historia del schaikh San’an (quinta parte)

¡Tú eres el guía de las criaturas; nuestro schaikh se ha perdido, muéstrale el camino, te conjuro en el nombre de Dios!"

Mahoma le dijo: "¡Oh, tú, cuyas miras son verdaderamente elevadas! ve y sabe que he desembarazado a tu schaikh de sus ataduras. Tu pura intención ha sido recompensada, pues no has tenido reposo hasta que no has obtenido la conversión del schaikh. Entre el schaikh y Dios (la Verdad) había desde hacía tiempo una mota de polvo negra. Hoy he quitado esta mota de su camino y no lo he dejado por más tiempo en medio de las tinieblas. He vertido el rocío del océano de la súplica y se ha extendido en su existencia. Este polvo se ha retirado hoy del camino; el arrepentimiento ha tenido lugar y el pecado se ha borrado. Sabe bien positivamente que las faltas de cien mundos desaparecen del camino por el vapor de un momento de arrepentimiento. Cuando el océano de la benevolencia agita sus olas, borra las faltas de los hombres y de las mujeres".

El discípulo fue invadido por la estupefacción de la alegría que experimentaba. Lanzó tal grito que el cielo se emocionó por él. Comunicó esta circunstancia a todos sus compañeros y, después de haberlos instruido sobre la gran noticia, hizo el proyecto de reanudar la marcha. Se fue con sus amigos, llorando y corriendo, hasta el lugar en que el schaikh guardaba un rebaño de cerdos. Vieron al schaikh que se había vuelto como el fuego, encantado en medio de la agitación que experimentaba. Había expulsado de su boca la campanilla cristiana y había roto su cinturón. Al mismo tiempo había tirado el gorro de la embriaguez y renunciado al cristianismo.

Cuando el schaikh vio a sus amigos a lo lejos, se dio cuenta de que estaba en las tinieblas. De vergüenza, desgarró su ropa y con su débil mano echó tierra sobre su cabeza. Tanto derramaba lágrimas de sangre como la lluvia, tanto se entregaba a la desesperación y quería retirar sus manos de su dulce vida. Tanto la cortina del firmamento se inflamaba por el efecto de sus suspiros; tanto, por el efecto de su dolor, su sangre se calcinaba en su cuerpo. La sabiduría y los secretos divinos, el Corán, las profecías, todo lo que había sido enteramente lavado de su espíritu, todo esto le volvió a la vez a la memoria y al mismo tiempo fue liberado de su locura y de su miseria. Cuando consideraba su estado, se prosternaba y lloraba, su ojo ensangrentado por sus lágrimas se parecía así a la rosa y de vergüenza estaba perdido en el sudor.

Cuando sus compañeros vieron que su schaikh era presa del dolor después de haberse entregado a una loca alegría, fueron todos hacia él, en un indecible estado de turbación y ofreciéndose en sacrificio en agradecimiento. Dijeron al schaikh:

 

"Conoce el secreto sin velo; la nube se ha retirado de encima de tu sol. La infidelidad ha dejado el camino y la fe se ha establecido en él. La idólatra Grecia se ha convertido en adoradora de Dios. El océano de la aceptación ha agitado de repente sus olas, pues el Profeta ha intercedido por ti. Actualmente es la hora del agradecimiento, expresa a Dios tu gratitud; ¿por qué estar de luto? ¡Gracias sean dadas a Dios de que en este océano de pez haya trazado un camino tan visible como el sol! El que sabe hacer brillante lo que es negro sabe dar también la contrición de tantas faltas; es, a saber, el fuego del arrepentimiento que, cuando brilla, quema todo lo que hay que quemar". En resumen, se decidió que se pondrían enseguida en camino. El schaikh hizo su ablución, volvió a coger su hábito y partió con sus compañeros para el Hejaz.

Entretanto, la joven cristiana vio en sueños al sol que bajaba a su lado y le hacía oír estas palabras: "Sigue a tu schaikh, adopta su doctrina, sé su polvo. Tú que lo has manchado, sé pura como lo es él actualmente. Así como él vino francamente a tu camino, toma a tu vez verdaderamente su vía. Lo has arrancado de su camino, entra en el suyo. Puesto que él está en la verdadera vía, sigue el mismo camino. Has asaltado su fe, como un salteador de caminos; sigue actualmente la misma ruta, reconoce al fin la Verdad, después de haber descuidado por tanto tiempo el instruirte".

Cuando la joven cristiana se despertó de su sueño, una luz parecida al sol iluminó su espíritu. En su corazón surgió una admirable emoción, que la volvió impaciente en su búsqueda. El fuego cayó sobre su ebria alma, su mano cogió su corazón y su corazón cayó en su mano. Ella ignoraba el fruto que su turbación producía en su interior. Sin embargo, la joven cristiana no tenía confidente cuando estas circunstancias se produjeron. Vio que en realidad era una criatura a la que le faltaba una dirección para su camino. Su lengua debía pues permanecer muda y la ignorancia era su herencia. En efecto, ¡cosa admirable! en medio de la alegría y el placer, el schaikh se deslizó lejos de ella como la lluvia; la joven cristiana salió corriendo, gritando y desgarrando sus vestidos; corrió en medio de la sangre, con la cabeza llena de polvo. Con un corazón lleno de aflicción y un cuerpo impotente, persiguió al schaikh y a sus discípulos. Estaba inundada de sudor como la nube de agua; había dejado escapar de su mano a su corazón e iba en pos del schaikh. Ignoraba por qué lado de la llanura y del desierto había de coger; se lamentaba mucho, débil y agitada como estaba y, frotando varias veces su cara contra la tierra: " ¡Oh Dios creador! -decía gimiendo y dirigiéndose al schaikh-, soy una mujer asqueada de todo. Adepta como tú del camino sin límite del espiritualismo. He golpeado este camino con mis pies. No me golpees tú, pues yo he golpeado sin conocimiento. Apacigua el océano de tu furor; he cometido faltas por ignorancia, cúbrelas. No señales lo que he hecho mal. He aceptado la verdadera religión; no me consideres pues como estando sin religión". Sin embargo una voz interior hizo conocer al schaikh lo que pasaba: "Esta joven -le dijo- ha dejado la infidelidad; ha conocido la existencia de nuestro sagrado templo, ha entrado en nuestro camino. Así, vuelve cerca de esta muchacha, desde ahora puedes estar íntimamente unido sin crimen a tu ídolo". Entonces el schaikh desandó enseguida el camino como el viento y, habiendo corrido inmediatamente el rumor entre sus discípulos, le dijeron todos: "¿Cuál es pues el resultado definitivo de tu conducta? ¿De qué te han servido tu arrepentimiento y todo lo que te ha ocurrido? Una vez más te entregas al amor; dejas la penitencia y renuncias a la oración". Pero el schaikh les contó la historia de la joven y les dijo todo lo que había oído y les declaró que él renunciaba a vivir. Después, él y sus discípulos volvieron sobre sus pasos hasta que llegaron al lugar donde estaba la hermosa cristiana. Pero la encontraron tendida en el suelo, con el rostro amarillo como el oro, los cabellos manchados por el polvo del camino, descalza y con sus bonitos vestidos desgarrados; se habría dicho un cadáver.

 Cuando esta encantadora luna vio a su schaikh, cayó en síncope por efecto de la herida que experimentó su corazón y entró en el sueño del desvanecimiento. Ante esto, las lágrimas corrieron por el rostro del schaikh y cuando la hermosa cristiana pudo a su vez echar una mirada sobre el schaikh, derramó lágrimas como el rocío primaveral. Vio que el schaikh era fiel a sus compromisos y se echó a sus manos y a sus pies. Ella dijo: "Mi alma está consumida por la vergüenza que experimento por tu causa; pero desde ahora no puedo arder detrás del velo del secreto; levanta ese velo para que yo sea instruida y muéstrame el islamismo para que esté en la vía verdadera". El schaikh hizo entonces conocer el islamismo a la joven cristiana y el rumor se extendió entre sus amigos. Cuando este hermoso ídolo estuvo entre el número de los fieles, ellos derramaron abundantes lágrimas de alegría; por fin, cuando esta muchacha, digna de ser adorada, hubo encontrado el verdadero camino, encontró enseguida en su corazón el gusto de la fe; pero su impaciente corazón se entregó a la tristeza sin encontrar consuelo.

“¡Oh schaikh! -gritó- mi poder está en su límite; ¡yo no podría soportar la ausencia! Me voy de este mundo polvoriento y aturdidor. ¡Adiós schaikh San'aan, adiós! No puedo decir nada más; confieso mi insuficiencia; perdóname y no te opongas a mí."

Esta luna habló así y sacudió su mano de su vida; ya no tenía más que media vida; la sacrificó por su amante. Su sol se escondió bajo las nubes, su dulce alma fue separada de su cuerpo. ¡Qué lástima! Ella era una gota de agua en este océano ilusorio y regresó al verdadero océano.

Todos dejamos el mundo como el viento; ella se fue y nosotros nos iremos también. Hechos parecidos han ocurrido a menudo en la vía del amor; lo sabe aquel que conoce el amor. Todo lo que se dice sobre el camino espiritual es posible; hay misericordia y desesperación, engaño y seguridad. El alma concupiscente no puede oír estos secretos, la desgracia no puede llevarse la bola del mazo de la felicidad. Es necesario oír estas cosas con el oído del espíritu y del corazón y no con el del cuerpo. El combate del corazón con el alma concupiscente es terrible a cada instante; gime, pues grande es el luto.

Fuente: El Lenguaje de los Pájaros, Farid Uddin Attar, Traducción: Josefa García, Edicomunicación S.A. Barcelona

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