La anciana que quiere comprar a Jose

LA ANCIANA QUE QUIERE COMPRAR A JOSE 

Cuentan que, cuando vendieron a José, los egipcios manifestaron una ardiente simpatía hacia él. Como se presentaron muchos compradores, quisieron tener cinco o diez veces más que su peso en almizcle. Entre ellos se encontraba una anciana, con el corazón ensangrentado y que había hilado en esta ocasión algunas madejas de hilo. Toda emocionada llegó al centro de la reunión y dijo al corredor: "Véndeme a este cananeo; estoy loca por el deseo que experimento de poseer a este joven. He hilado diez madejas de hilo para pagar su precio; cógelas y véndeme a José, poniendo tu mano sobre la mía sin decir palabra".

El corredor se echó a reír y le dijo a la vieja: "Tu simplicidad te pierde; esta perla única no es para ti. En esta asamblea ofrecen cien tesoros para pagar su precio; ¿cómo, pues, querrías tú pagarlo con tus bolas de hilo? -"Yo sé bien -respondió la vieja-, que nadie me vendería a este joven por tan poco; pero me basta con que mis amigos y mis enemigos puedan decir:

`Esta anciana ha sido del número de los compradores de este joven',".

Todo corazón que no esté animado por una noble ambición no puede alcanzar el reino infinito. Fue por esta ambición por lo que el gran príncipe (del que se hablará más adelante) prendió fuego a su reino. Cuando vio todos los inconvenientes de la realeza temporal, consideró la realeza espiritual como teniendo cien veces más valor que cien mil realezas terrenales.

Habiéndose desarrollado su ambición en la pureza de ambición, le disgustó todo reinado impuro. En efecto, cuando el ojo de la ambición ve al sol, ¿cómo podría apegarse a un átomo?

Tipo de texto: 
Share/Save