La llave perdida

La llave perdida

Un sufí oyó, mientras andaba, unos gritos que lanzaba un individuo que había perdido una llave y que decía: "¿No ha encontrado nadie allí una llave? Mi puerta está cerrada y estoy en el polvo del camino. Si mi puerta permanece cerrada, ¿qué es preciso que haga? ¿Debo continuar atormentándome? ¿Qué es necesario, pues, que haga?"

"¿Por qué afligirte? -le dijo el sufí-; puesto que conoces tu puerta, quédate cerca de ella aunque esté cerrada. Si te quedas por un tiempo sentado al lado de esta puerta cerrada, no es dudoso que alguien termine por abrírtela. Tu asunto es fácil y el mío difícil, pues mi alma se consume en la estupefacción. En mi asunto no hay ni cabeza ni pie; no hay puerta ni llave.

¡Quisiera Dios que yo pudiera ir a toda prisa y encontrar la puerta abierta o cerrada!"

El hombre sólo tiene como herencia la imaginación; nadie conoce el verdadero estado de las cosas. Al que os diga: "¿Qué haré?" decidle: "No hagas lo que has hecho; no actúes como has actuado hasta el presente".

El que entra en el valle del asombro entra a cada instante en tal dolor que bastaría para afligir a cien mundos. ¿Pero hasta cuándo soportaré esta aflicción y la confusión del espíritu? Puesto que me he perdido, ¿adónde dirigiré mis pasos? Yo lo ignoro, ¡pero Dios quisiera que lo supiese! y si lo supiera estaría en la estupefacción. Aquí la queja del hombre es una acción de gracias, la infidelidad se ha convertido en la fe y la fe en la infidelidad.

Fuente: El Lenguaje de los Pájaros, Autor: Farid Uddin Attar, Traducción: Josefa García, Editorial Las Torres, Barcelona 1986

Tipo de poesía: 
Tipo de texto: 
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