A MI MADRE
A MI MADRE
Añoro el pan de mi madre,
el café de mi madre,
las caricias de mi madre…
Día tras día
en mí crece la infancia,
pero amo mi edad, pues
de morir
me avergonzarían las lágrimas de mi madre.
Haz de mí, si vuelvo un día,
adorno de tus pestañas,
cubre mis huesos con hierba
bautizada con tus puros tobillos,
átame
con un mechón de tus cabellos…
con un hilo suelto de la cola de tu vestido…
Puede que me convierta en un dios,
que en un dios me convierta
si toco el fondo de tu corazón.
Ponme, si es que regreso,
como leña en el horno de tu fuego,
como una cuerda de tender en la azotea de tu casa,
porque no puedo levantarme
sin la oración de tu día.
He envejecido, devuélveme las estrellas de la infancia
para que comparta
con los gorriones
la senda de regreso
al nido en que aguardas.