Regreso a la historia de Zayd

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Regreso a la historia de Zayd

No encontrarás a Zayd ahora, pues ha huido: se ha fugado del lugar donde se ponen los zapatos y los ha dejado caer. ¿Quién eres tú (para esperar encontrarle)? Zayd ni siquiera puede encontrarse a sí mismo, ha desaparecido como una estrella sobre la que brilla el Sol. No descubrirás rastro de él, no hallarás un astro en la vía estrellada (Vía Láctea).

Nuestros sentidos y razón finita se borran en el conocimiento y sabiduría de nuestro Rey. Sus sentidos (los de los místicos) y comprensión se balancean, sobre las olas, en el mar de están reunidos ante nosotros. Cuando llega la noche, vuelve el momento de llevar la carga: las estrellas, que se habían ocultado, regresan al trabajo. Dios restituye sus sentidos a quienes los habían perdido: tropa tras tropa, con resonancias en sus oídos, danzando, moviendo sus manos en alabanza, triunfando y diciendo: «Oh Señor, nos has devuelto a la vida».

Esas pieles y huesos arrugados se han convertido en jinetes y han levantado el polvo: en la resurrección, tanto los agradecidos como los ingratos se apresuran de la no-existencia hacia la existencia. ¿Por qué apartas la cabeza y finges que no ves? ¿No volviste el rostro al principio, en la no-existencia? Habías plantado firmemente tus pies en la no-existencia diciendo: «¿Quién me arrancará de mi lugar?». ¿Es que no has visto la acción de tu Señor, que te arrastró por los cabellos, a través de distintos estados (del ser) que tú no podías imaginar? Esa no-existencia es siempre Su esclava: ¡trabaja (en Su servicio), oh demonio! Salomón vive.

El demonio está haciendo grandes hoyos, como canales de irrigación, no se atreve a pronunciar una palabra negándose o contestando. Mírate, estás temblando de miedo: sabe que la no-existencia asimismo se estremece constantemente. Y si te aferras a las dignidades mundanas, también por temor sufres agonía del espíritu. ¿Qué es la agonía del espíritu? Avanzar hacia la muerte y no asir el Agua de la Vida.

La gente fija ambos ojos en la Tierra y en la muerte: tiene cien dudas con respecto al Agua de la Vida. Esfuérzate para que esas cien dudas se queden en noventa: camina de noche pues, si te duermes, la noche se irá. Busca el día en la oscura noche: sigue a la razón que consume las tinieblas. En la noche de nefasto color hay mucho bien: el Agua de la Vida es compañera de la oscuridad.

¿Cómo es posible levantar la cabeza del sueño, cuando estás sembrando cien semillas de pereza? El sueño mortal (pesado) y la comida mortal (ilícita) se hicieron amigos: el mercader se durmió y el ladrón nocturno se puso a trabajar. ¿No sabes quiénes son tus enemigos? Los hechos de fuego (los diablos) son los adversarios de los hechos de tierra (la humanidad). El fuego es el enemigo del agua y sus hijos, como el agua es antagonista de la vida del fuego. El agua mata al fuego porque es hostil a su progenie.

Este fuego es el de la lujuria, donde se encuentra la raíz del pecado y del error. Las llamas externas pueden apagarse con agua, pero el fuego de la concupiscencia te conduce al infierno y no lo extingue el agua pues tiene la insaciable naturaleza atormentadora del infierno. ¿Cuál es el remedio para el fuego de la lujuria? La luz de la religión: vuestra luz es el medio para sofocar el fuego de los infieles. ¿Qué apaga ese fuego? La luz de Dios. Haz que las luces de Abraham sean tu maestro, para que tu cuerpo, que parece leña, se libre de las llamas de la carne (nafs) como la de Nimrod. La fogosa lujuria no se reduce satisfaciéndola; disminuye inevitablemente dejándola insatisfecha. Mientras seas como troncos en el fuego ¿cómo apagará la hoguera el que transporta leña? Cuando no echas más troncos, el fuego se extingue, porque el temor de Dios lleva agua a las llamas. ¿Cómo va el fuego a ennegrecer el bello rostro de quién está sonrosado por el temor de Dios que habita en los corazones?

Fuente: Título original: Mathnawi; Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī, 1273; Traducción: Carmen Liaño

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Tipo de texto: 
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