Renacimiento Persa: “Ferdowsî y la Épica”
Renacimiento Persa: “Ferdowsî y la Épica”
“De aquí en adelante no moriré, permaneceré vivo.
Porque fui el que volvió a esparcir las semillas del discurso”
Abul Qasim Mansur Ibn Hasan Al Ferdowsî (940- 1020) nació en las cercanías de Tûs- hoy la Sagrada Mashhad y se ganaba la vida mediante la venta que le propiciaban sus tierras. Fue contemporáneo de la dinastía turca de los Ghaznevidas que mantuvo el poder aproximadamente de 962- 1040. Durante ese reinado se adoptó el zabanê farsî (idioma persa) como lengua administrativa y se da a aparecer como heredera de los Samaníes, opuestos a los turcos qarakhanidas del Asia Central. El cenit de su poderío se dio con el caprichoso Shâh (sultán, rey) Mahmud Al Ghaznaví. Ferdowsî luego de trabajar por más de 30 o 35 años en la composición del “Shâh Nâmeh” se dirigió a la corte del Shâh Mahmud con la confianza de que poseía una gran riqueza y reputación para interactuar entre los diversos poetas que retenía el monarca.
Se comenta que el Shâh Mahmud no apreció el iranismo algo mazdeizante de Ferdowsî y que fue realmente el visir Fadl Ibn Ahmad, quien protegió al poeta a la vez que comenzó la iranización como vehículo de lenguaje administrativo. Otra fuente habla que Ferdowsî fue víctima de las intrigas de cortesanos y literatos celosos que tomaron como punto de ataque la simpatía de Ferdowsî por el Shiismo. Sin embargo, lo cierto fue que Mahmud Al Ghaznaví se negó a recompensar al poeta como era debido y este, en venganza lo satirizó a través de crueles y satíricos versos que ponían de manifiesto su ascendencia esclava; por lo que Ferdowsî tuvo que vivir el resto de su vida huyendo de la cólera del Shâh. Se le adjudica al poeta de Mashhad una serie de poemas líricos y de una versificación del Iusuf Wa Zuleiyah, basado en la historia del Profeta Iusuf (P).
El Shâh Nameh cuenta en sus 60 000 dísticos escritos en mutuqârib (métrica persa) la historia (mitad leyenda, mitad relato histórico pletórico en simbología mazdea) de los monarcas de Persia, desde el principio de los eones hasta el último rey sasánida.
La obra presenta analogías en la estructura épica con distintas obras de este género literario de la antigüedad y el medioevo., desde el arcano poema de Pentaur de la literatura egipcia (en el que se narran las cruentas batallas de Ramsés II contra los Hititas) pasando por la obra cumbre del Sánscrito “El Ramayana” (la epopeya del héroe Rama), hasta el Kalevala (libro epopéyico de Finlandia).
Las crónicas de la dinastía van acompañadas de comentarios sobre la inevitabilidad del cambio político- religioso, vivas descripciones de batallas (al modo homérico) y reflexiones melancólicas expresadas con una calidad rara para aquellos días. Ferdowsî fue un extraordinario narrador y sus personajes son héroes y gigantes que logran recordar los episodios mesopotámicos del Gilgamesh, pero su lenguaje es libre de hipérboles. Existe parangón entre los libros históricos hebreos como Shoftim (Jueces: también traducible como “Cabezas, líderes o regidores”) y el Libro de los Reyes donde se narran combates y se cuentan largas genealogías monárquicas (ya sean de Judea o Israel).
Se revivió con el Shâh Nameh las leyes y preceptos morales (vidévdad) del antiguo Irán, fundándose en obras de prosa escrita en la antigua lengua pelvi y con ello logró dar espíritu al sentimiento de nación de un pueblo con 300 años de yugo extranjero. Se propuso utilizar Ferdowsî la menor cantidad de palabras posible en árabe, en los 60 000 versos utilizó 984 expresiones en lengua árabe. De este modo el Shâh Nameh propició el primer rompimiento de la unidad lingüística del imperio islámico, convirtiéndose en una obra que sobrepasó a todas las demás por su tema y rico estilo, dando génesis a lo que se ha catalogado como el Renacimiento Persa, donde el Farsi pasó a ser una lengua tanto literaria como diplomática.