Rey de Persia
Rey de Persia
¿Quién, según el relato de Dehgan, ha buscado en la tierra la corona del poderío? ¿Quién ha colocado la diadema sobre su frente? Nadie en el mundo ha conservado el recuerdo, si no es un hijo que haya recibido de su padre las tradiciones, y quien, según las palabras de su padre, te cuenta a través de quien el glorioso poder fue creado, y quien de entre esos reyes alcanzó el más alto poderío.
Un hombre que ha leído en un libro antiguo que contiene las historias de los héroes, dice que Kiumars fue el que instituyó el trono y la corona y que fue el primer rey. Cuando el sol entró bajo el signo de Capricornio, el mundo se llenó de esplendor, de orden y de luz; el sol brilló bajo el signo de Capricornio, de madera que el mundo se rejuveneció enteramente: entonces, Kiumars se convirtió en el dueño del mundo. Al principio, él estableció su casa en las montañas; su trono y poderío se alzaron en las montañas, y él se vistió, él y sus compañeros, con pieles de tigres. De él proviene cualquier civilización, puesto que el arte de vestirse y alimentarse era nuevo. Él reinó treinta años sobre la tierra. Él era hermoso como un sol en su trono; el brillaba desde lo alto de su trono real, como lo hace una luna de dos semanas por encima de un esbelto ciprés. Los animales feroces y las bestias salvajes que lo vieron, acudieron hacia él desde todos los lugares del mundo ,y se mantenían inclinados delante de su trono; fue ahí que se revelaron su majestad y su alta fortuna. Ellos acudieron ante él para rendirle homenaje; fue de él que recibieron las leyes. Él tuvo un hijo, hermoso de cara, lleno de virtudes y ávido de gloria, como como su padre; su nombre era Siamak: él era feliz y el corazón de Kiumars no vivía sino él. No se alegraba del mundo sino cuando veía a su hijo, puesto que muchas ramas fecundas deberían salir de él. La vida de su hijo le hacía llorar de amor, y se consumía ante el temor de perderlo. Así transcurrió un tiempo, el dominio de rey prosperaba, no tenía ningún enemigo sobre la tierra, excepto Ahriman, quien pensaba cómo ponerle la mano encima. Ahriman tenía un hijo que aparecía un lobo feroz, valiente y a la cabeza de un poderoso ejército que puso en marcha. Fue a hablar con su padre, pues ansiaba el trono y la diadema del rey. El mundo le parecía negro a causa de las prosperidad de Siamak y de la fortuna de su padre; él le comunicó a todos su plan y llenó en mundo con su ruido. Sin embargo, el mismo Kiumars llegó a advertir esto, ¿cómo supo que alguien le envidiaba el trono? El bienaventurado Surush apareció de repente, parecido a un Pari, cubierto de una piel de tigre y le reveló, en secreto, todo lo que Ahriman y su hijo tramaban contra él.
Fuente: Shahnameh (El libro de los Reyes), Hakim Abolghasem Ferdowsi, Publicado por la Organización Chape Par, Teherán ,2013