Rostam contra el dragón (primera parte)

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Un dragón salió del desierto. Tu hubieras dicho que un elefante no hubiera podido escapar de él. Su madriguera se encontraba en ese lugar y, por miedo a encontrarse con él, ningún Div hubiera osado pasar por ahí. Él vino y con asombro vio a Rostam, que buscaba la posesión del mundo; dormido delante de él, un caballo. Se preguntó qué podría ser esa aparición, y quién tendría la audacia de descansar en ese lugar ;ya  que ninguna criatura se atrevía a pasar por el camino, ni Div, ni elefante,  ni león lleno de coraje. Y si algún ser vivo venía, no tenía la menor oportunidad de escapar de ese malvado dragón. El dragón se dirigió hacia Rajsh, el brillante, y Rajsh corrió hacia el héroe que iba en búsqueda de la diadema. Golpeó la tierra con sus cascos de acero,  la golpeaba con sus patas y sacudía la cola.

Rostam despertó de su sueño y la cabeza del héroe, lleno de prudencia se encolerizó. Miró alrededor de él en el desierto, pero el dragón furioso había desaparecido. Rostam regaño a Rajsh  aturdidamente por haberlo despertado de su sueño y, seguidamente, se volvió a dormir y el dragón de nuevo saló de las tinieblas. Rajsh corrió a toda prisa de nuevo hacia el lecho de su amo, desgarrando el suelo y coceando y, de nuevo el durmiente se despertó con asombro y sus mejillas pálidas  de cólera. Él miró a su alrededor en la llanura, pero sus ojos solo vieron la oscuridad de la noche. Entonces él le dijo a Rajsh, su fiel y vigilante caballo: ¨Tú no puedes hacer desaparecer las tinieblas de la noche, tú no haces sino interrumpir mi sueño, te impacientas por verme despertar. Si vuelves hacer un ruido  semejante,  te cortaré la cabeza con mi espada afilada. Me iré a pié a Mazandarán , arrastraré mis casco, mi espada y mi pesada maza. Yo te había dicho que si un león venía a atacarte,  yo lo combatiría para salvarte pero no te dije que te abalanzaras sobre mí en la noche. Espera a que yo me despierte.¨

Rostam se durmió por tercera vez, después de haberse cubierto el pecho con la coraza de piel de tigre volvió a rugir el dragón. Tú hubieras dicho que su aliento vomitaba fuego. Esta vez Rajsh huyó a través de la pradera, ya que no se atrevió a cercase al Pahlevan. Su corazón estaba destrozado por esta asombrosa aventura. Tenía miedo de Rostam y del dragón. Pero su amor por Rostam no le dejó descanso.

Corrió hacia su amo, rápido como el viento, relinchando, haciendo ruido, desgarrando la tierra y abriendo todos sus casco. Rostam se despertó de su dulce sueño y se encolerizó contra el caballo.

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