Siete rubaiyat espirituales
Siete Rubaiyat espirituales
223 La diversidad de cultos divide al género humano en sesenta y dos naciones, más o menos.
En medio de todos esos dogmas, yo he escogido el de tu amor.
¿Qué significan estas palabras: impiedad, islamismo, culto, pecado?
Mi verdadero fin eres tú.
¡Lejos de mí todos esos vanos pretextos!
224 Cuenta mis virtudes una por una y mis defectos, perdónalos por docenas.
Cada pecado cometido, perdónalo por el amor de Dios.
No atices el fuego del odio con el soplo de las pasiones.
Perdóname en memoria de la tumba del Profeta de Dios.
225 En verdad, el vino en la copa es un espíritu límpido; en el cuerpo de la botella, es un alma transparente.
Ninguna persona antipática es digna de mi sociedad.
Sólo la copa de vino puede ser mi compañero, porque ella es,a la vez, un cuerpo sólido y diáfano.
226 iOh rueda de los cielos!, hieres de una ingratitud a toda prueba!
Me tienes constantemente desnudo como un pez.
La rueda del tejedor teje hábitos para los humanos.
Ella es más caritativa que tú, ¡oh rueda de los cielos!...
227 ¡Oh Kheyyman!, el tiempo se avergüenza del que se deja entristecer por las virtudes de acá abajo.
Bebe, pues, al sino de arpa, el vino en la copa de cristal; bebe antes de que este cristal se rompa contra una piedra.
228 Si la rosa no es para nuestro regalo, ¿nos quedan sólo espinas?
Si la luz divina no llega hasta nosotros, ¿tendremos el fuego del infierno?
Si no tenemos ni manto clerical, ni templo, ni pontífice, ¿nos quedan sólo las campanas, la iglesia, los éfodos?...
229 Si la rueda de los cielos me niega la paz, ¿deberé prepararme para la guerra?...
Si no tengo una reputación honorable ¿me dejaré arrastrar por el odio?
He aquí la copa, lleno de un vino color de rubí: el que no quiera beber, ¿no tendrá una piedra por cabeza?...
230 La aurora apareció. Desgarró el velo de la tierra...
Levántate y vacía la copa de la mañana.
¿Por qué esta tristeza?
Bebe, ¿oh mi corazón!... Bebe, porque estas auroras se sucederán volviendo su faz hacia nosotros cuando nosotros ya habremos sepultado nuestra faz en la tierra.
Fuente: Rubaiyat OMAR KHAYYAM,traducción al castellano de Raúl Cervantes Ahumada, Editorial Alianza