Un mapa de lo Imaginal (Quinta parte)

Autor: 

Un mapa de lo Imaginal (Quinta parte)

 

Estos acontecimientos verdaderos, con los nexos que unen a unos y otros, tienen lugar en el mundo sutil del Alma, el mundo del Malakūt, mundus imaginalis. Algunos han hablado de “crónica de Akasha” (este término designa el mundo sutil). Lo que estamos considerando propone simplemente la expresión “historia imaginal”. Cualquier filosofía que pierde el sentido del mundo imaginal se cierra el acceso a los acontecimientos cuyo escenario constituye, y será víctima de los falsos dilemas.

Necesitábamos pues otro léxico distinto al de la historia en el sentido empírico de la palabra, para aludir a la “crónica del Malakūt”, del mismo modo que Boehme necesitó una terminología distinta a la utilizada por los filósofos peripatéticos y se expresó a través de la terminología alquímica. Para expresar el nexo entre las distintas etapas de la sofianidad y de la Tierra celeste hemos recurrido en este caso a una terminología musical, al referirnos al fenómeno sonoro que produce, en el órgano, la ejecución denominada progressio harmonica.

Entonces la penetración en el mundo de Hūrqalyā, en el mundo del Ángel, se transforma en un aspecto de lo que nos sugiere la audición de la progressio harmonica. Al pronunciar estas palabras observamos de nuevo determinadas resonancias con la “actualidad”, en el sentido en el que nos hemos expresado anteriormente acerca de la actualidad de la “lucha a favor del Alma del mundo”. Algunas publicaciones recientes importantes nos confirman la actualidad del mundo del Ángel por y en determinados filósofos de todas las épocas. La investigación en busca de este mundo tiene algo de patético, no nos referimos tan sólo a los sarcasmos que provoca en la ignorancia a la que desafía, sino a todo lo que tiene que encontrar con tanta dificultad. Se trata de toda una tradición olvidada (e incluso deformada y alterada), cuya investigación sólo los textos múltiples pueden estimular, así como conducir simultáneamente a una renovación completa de la angelología. Hemos querido ofrecer aquí algunos de estos textos.

No ocultamos que las costumbres mentales arraigadas desde hace varias generaciones hacen difícil a nuestros contemporáneos el acceso a ese mundo que para ellos es un mundo perdido. Es muy significativa la acogida dispensada a un libro reciente, que ofrece acerca de la “vida después de la vida” los múltiples testimonios de experiencias vividas por personas que, aunque no lo hayan atravesado sin retorno, se han visto verdaderamente en el “umbral”, ya que su muerte se había comprobado clínicamente2.

No hay que sorprenderse pues si un libro semejante provoca en algunas personas una adhesión emocionante, dando muestras de una nostalgia que nada ha logrado sofocar jamás en el corazón del ser humano. Pero no hay que sorprenderse tampoco si otros reciben este libro con escepticismo. Es cierto que hemos citado en este libro numerosos textos tradicionales, relativos a testimonios narrados, pero ¿cuántos los conocen? En realidad, testimonios similares no pueden recibirse, y mucho menos comprenderse, si no se dispone desde este momento de una ontología del mundus imaginalis y de una metafísica de la Imaginación activa, como órgano inherente al alma y subordinado de pleno derecho al mundo de la “corporeidad sutil”. Aquí hemos hecho un intento, pero habrá que hacer más, limitándonos a hacer un trabajo serio y a alejar cualquier “fantasía” que pudiera erradicar la legitimidad del conocimiento imaginativo.

Desearíamos formular algunas reservas al respecto. A veces hemos comprobado, con gusto no exento de inquietud, que la palabra “imaginal”, utilizada con relación a nuestra investigación tendía a difundirse. Tenemos que hacer la siguiente aclaración: si utilizamos el término para aplicarlo a algo distinto al mundus imaginalis y a las Formas imaginales, tal como están situadas en el esquema de los mundos que las necesita y legitima, se corre el riesgo de que esta palabra se degrade y pierda su significado. Recordemos al respecto el esquema según el cual el mundo imaginal es esencialmente el intermundo y la articulación entre lo inteligible y lo sensible, donde la Imaginación activa como Imaginatio vera es un órgano de conocimiento mediador entre el intelecto y los sentidos, tan legítimo como aquéllos o como éste. Si lo utilizamos fuera de este esquema tan concreto, nos estamos equivocando y nos alejamos completamente de lo que nuestros filósofos iraníes nos han impulsado a restablecer al usar esta palabra. Es inútil añadir, porque el lector lo habrá comprendido ya, que el mundus imaginalis no tiene nada que ver con lo que la moda actual denomina la "“civilización de la imagen”.

Admitimos que el acceso al mundo de Hūrqalyā, al mundo del Ángel, es difícil, por supuesto. Desde la primera edición, más de una vez hemos oído lamentar que el primer capítulo, el referente a la angelología del Avesta, es sumamente difícil. Nos gustaría añadir algo que puede aplicarse a todo el libro en conjunto: una simple lectura no es suficiente. Esta primera lectura se podría hacer omitiendo las “notas”, pero en esa segunda lectura necesaria no se puede prescindir de ellas. Esas “notas” contienen aclaraciones, indicaciones, vías que no era oportuno explorar y que sobre todo era imposible mantener en el propio texto sin romper la estructura del libro. Contienen además las numerosas referencias a las fuentes que deben permitir, al investigador que se convierta en auténtico peregrino, andar el camino que nosotros hemos hecho. Un libro no es un instrumento de trabajo si no es con esa condición.

 

Henry Corbin, Cuerpo espiritual y Tierra celeste, Del Irán mazdeísta al Irán chiíta, Traducción de Ana Cristina Crespo, El Árbol del Paraíso Ediciones Siruela, 2a, edición: octubre de 2006

Tipo de texto: 
Share/Save