EL CANTO DE LA ALONDRA
Tengo una abuela como la palmera de los ribazos, cuarteada por los años.
Nos protege con su ternura, mientras el tiempo se adormece.
A su lado guarda el bastón, junto a las llamas mortecinas,
y el viento sigue jugueteando con el humo en nuestros rostros.
Bebe té y dice de pronto: ¿Sabéis
cómo le salió la cresta a la alondra?
Antes de la creación de esta tierra, hace muchos siglos,
fue creada la alondra de la primavera en sus nubes verdeantes.
Cuando murió su padre, no había bajo el cielo
tierra para enterrarlo, ¡qué apuro tenía¡
No encontró mejor tumba que su propia cabeza.
Así, cuando ella volaba, volaba él también sobre vientos, entre nubes.
Después eligió mi abuela una tumba para la alondra con su certero bastón,
se acercó a nuestras cabezas, y todos los pequeños se dispersaron.