¡Vuélvete!
¡VUÉLVETE!
El cáliz en la mano, llegó mi amado al convento de los magos ebrio de vino y los comensales ebrios de su ebrio narciso.
De su caballo, en la herradura, creciente la luna clara; y por su altura, del cedro la altura baja.
Se levantó, y la vela de los corazones de todos se sentó. Él se sentó, y el grito de los contempladores se levantó.
La algalia emite alto perfume, pues se enrosca a su bucle; El khol dibuja un arco, que el de su ceja asume.
Mas ¿por qué digo soy, si de mí mismo no he noticias? Y ¿por qué digo no es, si con él tengo la vista?
Vuélvete, y que la vida en fuga de Hafiz vuelva, Aunque la flecha que salió del pulgar nunca regresa.
101 Poemas, Hafez Shirazí, Traducción Clara Janes