Afganistán
Afganistán
Minaretes otoñales
suenan en invierno
en un invierno estival
de primavera sobre piedra.
Las montañas
son edificios
sin verbo,
las calles
abismos de fuego.
La risa
del hambre
es gemido,
la del hombre
bala:
El hambre
se burla.
El hombre
odia.
El invierno agoniza
como cuando va
a morir la madre;
el frío confunde
y enloquece.
Después de la noche
se presenta la madrugada
y después la mañana,
el mediodía,
la tarde,
y otra vez la noche.
Después de una noche
en Qandahar
no existe el día;
no hay canto de pájaros,
sólo cuerpos camuflados de sangre,
tiniebla que aborta miradas.
La risa
del hambre
es gemido,
la del hombre
bala:
El hambre
carcome.
El hombre
mata.
Fuente: Mustafá Al Salvadorí, El corazón revolucionario, Editorial Elhame Shargh, Fundación Cultural Oriente, www.islamoriente.com