El enigma de la vida

El enigma de la vida

 

Con el vino de anoche cantando en mi cabeza

Al amanecer buscaba la taberna,

Aunque medio mundo en la cama dormía

Y el arpa y la flauta sonaban todavía,

Creando un placentero canto matutino;

Ya estaba llegando la copa de vino:

-Razón-, dije yo, «ya debías marcharte

Si quieres llegar a tu diario destino,

La santa ciudad de la intoxicación».

Así pues, la despedí y se marchó

Con una botella para los amigos del viaje.

 

Solo en la taberna, observé a la criada

Y quise conquistarla con mi labia,

Mas desdeñosa se volvió,

y se burló de mi ilusión.

Dijo, enarcando las cejas:

«¡Tú, blanco de toda mala lengua!

Mi cintura no rodearás,

Ni siquiera por todas tus baladas,

Mientras solo te veas a ti mismo

Como centro y fin en lo creado.

Apresa en tus redes a otro pájaro

No llegas al nido del Anka, amigo.»

 

Entonces me refugié de tal océano

En la buena arca del vino, mas ¡ay de mí!

Ella es de doncellas un compendio

Es Saki, camarada y trovador,

La que rechaza mi pobre corazón.

¡El ego es lo que debes superar, Hafiz!

Presta atención a la sabiduría

De la hija de la taberna; vanidoso,

Ficción de agua y barro construida

Cuidando tu belleza como un loro.

 

Hafiz, la vida es un enigma, abandona:

No hay otra respuesta que esta copa.

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