La estación de la rosa
La estación de la rosa
Llega la estación, que alienta gozos
De rosados vestidos ataviada;
Dejad que el júbilo borre el dolor,
Al sonriente huésped aclamad.
La vejez nos hace mejorar
La primavera con vino y amor.
Para los deseos del corazón
Cuán pocos hay generosos.
Las horas que imparten dicha
Pasan girando deprisa:
Entonces, por el vino que atesoro
Venderé mi alfombra de oración.
Dulce es la brisa de primavera,
Pero aún tendría más dulzura
Si la bella, su grata frescura
Con elegancia compartiera.
Alegrados por su jovial presencia
Pasaríamos la copa con más donosura.
Suave es la lira de temblorosas cuerdas
Que sofoca la rabia del destino;
La suerte sobre el meritorio niño
Arroja el manto de la tristeza:
Dejad, pues, que el grito de pena
Se ahogue en melódicos ríos.
Con ardiente y pasional ansia
Nace la sonrojada rosa;
¿Malgastaremos el vino como el agua
¿Que se precipita cuando brota?
Palpita en nuestro seno, ahora,
El ansia de amor y de esperanza.
Oh Hafiz, tu deliciosa canción
Que vuela sobre las alas del viento
Según nuestros poetas es parejo
A los cánticos del ruiseñor;
No es extraño que la música
En la estación de la rosa fluya.