La paloma colorada

Autor: 

(Éste es un cuento del libro el Calila y Dimna, de la colección de apólogos más vieja del Oriente el famoso Panchatantra. Está escrito en castellano antiguo y con el fin de hacerlo más comprensivo para niños, jóvenes y adultos lo he convertido en el español de hoy)

Dijo el Rey al Sabio:

- Ya oí, el ejemplo de los malos amigos y cómo repartió sus riquezas, el falso litigante. Ahora háblame de los verdaderos amigos y cómo comienza la verdadera amistad entre ellos y cómo se ayudan y aprovechan unos de otros.

Respondió el Sabio:

- El hombre comprensivo no guarda con el amigo ningún tesoro ni ganancia alguna, pues los amigos son solidarios a la hora que acontece al amigo algún mal. Y uno de los ejemplos que más semejan a ello, es el ejemplo de la Paloma Colorada, el ratón, el galápago (tortuga de mar) y el cuervo.

Dijo el rey:

-¿Cómo fue eso?

Dijo el Sabio:

Cuentan que en las tierras de Duzat, cerca de una ciudad llamada Muzne, existía un lugar para la caza de aves. Y había ahí un árbol grande con muchas ramas y muy frondosas y en una de ellas vivía en un nido un cuervo llamado Geba. Un día en que Geba estaba en el nido vio venir un hombre muy feo, de mala apariencia y muy despojado. Traía al cuello una red y en una mano, lazos y varas y asomó su cara en el árbol. El cuervo sintió pavor y se dijo:

- Por alguna razón, este pajarero vino a este lugar y yo no sé si es por mi muerte o la muerte de otro más me quedaré quedito en mi nido y veré qué va a pasar.

El pajarero armó su red y esparció trigo dentro de ella y se guareció cera para que no lo vieran. Al poco rato pasaron unas palomas que tenían por caudillo y por señora a una paloma que llamaban Colorada. La paloma vio el trigo pero no la red y llamó a todas sus compañeras para que comieran y así quedaron atrapadas en la red.

Llegó el pajarero muy contento a cogerlas y las palomas comenzaron a batir sus alas cada una por separado, Entonces les indicó la Colorada: No os separéis si queréis obtener la libertad y ninguna cuide de sí sin atender a su compañera. Ayudémonos todas a la vez y quizás arrancaremos la red y así libraremos las unas y las otras. Y haciéndolo así juntáronse y arrancaron la red y se elevaron con ella por los aires. Vio el cazador lo que éstas habían hecho y las siguió para atraparlas creyendo que al poco tiempo se cansaran y cayeran con la red.

Dijo el cuervo para sí:

Las seguiré para conocer cuál es la suerte de ellas y del cazador.

La paloma Colorada se dio cuenta que el cazador las seguía y les dijo a sus compañeras:

-Veo que el cazador nos viene siguiendo y si fuésemos por descampado no perderá rastro de nosotras y nos perseguirá pero si fuéramos por lo poblado, perderá nuestro rastro y regresará a su lugar de partida. Si se fuere, aquí cerca hay una cueva de un ratón que es amigo mío. Si vamos ahí el cortará la red y nos librará. Así lo hicieron las palomas, obedientes de su guía.

El pajarero las perdió de vista y se desentendió de ellas y se devolvió. Pero el cuervo las siguió como desde antes lo hacía para ver si harían alguna treta para salir de aquello en que habían caído y aprender de ellas por si acaso a él le ocurriera cosa parecida.

Llegaron las palomas a la cueva del ratón y ordenó la Colorada a sus palomas que se posaran. Y encontraron que el amigo tenía cientos de cuevas para salir o entrar, por miedo a ser aprehendido. Lo llamó La Colorada por su nombre que era Zira y él respondió y díjole:

-¿Quién eres?

Díjole La Colorada:

- Tu amiga, La Colorada.

Salió pronto el ratón y al verla con sus compañeras en la red, le dijo:

-Hermana, quién te metió en esta tribulación?

Díjole la Colorada:

- ¿Ignoras que en este mundo no existe nada que en la aventura nos acontezca? Y fue la mala ventura quien me metió en esta tribulación pues ella me mostró los granos de trigo y me encubrió la red y de tal manera quedé presa en ella, así como mis compañeras. Y no es nada maravilloso que yo caiga en esa desventura pues otros más fuertes que yo han tenido peores desventuras. Apenas oscurece el sol y la luna y pierden su luz, sacan a los peces del fondo del mar, donde ninguno nada y hacen descender las aves que vuelan por los aires, si lo necesitan. La misma cosa que necesita el perezoso, ella misma le hace perder el aviso y así las aventuras me metieron en esto que ves.

Entonces comenzó el ratón a roer los lazos en que yacía la colorada pero ella le dijo:

- Amigo, comienza primero en las otras palomas y corta los lazos, después tajarás los míos. Y se lo repitió esto muchas veces pero él no hacía caso de lo que le pedía, ni le respondía. Y tanto se lo dijo, La Colorada, hasta que le respondió: el ratón:

 

- Parecería que no tengo duelo y piedad de ti, ni deuda con tu alma.

Díjole La Colorada:

- No me culpes de lo que te digo pues yo soy la jefa de estas palomas y créame que están en esta situación por mi culpa y es justo que lo haga de esa manera así como ellas me obedecieron lealmente pues con su ayuda y obediencia nos libró Dios del pajarero. Y yo temo que si comienzas a roer los lazos míos te canses y te enojes y dejes de roer los lazos de ellas. Sé que si antes royeres los de ellas y fuere yo la última aunque te canses no dejarás de roer los lazos míos y me libres de este estado en que estoy.

Dijo el ratón:

- Es por ello que te deben amar tus amigos y no tener mayor codicia de ti. Y comenzó a roer la red hasta que la acabó.

Tornóse La Colorada y las otras palomas a su morada, salvas y seguras.

Cuando el cuervo vio lo que el ratón hiciera y cómo librara a las palomas, tuvo codicia de su amor y dijo en su corazón:

-No estoy yo seguro de que me ocurra lo que les pasó a las palomas, sino logro el amor del ratón. Y llegándose a la puerta de la cueva del ratón lo llamó por su nombre y le dijo el ratón:

-¿Quién eres y qué quieres?

Dijo el cuervo:

- Yo soy el cuervo y le contó lo que le había pasado. Cuando vi la lealtad con que trataste a la paloma La Colorada y a sus compañeras y de cómo fueron liberadas por ti, tuve gran deseo de tu amistad y de tu compañía y vengo a pedírtelas.

Dijo el ratón:

- No hay prisa de amor entre tú y yo y el hombre inteligente no debe afanarse sino de lo que piensa que hará y dejar de buscar lo que no podrá hacer pues será tenido por necio, así como el hombre que quiso hacer correr las naves por la tierra y las carretas por el agua sin tener necesidad. Y ¿cómo será entre nosotros una alianza de amor yo siendo tu comida y tú siendo el comedor.

Dijo el cuervo:

Piensa con tu entendimiento que si te comiese yo, no me comeré mi vianda, tendré nada de abastecimiento y que si vives tú y teniendo yo tu amor, tendré solaz y consolación y seguridad mientras viva. Así pues que yo vine a pedirte tu amor y gracia, no me debes volver vago pues me has parecido de ti gran bondad y buenas costumbres. Y pienso que tú no quisiste mostrar esto de ti que el hombre bueno no oculta su bondad, por más que la encubra cuanto pueda así como el musgo parece cerrado y sellado, por eso no deja su olor salir. Así pues tú no cambies contra mí tus costumbres ni me prives de tu amor.

Dijo así el ratón:

La mayor enemistad es de la naturaleza que se presenta de dos maneras: la una es entre iguales, así como la enemistad del elefante con el león pues unas veces mata el león al elefante y en otras el elefante mata al león y la otra es del daño de la una parte contra la otra, así como la enemistad es  entre tú y yo y esta nuestra enemistad no es por daño de mí contra ti sino por la mala costumbre que nos crearon de que por naturaleza no fuésemos amigos y la paz y la tregua que prometes, las más de las veces en enemistad se torna y no debe el hombre fiar de tal tregua ni dejarse engañar por ella. Pues el agua que necesita para su bien el calor del fuego, no deja por ello de matarlo si se la echan encima. Y tal sucede al que hace amistad con su enemigo como el que lleva la culebra en su seno, que no sabe cuándo se le ensañará y lo matará. Y no se consuela el hombre entendido con la amistad del que lo necesita más antes lo aparta y lo esquiva.

Dijo el cuervo:

- He entendido lo que dijiste y tú debes seguir con las buenas costumbres y conocerás que digo la verdad y no me encarezcas las cosas ni las alargues afirmando que no podrá haber amor entre nosotros pues el amor entre los buenos que se junta así, termina muy tarde y se vuelve a juntar. Y ello es como el vaso de oro que se quiebra muy tarde y se repara luego aunque se quiebre y se abolle y el amor entre los malos se separa muy pronto y se vuelve ajuntar muy tarde así como el vaso de tierra que se quiebra por cualquier cosa y nunca se vuelve a juntar. Y el hombre de buena parte ama al hombre de buena parte, una vez que se ven y por conocerse en un día y no más y el hombre vil no pone su amor con ninguno si no por codicia o por miedo y tú eres noble y de buena parte y yo he menester tu amor y aquí estaré a tus puertas y no comeré ni beberé hasta que me otorgues tu amor.

-Ya recibo tu amor que nunca envié al que algo tuvo necesidad de mí sin ello y no te comencé a decir esto que oíste sino fuera porque me acusaste y si me quisiera hacer traición no dirás: fallé el  ratón de flaco consejo y temeroso de engaño Desistió y salió de su cueva y paróse a su puerta.

Dijo el cuervo:

 

- ¿Qué te tienes a la puerta de la cueva que te impide salir a mí y solazarte? ¿Tienes sospecha o miedo de mí...aún?

Dijo el ratón:

Los hombres de este tiempo danse entre sí unos a otros dos cosas: La una es el amor y la otra es el algo. Y los que se dan el amor son los que pura y lealmente se aman, y los que se dan el algo son los que se ayudan y se aprovechan unos de otros: El que no hace bien sino por tener un beneficio y por ganar alguna alegría de este tiempo y algo de provecho es tal en esto como el pajarero que echa los granos a las aves no para hacerles una ayuda sino porque quiere gana. Así parece que el hombre da  su amor cuando lo que da es algo. Y fío de ti en tu amor y   doy otra tal de mí; y no me detiene el salir a ti sospecha alguna más yo creo que tú tienes compañeros que son de vuestra naturaleza y no están a mi favor como tú y tengo miedo que me vean contigo alguno de ellos y me mate.

Dijo el cuervo:

Esta es la señal del amigo: ser amigo del amigo y enemigo del enemigo, y no y no es para mí amigo ni compañero quien a ti no amare y no te respetare y rápidamente me partiría yo de su amor del que así fuere. El que siembra las yerbas odoríferas, si con ellas nace alguna cosa que las dañe y las ahogue, arráncala.

Así salió el ratón hacia el cuervo y abrazándolo y saludándolo el uno al otro y solazáronse mucho hasta que pasó una hora del día. Y después que pasaron unos días dijo el cuervo al ratón:

- Esta tu cueva está cerca de la carrera por donde pasan los hombres y témome que te harán mal. Yo sé de un lugar apartado y muy risueño donde hay peces y agua y hay un galápago que es mi amigo: Si quieres vamos a él y viviremos con él salvos y seguros.

Dijo el ratón:

(Ver la continuación en archivo pdf)

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