Las tablas del pecho de Hafez
Las tablas del pecho de Hafez
La dulzura de unos ojos negros ha poseído mi mente.
Es un decreto celeste que ya nada cambiará.
Fue mi prístino designio esa rebelde locura, y no se me encomendó otro cometido.
Adondequiera que se dirija e! destino, ni aumenta ni disminuye.
¡Oh centinela!, por él. Suspiro de la flauta y del tambor, concédenos el perdón:
que las normas de ia íe no quebrantará esta historia.
El vino granate y e! refugio y el amigo de la amable escanciadora,
oh corazón, ¿mejorarán su estado un día, si no ahora?
El adversario no dio pie a la reconciliación y fue enojoso.
El suspiro de los que madrugan, ¿hacia el orbe no se orienta?
Amarle, amarle ocultamente: mi opción es esta.
La fábula de su beso y de su abrazo... ¿Qué digo, si los ignoro?
A Machnún
dijo una noche Layla: Oh enamorado sin par,
para ti, otra amada se hallará, mas no será Machnún.
Oh ojo, no borres ía hueila decia tristeza de las tablas23
del pecho de Hafez:
el color decía sangre no se desvanece, que herida del cuchillo del amado es.
Fuente: "Divan" de Hafez Shirazi, Traducción de Gabriela Aguilar, Editorial Alianza, Madrid