Los demás
«¡Y no digáis de quienes han caído
por Dios que han muerto!
No, sino que viven.
Pero no os dais cuenta...»
(Corán 2:154)
No se debe andar
el camino sin brújula en la noche,
pero lo ando,
voy para mi aldea.
Ando,
vengo de Beirut.
Ando,
voy c
a
y
e
n
d
o
No sé si viviré
Vago,
me sientO
en una plaza cerca del puerto
y entre los mil o ningún rostros
cabizbajo busco a mis hermanas,
cuñados y sobrinos.
A los abuelos
de mejillas de cedro,
a los partidarios de Dios.
Escucho,
observO
el cielo
y sólo hay rapiñas
devorando a los hijos
del
Líbano.
Hay inhumanos,
mordaces espíritus
quemando los siglos,
tiranos
tirándonos
BOMBAS.
Y los partidarios de Dios
a diario colosales
dan su mano de amor,
incólumes
ofrecen su alma,
mientras las cascadas
manan de sus ojos.
Sueltan
su flamígera espada,
defienden el ombligo abierto
del
Líbano.
La miopía del mundo
está agrandadA,
no obstante
tan sólo por un
momento
logra ver a su lado
a los homínidos culpables,
En un segundo...
instante se alcanza a vislumbrar
su falaz y sofocante
rostro de genocida
azulado
e insaciable:
la estrella es su señal.
Se debe andar
el camino con brújula en el día,
y los partidarios de Dios
andan,
van para mi aldea.
Vago,
me sientO a morir
en una plaza cerca del puerto
y entre los mil o ningún rostros
me buscan mis hermanas,
cuñados y sobrinos.
Los abuelos
de mejillas de cedro,
y los partidarios de Dios
bravos defienden el suelo.
Nadie me ve,
nadie me oye,
quiero gritar...
estoy c
a
y
e
n
d
o
Yo sé que viviré
Ahora sólo veo a los demás...
Fuente: El Corazón en la Revolución, Mustafa Al-Salvadori, Editorial Elhame Shargh, Fundación Cultural Oriente, www.islamoriente.com