Mano de madre
Habrá un plenilunio de sol,
un eclipse de mar
y un arco iris de doce colores
en una noche de amores:
tenebrosidad normal.
Los adolescentes cometas
parecerán
aliento de dragón
y se podrán divisar
desde los jubilosos domos
de esta ciudad.
La gárrula ópera
de las motocicletas
tenores y sopranos
de las aceras
serán por vez primera
presas de la calma
en un desierto en flor:
Un teatro en primavera.
En la santa ciudad
de Qom,
un presuroso alminar
contará hasta siete
en esa noche inmensa
y matutina.
En el claroscuro cielo
de la inconsciencia
del mundo
aparecerá un aquilino
y abrumador rostro
que medirá 50 estadios
y otros tantos
kilómetros de altura
desde la rugosidad
de sus ficticios ideales
hasta sus tontos
argumentos de televisión.
Su cabello
será más fino
que una línea
en la huella digital
de un mosquito traicionado,
su acento aterrorizará
tanto como
la voz de los lobos,
sus ojos
centellearán como estrellas
y de esas pupilas lloronas
brotará un azul huracán
de rojo y venenoso fuego,
su nariz de sabueso
acosará
tus tristes huesos,
sus labios
serán tan gruesos
como si hubiesen pasado
toda una vida mintiendo,
su boca rocosa
dirá que le turban
los turbantes de Qom.
El lúgubre monstruo
dirigirá
el negro de su mirada
hacia nosotros
y con su prepotencia
de superpotencia
nos odiará
una vez más,
nosotros temblaremos
de miedo
casi medio segundo.
La espectral criatura
caricatura del mal
querrá tragarnos,
nos perseguirá
y lucharemos,
LUCHAREMOS
sin cesar.
De pronto una delicada
y dulce mano
-como la de mi madre-
me sacudirá bonitamente
y me despertará.
Fuente: El Corazón en la Revolución, Mustafa Al-Salvadori, Editorial Elhame Shargh, Fundación Cultural Oriente, www.islamoriente.com