Qom back!

Las convergentes sendas

que ligaban nuestras  vidas

colapsaron por un acaso

en la quietud impávida

de un ocaso en aquella avenida.

 

Los ortodoxos incendios

de pasión café con leche

se volvieron tristes y magros

fuegos mestizos

disimulados

con la sábana de la guerrilla.

 

Y cabalgando el indiferente

y bizco jamelgo

de patas recauchutadas

Amina desertó de mí.

 

Se llevó consigo todos mis caudales

y me arrojó a la inopia:

No tengo sueños

sólo diamantes,

ya no hay más rosas

sólo sus jaras hundidas

en la marisma cardiaca

que hay en mi pecho.

 

Extraño la lluvia

cayendo en distintos idiomas,

los pardales cantándole al amor,

por eso:

 

Qom back!

Volvé a mí

a mil por hora

señora extraño tu candor

cantor de mis albas,

vos sos la tea

que alumbraba

mis pérsicos anocheceres,

sos la fea más hermosa,

panacea para mí.

 

¡Qué amargo es yantar

sin su idílica presencia

esencia de mis felices jornadas!

¡Qué absurdo es batallar

contra esta oquedad

fotografía -en blanco y negro-

de su punzante distancia!

 

Su remembranza me devora

y no encuentro un mejor teatro

para esta tragedia...

Quise ser vendaval,

tener buena ventura…

hoy mis verbos son agua

y una sonrisa de vivales

-obsoleta-

tiraniza mis labios

e ignoro si soy hijo

o soy padre,

si hay luna o hay sol

en aquella avenida

donde la perdí.

 

Amina no es un simple

vocablo paroxítono,

es madre en todas sus acepciones

-esto es: sin excepciones-

y es la sintaxis de mi biografía,

mi Dulcinea del Toboso:

¡Es mujer!

y la mujer es la única arma

capaz de herir el alma.

 

Fuente: El Corazón en la Revolución, Mustafa Al-Salvadori, Editorial Elhame Shargh, Fundación Cultural Oriente, www.islamoriente.com

Tipo de poesía: 
Tipo de texto: 
Share/Save