Sa’dí, el poeta peregrino (Tercera Parte); El estilo de La rosaleda

Autor: 

Sa’dí, el poeta peregrino (Tercera Parte)

El estilo de La rosaleda

Por J. Gross

Todos hablan, pero otro es el habla de Sa’dí.

Todos cantan salmos, pero nadie como David.

MAYD HAMGAR

Llegamos a la parte de la elocutio, al estilo que escogió Sa'dí para redactar el Golestán . Si bien nuestro poeta siguió a sus antecesores en cuanto a temática, al redactar una obra cuentística moralizante, fue totalmente original al crear un estilo novedoso en el que la prosa rimada preciosista y la didáctica se mezclan en una perfecta simbiosis en la que es difícil discriminar cuál de estas dos dimensiones destaca sobre la otra. El estilo de la parte en prosa de esta obra se ha clasificado como macama. Pese a ello, no se puede decir que Sa’dí haya seguido a los autores de este género, cultivado también en la literatura árabe, de donde procede, pues ha sabido combinar una prosa rimada en extremo preciosista con un léxico sencillo que pueda ser comprendido por las gentes a quienes la obra iba dirigida: el vulgo, lo que ya de por sí la excluye de la macama. Al contrario de, por ejemplo, al-Hamadáni, que rebuscaba en lo más rebuscado, valga la redundancia, del léxico árabe, Sa’dí echa mano de términos comprensibles y basa su arte más en la singular sintaxis de que hace gala que en un vocabulario ampuloso. En otras palabras, al-Hamadáni basa el arte de su oratoria en el rebuscamiento léxico mientras que el poeta de Shiraz lo hace en el sintáctico, logrando ese «extrañamiento» que todo escritor persigue.Es ahí donde se pueden apreciar los rasgos de sencillez que muestra el Golestán y donde podemos apreciar el mérito de Sa’dí, pues aunque se tenga la prosa rimada como una calamidad para la prosa, una pedantería para muchos, un artificio banal para no pocos, Sa’dí crea casi ex nihilo un estilo propio en el que destacan la concisión y la sencillez, sin caer, empero, en la simpleza. Quizás haya sido esta sencillez la causa por la cual los textos de La rosaleda hayan sido y sigan siendo utilizados en la enseñanza primaria de la lengua persa, pues además de manejables abarcan casi todas las formas literarias de expresión de este idioma. Asimismo, la perfección de su dicción queda corroborada por el mero hecho de que su prosa figura en las gramáticas del persa como paradigma, como hacen los árabes con el Corán o el hispano-hablante con el Quijote de Cervantes. La soltura, brevedad y belleza con que el Golestán está redactado ha hecho que se halle en las estanterías de todos los hogares donde el persa sea la lengua de uso. Al contrario de muchas obras de la misma clase escritas en Persia hasta nuestros días. La rosaleda no es un libro para eruditos que esté criando moho en los sótanos de las universidades, sino que es una obra viva, de lectura amena, de uso, de consulta y que incluso se puede leer de corrido sin cansar al lector. No obstante lo dicho, cabe preguntarse aquí, ¿es el texto de La rosaleda tan sencillo como parece? Detrás de esa aparente sencillez se oculta un sinnúmero de alusiones a dichos del profeta (hadices), refranes árabes y persas, tradiciones musulmanas, edictos y sentencias coránicas, mitología persa, personajes legendarios y reales, reyes del Irán antiguo, emires y sultanes musulmanes, y, como no, un sinfín de figuras retóricas -tanto en los fragmentos en prosa como en los versos- que, desafortunadamente, se pierden en su mayoría con la traducción. Esta exuberancia de figuras de dicción junto a su estilo conciso, con el que es capaz de contar una historia en unas pocas palabras, añadida al hecho, no lo olvidemos, de estar en prosa rimada, hace que el preciosismo de que está cargada esta obra sea harto difícil de calcar en otro idioma, algo de lo que ya se hizo eco el insigne orientalista italiano Alessandro Bausani. Y, paradójicamente, la misma naturalidad con que nuestro vate expresa sus apólogos es lo que ha permitido al Golestán prescindir, en las ediciones en persa, de extensas glosas para explicar términos oscuros, pudiendo I ser accesible a cualquier joven sin muchos estudios, obvian-do, naturalmente, las sentencias que Sa^í escribió en árabe. Quien mejor ha sabido expresar hasta la fecha las principales cualidades del estilo del Golestán fue el profesor M. Bahár, que en su Sabksenási (vol I, p. 38 y ss.) lo resume en nueve sentencias, a saber: orden y adecuación, preferencia de lo necesario sobre lo accesorio, no cansar al lector, respeto a la proporcionalidad entre la prosa y el verso, musicalidad de las palabras, concisión, evitar la terminología rebuscada, elegancia y educación. Bahár nos dice también. (vol. I, p. 67):

Sa’dí hizo dos cosas; una, salirse de los límites de la prosa del momento, mostrándonos nuevamente el milagro de la concisión de los antepasados, utilizando de nuevo algunos vocablos, verbos y partículas antiguas ya desaparecidas y arreglar los defectos de que adolecía el género de la macama [...]. Segundo: hay invenciones e iniciativas del propio Sa’dí cuyos detalles conocemos, como disminuir el número de versos, la introducción de pareados y de rima en la prosa, limitar los sinónimos en una misma frase, aumentar las argumentaciones basándose en la poesía y mostrarmenos interés que sus coetáneos por los razonamientos coránicos y por las sentencias y la poesía árabes; en cuanto a la fluidez de sus oraciones y a la retórica y la elocuencia de su dicción, procuró mayormente embellecerlas, en realidad, con una prosa sencilla salpicada con un poco de altisonancia y poesía, con las que la enalteció, creando un estilo nuevo que se podría denominar «poesía en prosa». Con esta poesía en prosa Sa’dí dio al mundo de la prosa [preciosista] una obra social permanente. [...] En verdad, con su Golestán Sa’dí detuvo la evolución natural de esta prosa, y todo aquel que después de él quiso abordar el arte de la prosa preciosista no fue capaz de elaborar algo como La rosaleda. Sa’dí, «poeta en su prosa y aún más poeta en sus versos» (Z. Safa, vol. III, p. 1218), fue a la vez el pionero y la losa de un estilo. Fue el maestro de una escuela en la que no fue superado por ninguno de sus alumnos. Marcó un paso que otros siguieron un tanto descompasadamente. Fueron muchos los seguidor es de su estilo, aunque pocos los dignos de mención, y ninguno hubo que lo igualara, y menos que lo superara. Entre los que intentaron escribir un Golestán se cuentan Mo’in al-Din Esfaráini (Yoveini), que escribió el Negarestán en el año 1334, dedicado a uno de los reyes mongoles. Abdel Rah-man Yámi (m. 1492), que escribió su Bahárestán emulando La rosaleda. También está Macáden al-yaváher, de Mollah Tarzi, dedicado al Sahángir Sáh. Otras obras son Parisán, de Mirza Habib Qááni y Anyoman-e-Dánes, de Mirzá Ahmad Vaqár. Entre las obras citadas, las únicas que merecen alguna consideración son Bahárestán, Parisán y Any ornan-e-Dánes (estas dos últimas del siglo xix). Terminaremos este epígrafe con el extracto de un delicioso poema dedicado a Sa'dí por Seif al-Din Muhammad Farqáni, quien acostumbraba a enviarle sus versos, quizá para que le diese su opinión de experto. Tanto ha sido mi entusiasmo que no he llegado a comprender que no se puede llevar agua fecal al Kousar. El hierro de mi entusiasmo estaba en el fuego sin saber que llevar cobre a una mina de oro es una necedad. Callado y pensativo me hallo cual ruiseñor sobre la flor, ¿cómo se podrá enviar el graznido de un cuervo a un trovador? [...] a esa joya enviarle a él estos mis poemas es similar que enviarle a un orfebre las herramientas de un herrero [...] no hay huerta que merezca enviar ningún fruto al paraíso ni grajo alguno merece enviar plumas al pavo real [...] Conquistador eres de los horizontes, y tu ejército es tu poesía. Con este ejército podrás cualquier país conquistar.

(ver texto en archivo Pdf)

Fuente: J. Gross, Prólogo a la edición española del Golestán, Madrid 2007

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