Rumí

¿Quién llama a mi puerta?

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¿Quién llama a mi puerta?

Preguntó, "¿Quién llama a mi puerta?"

Respondí, "Tu humilde servidor".

Preguntó, "¿Qué asunto te trae por aquí?"

Respondí, "Vine a saludarte, oh Señor".

Preguntó, "¿Cuánto más viajarás?"

Respondí, "Hasta que me detengas".

Preguntó, "¿Hasta cuándo hervirás en el fuego?"

Respondí, " Hasta que puro quede".

"Este es mi juramento de amor.

Por amor,

renuncié a fortuna y posición"...

Sobre las cualidades del Pir (guía espiritual) y el deber de obediencia a él

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Oh esplendor de la verdad, Husamuddin, toma unas hojas de papel y añádelas, describiendo al Pir. Aunque tu esbelto cuerpo no tiene fuerza, sin el sol de tu espíritu no tenemos luz. Aunque te has convertido en la mecha encendida y la lámpara, eres el líder (guía espiritual) del corazón: el final del hilo. Como el final del hilo está en tu mano y voluntad, las cuentas (de conocimiento espiritual) del collar del corazón vienen de tu generosidad. Escribe lo que corresponde al Pir que conoce el camino.

Elige un Pir y considéralo la esencia del camino. El Pir es como el verano y los demás son como los meses de otoño; la gente es como la noche y el Pir es como la Luna. He otorgado a mi joven fortuna (Husamuddin) el título de Pir (anciano) porque es viejo por la verdad, no por el tiempo. Tan antiguo que no tiene principio: no hay rival para tan única perla. Ciertamente, el vino añejo es más potente y el oro viejo más valioso; elige un Pir, pues sin un Pir este viaje está lleno de dolor, de miedo y de peligro.

De cómo el beduino le pidió a su mujer que fuera paciente y le explicó la excelencia de la paciencia y de la pobreza

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Su marido le dijo: «¿Durante cuánto tiempo buscarás rentas y cosechas? ¿Cuánto queda de nuestra vida? La mayor parte ha pasado. El hombre sensato no mira el beneficio ni la pérdida, ya que ambas cosas pasan como un torrente. No hables de la vida, ya sea pura o turbia, pues apenas dura un momento».

En este mundo, miles de animales viven felizmente, sin altibajos. La paloma en el árbol da gracias a Dios, aunque no esté preparada su comida para la noche. El ruiseñor canta alabanzas a Dios, diciendo: «Confío en Ti para mi pan diario, oh Tú que contestas las plegarias». El halcón ha convertido el puño del rey en su lugar de deleite y ha renunciado a la carroña. Igualmente ocurre con todos los animales, del mosquito al elefante: todos son la familia de Dios y ¡qué excelente proveedor de nutrición es Dios!

Todo el dolor que hay en nuestros corazones surge del vapor y del polvo de nuestra existencia y del viento, los vanos deseos. Estos desgarradores pesares son como una guadaña, pensar que esto es así y que aquello es de otra forma es una tentación. Has de saber que cada dolor es un pedazo de muerte: expúlsala de ti, si tienes los medios. Si no puedes huir de esa parte de muerte, sabe que toda ella se derramará sobre tu cabeza. Si esa parte se te ha vuelto dulce, Dios te endulzará la totalidad. Los sufrimientos vienen de la muerte como heraldos, ¡no apartes tu rostro de su mensajero, oh necio!

De cómo el hombre aconsejó a su esposa diciendo: «No desprecies a los pobres, considera perfecto el trabajo de Dios y no permitas que tus vanos pensamientos y opiniones sobre tu propia penuria te lleven a criticar la pobreza y zaherir a los menesterosos»

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  «Oh esposa», dijo, «¿eres una mujer o el padre de la aflicción? La pobreza es mi orgullo, no me lo reproches. Las riquezas son como un sombrero: el calvo se refugia en el gorro, pero el que posee bellos rizos está más contento con la cabeza descubierta.

La historia de una persona que llamó a la puerta de su amigo; este le preguntó quién era y contestó: «Soy yo». El amigo respondió. «Puesto que eres tú, no abriré la puerta: no conozco a ningún amigo “que sea yo”»

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Cierto hombre llamó a la puerta de su amigo y este contestó: «¿Quién eres, oh leal?». Respondió: «Yo». El amigo dijo: «Márchate, no es el momento: en una mesa como esta no hay lugar para los crudos». ¿Quién cocerá a los crudos, salvo el fuego de la ausencia y la separación? ¿Quién los librará de su hipocresía?

El desgraciado se marchó y viajó durante un año, separado de su amigo, abrasado por las chispas del fuego. El quemado se coció, regresó y dio vueltas ante la puerta de su camarada. Llamó con cien temores y respetos, no fuera a ser que alguna palabra irrespetuosa escapara de sus labios. Su amigo dijo: «¿Quién llama a la puerta?». Respondió: «Tú llamas a la puerta, oh encantador de almas». «Ahora, puesto que tú eres yo, entra, oh yo mismo: no hay sitio en la casa para dos “yo”. Las dos puntas del hilo no son adecuadas para la aguja: ya que estás solo, entra en esta aguja».

Es el hilo el que está conectado a la aguja: el ojo de la aguja no es adecuado para el camello. ¿Cómo va a adelgazar la existencia del camello salvo con las tijeras de los ejercicios ascéticos?

Para ello es necesaria, oh lector, la mano de Dios, pues es el Sea y fue de toda cosa imposible. Por Su mano, todo lo imposible se torna posible, por temor a Él todos los insurrectos se callan. Y ¿qué del ciego de nacimiento y el leproso? Hasta los difuntos reviven por el hechizo del Todopoderoso, y esa no-existencia, que está más muerta que los fallecidos, obedece cuando Él la llama a ser.

La diferencia entre un pobre por Dios, deseoso y sediento de Él, y un pobre de Dios que anhela lo que no es Él

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Quien busca a otro que Dios es un mero dibujo de derviche, no es digno del pan: ¡no arrojes pan al dibujo de un perro! Quiere un bocado de comida, no quiere a Dios ¡no pongas viandas ante una imagen sin vida! El derviche que anhela pan es un pez de tierra; tiene forma de pez pero huye del mar.

Es un ave doméstica, no el Simurgh del aire: traga bocados dulces, no come de Dios. Ama a Dios por el beneficio: su alma no está enamorada de Su excelencia y generosidad. Si cree que está embelesado con la Esencia, el concepto de los nombres y atributos no es la Esencia. El concepto está engendrado por cualidades y definición: Dios no ha sido engendrado, es lam yulad...

Historia del pobre árabe del desierto y del altercado que tuvo con su esposa debido a su penuria y pobreza

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Una noche, una beduina le dijo a su marido, parloteando sin cesar: «Padecemos pobreza y necesidad; todo el mundo vive feliz menos nosotros. No tenemos pan, nuestro único condimento es la angustia y la envidia; no tenemos jarra, nuestra única agua son las lágrimas de nuestros ojos. De día nuestra ropa es el ardiente Sol; por la noche nuestra manta está hecha de rayos de Luna. Imaginamos que la Luna es una hogaza de pan y alzamos las manos hacia el cielo. Los más paupérrimos se avergüenzan de nuestra penuria; el día se oscurece por nuestra angustia de cómo obtendremos el alimento cotidiano. Parientes y extraños nos rehuyen como Samiri se apartó de los hombres. Si mendigo un puñado de lentejas me dicen: “¡Cállate, oh muerte y plaga!”...

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