Historia del schaikh San’an (cuarta parte)
Ahora bien, había en la Caaba un amigo del schaikh que, en su ardor, se había lavado las manos de todo. Era clarividente y estaba en el buen camino y nadie conocía al schaikh mejor que él. Por azar, cuando el schaikh salió de la Caaba para su viaje, este amigo no estaba presente y, cuando este último volvió a su vivienda, no encontró al schaikh en su retiro. Preguntó a los discípulos del santo personaje por las noticias de este último y le contaron todo lo que había pasado, a saber, qué pesada rama de árbol le había herido el pecho por la actuación del destino y qué accidente le había ocurrido a causa de la suerte. La cabellera de una joven infiel -le dijeron-, lo ha atado a uno solo de sus cabellos y ha obstruido para él por cien lados el camino del islamismo. Actualmente juega al amor con bucles de cabellos y efélides; ha quemado su hábito y su posición se ha vuelto completamente anormal. Ha retirado por completo la mano de la obediencia a los preceptos de la religión y a esta hora guarda cerdos. Entregado hoy a este loco amor, el cuerpo rodeado de un zunnar, está irresuelto; pero, aunque el schaikh haya jugado su alma en la vía de la religión, no se puede reconocer su infidelidad como empedernida...