Attar Nishaburi

El difunto criminal

Un indigente murió en estado de crimen y, cuando lo llevaban a enterrar, un devoto que pasaba se apartó diciendo que no había de rezar por tal hombre; pero a la noche siguiente vio en sueños a este desgraciado en el cielo, con el rostro tan brillante como el sol. En su admiración le dijo: "¿Cómo has obtenido, hijo mío, un lugar tan elevado, tú que has vivido siempre en el crimen y que estás manchado de la cabeza a los pies?" Él le respondió: "Dios me ha hecho misericordia a causa de tu falta de compasión hacia mí, a mí cuya conducta ha sido tan desordenada". Ve la sabiduría de Dios en el juego de su amor por los hombres. El rechaza o concede su misericordia. En su sabiduría, envía por ejemplo, en una noche tan negra como el cuervo, a un niño con una lámpara; después envía un rápido viento y le dice: "Levántate y ve a apagar esta lámpara." Después coge a este niño en el camino y le dice que por qué ha apagado la lámpara. Si reprende así a este niño, es a fin de no dirigirle, en el día de las cuentas, más que benévolos reproches...

Querella de dos sufíes

Dos individuos cubiertos por el hábito de la penitencia se disputaron y se injuriaron ante el tribunal. El juez los envió a un rincón diciéndoles: "No es conveniente que dos sufíes se disputen. Habéis colocado en vuestro pecho la chaqueta de la resignación, ¿por qué se os ha metido en la cabeza el querellaros? Si sois gente de combate y de venganza, tirad lejos de vosotros ese vestido. Si, por el contrario, sois dignos de este vestido, renunciad a esta loca discusión. Yo que soy juez y no hombre del sentido espiritual, experimento una verdadera vergüenza a causa del hábito que lleváis. Más vale que os contentéis con permanecer en la diferencia de opinión que disputaros llevando un hábito."

El ángel Gabriel y la buena intención

Una noche estaba Gabriel en el Sidrah, cuando oyó a Dios que pronunciaba palabras de conformidad. "Un servidor de Dios -se dijo Gabriel para sí- invoca al Eterno en este momento; pero, ¿sabe quién es él? Todo lo que puedo comprender es que este servidor, sin duda, tiene un mérito eminente, que su alma concupiscente está muerta y su espíritu vivo". Sin embargo, Gabriel quiso conocer a este feliz mortal; pero no lo encontró en los siete climas. Recorrió toda la tierra y las islas del mar; pero no encontró al que buscaba ni en la montaña ni en la llanura. Se apresuró a volver cerca de Dios y oyó otra vez una respuesta favorable a las mismas oraciones. En su extremada ansiedad, recorrió de nuevo el mundo. Esta vez tampoco vislumbró a este servidor y dijo: " ¡Oh Dios! indícame pues el camino que debe conducirme cerca de este servidor". "Dirígete -le respondió Dios- al país de Rum; ve a un cierto convento cristiano y allí lo encontrarás". Gabriel fue allí y  vio manifiestamente al hombre objeto de los favores celestiales. Ahora bien,-en aquel momento, este hombre invocaba a un ídolo.

El ángel Gabriel y la buena intención

Una noche estaba Gabriel en el Sidrah, cuando oyó a Dios que pronunciaba palabras de conformidad. "Un servidor de Dios -se dijo Gabriel para sí- invoca al Eterno en este momento; pero, ¿sabe quién es él? Todo lo que puedo comprender es que este servidor, sin duda, tiene un mérito eminente, que su alma concupiscente está muerta y su espíritu vivo". Sin embargo, Gabriel quiso conocer a este feliz mortal; pero no lo encontró en los siete climas. Recorrió toda la tierra y las islas del mar; pero no encontró al que buscaba ni en la montaña ni en la llanura. Se apresuró a volver cerca de Dios y oyó otra vez una

respuesta favorable a las mismas oraciones. En su extremada ansiedad, recorrió de nuevo el mundo. Esta vez tampoco vislumbró a este servidor y dijo: " ¡Oh Dios! indícame pues el camino que debe conducirme cerca de este servidor".

Anécdota sobre un criminal

Un hombre culpable de muchas faltas se arrepintió de ellas amargamente y volvió al recto camino. Su alma concupiscente recuperó fuerzas otra vez; anuló su penitencia y se entregó a sus malas inclinaciones. Así dejó de nuevo la buena vía y cayó en toda clase de acciones criminales. Más tarde, el dolor le apretó el corazón y la vergüenza lo redujo al estado más penoso.

Cuando su única posesión fue la desesperación, quiso arrepentirse de nuevo; pero no tuvo la fuerza. Día y noche, como los granos de trigo en la sartén, tenía el corazón lleno de fuego y lágrimas de sangre en los ojos. Con el agua de sus lágrimas quitaba el polvo que había manchado su camino.

La anciana madre y la joven hija difunta

Una madre lloraba sobre la tumba de su hija. Uno que pasaba y la vio se dijo: "Esta mujer es verdaderamente superior a los hombres, pues ella sabe lo que nosotros no sabemos, es decir, lejos de quien se está alejado y perdido y como se vuelve uno así impaciente. ¡Feliz la persona que conoce el estado de las cosas y que sabe sobre quién debe llorar! En cuanto a mí, pobre afligido, mi situación es muy penosa.

Opinión de un shaikh a sus discípulos

El enamorado de Tus, este océano de los secretos espirituales, decía un día a uno de sus discípulos: "Fúndete sin cesar a causa del amor, hasta que seas tan delgado como un cabello. Cuando estés tan delgado como un cabello, te convendrá estar colocado en medio de los cabellos de tu amiga. En efecto, cualquiera que sea delgado como un cabello a su vista se volverá, sin duda, un cabello en su cabellera. Si tienes los ojos vueltos hacia la vía espiritual y eres clarividente, contempla también esta vía en detalle".

El que ha dejado el mundo para seguir esta vía encuentra la muerte y después de la muerte, la inmortalidad.

Explicaciones de la abubilla sobre el proyectado viaje

Cuando los pájaros oyeron este discurso, descubrieron los antiguos secretos. Reconocieron su relación con el Simorg y, necesariamente, experimentaron el deseo de hacer el viaje "que les proponía la abubilla". Sin embargo, este discurso incluso les hizo recular al ponerse en camino; todos experimentaron la misma inquietud y la expresaron de forma parecida.

Las lágrimas petrificadas

Un hombre que recogía piedras en una montaña de China derramó abundantes lágrimas de sus ojos y a medida que sus lágrimas caían a tierra se transformaban en guijarros. Si guijarros de este tipo estuvieran en posesión de las nubes, lo que llovería hasta la resurrección no sería más que un objeto de suspiros.

La ciencia es lo propio del hombre puro y verídico. Si hay que ir a China para encontrarla, ve a buscarla allí; pues la ciencia, por el mal querer de los despreocupados, se ha vuelto tan dura de manejar como la piedra. ¿Hasta cuándo será desconocida? El mundo, palacio de dolores, es todo oscuridad; pero la ciencia brilla en él como una lámpara que se dad; pero la ciencia brilla en él como una lámpara que muestra el camino. En efecto, lo que guía tu alma en este oscuro lugar, es la joya de la ciencia, de esta ciencia que dilata el corazón.

Páginas