Attar Nishaburi

Sueño de un discípulo de Bayazid

Después que Bayazid hubo dejado el palacio del mundo uno de sus discípulos lo vio esa misma noche en sueños y le preguntó a este excelente pir cómo había podido escapar a Munkir y a Nakir. "Cuando estos dos ángeles me interrogaron, a mí, desgraciado, a propósito del Creador, yo les dije: `Esta pregunta no puede ser perfecta ni por vuestra parte ni por la mía, pues si yo digo: "Él es mi Dios y esto es todo", este discurso sólo expresará un deseo de mi parte. Pero no lo sería así, si quisierais volver cerca de Dios y preguntarle lo que piensa de mí. Si él me llama su servidor, ésta es mi cuestión: sabréis que en efecto lo soy. En el caso contrario, es evidente que Dios me abandona a las ataduras que me aprisionan. No es fácil obtener la unión con Dios. ¿De qué me serviría llamarle mi Señor? Si él no acepta mi servicio, ¿cómo tendría yo la pretensión de tenerlo por dueño? Es verdad que he inclinado mi cabeza ante su poder; pero es necesario aún que él me llame esclavo suyo'."...

La anciana que quiere comprar a Jose

Cuentan que, cuando vendieron a José, los egipcios manifestaron una ardiente simpatía hacia él. Como se presentaron muchos compradores, quisieron tener cinco o diez veces más que su peso en almizcle. Entre ellos se encontraba una anciana, con el corazón ensangrentado y que había hilado en esta ocasión algunas madejas de hilo. Toda emocionada llegó al centro de la reunión y dijo al corredor: "Véndeme a este cananeo; estoy loca por el deseo que experimento de poseer a este joven. He hilado diez madejas de hilo para pagar su precio; cógelas y véndeme a José, poniendo tu mano sobre la mía sin decir palabra".

El corredor se echó a reír y le dijo a la vieja: "Tu simplicidad te pierde; esta perla única no es para ti. En esta asamblea ofrecen cien tesoros para pagar su precio; ¿cómo, pues, querrías tú pagarlo con tus bolas de hilo? -"Yo sé bien -respondió la vieja-, que nadie me vendería a este joven por tan poco; pero me basta con que mis amigos y mis enemigos puedan decir:

`Esta anciana ha sido del número de los compradores de este joven',".

El teólogo en la agonía

Un sabio teólogo estaba agonizando y dijo: " ¡Ah! si yo hubiera sabido antes cómo -es más alto grado de honor el escuchar que el hablar, ¿habría perdido mi vida discurriendo? Aunque un discurso fuera tan excelente como el oro, más vale no decirlo". La acción es lo propio de los hombres dignos de su misión. ¿No vale más entregarse al amor divino en lugar de hablar? Si tuvieras, como los hombres espirituales, un tierno amor por la religión, encontrarías cierto lo que digo. Puesto que tu corazón es extraño al amor, todo lo que digo te parece fabuloso. Adormécete con abandono como el hombre que rechaza las prácticas exteriores de la religión y te recitaré mis agradables relatos. Si Attar te los ha hecho que te hayan encantado, el sueño te vendrá agradablemente. Duerme, pues, cómodamente: he derramado bastante aceite sobre la arena; he atado bastantes perlas al cuello de los cerdos. Bastante a menudo he preparado esta mesa y sin embargo me he levantado hambriento de ella. Bastante a menudo he amonestado a mi alma y no me ha obedecido; le he dado medicamentos y no le han hecho efecto.

Reunión de los pájaros

  Sé bienvenida, ¡oh abubilla! tú que has servido de guía al rey Salomón, tú que fuiste realmente la mensajera de todo valle; oh tú que has llegado felizmente a las fronteras del reino de Saba. Tú cuyo coloquio gorjeante con Salomón fue excelente, tú fuiste la confidente de los secretos de Salomón y obtuviste así una corona de gloria. Para ser la digna confidente de los secretos de Salomón, debes encerrar y mantener en los hierros al demonio "que quiere tentarte". Cuando hayas actuado así, entrarás detrás de la cortina del palacio de Salomón.

   Oh aguzanieve, que te pareces a Moisés, levántate y haz resonar tu canuto para celebrar el verdadero conocimiento de Dios. Como Moisés, has visto el fuego de lejos; eres realmente un pequeño Moisés en el monte Sinaí. Aléjate del brutal Faraón; llega en el tiempo propicio y sé el pájaro del monte Sinaí. Mi discurso es sin palabras, sin lengua y sin ruido; compréndelo sin inteligencia y óyelo sin oído. 

Anécdota sobre Nizam Ul Mulk

Cuando Nizam ul-Mulk estaba en la agonía, dijo: " ¡Oh Dios mío! me voy entre las manos del viento".

     ¡Oh creador y Señor mío! te ruego por los méritos de aquel que yo sé, haber dicho tus palabras, de aquel cuya ley he

aceptado, que he mantenido y amado. Me he dedicado a comprar tu favor y nunca te he vendido por nadie; he buscado con

diligencia

El Sultán Mahmud y el ídolo de somnat

El ejército de Mahmud encontró en Somnat el ídolo llamado "Lat". Los hindúes se apresuraron a ofrecerle, para salvarlo, diez veces su peso en oro; pero Mahmud rechazó firme mente el venderlo e hizo encender un gran fuego para quemarlo. Uno de sus oficiales se permitió decirle: "No conviene destruir este ídolo, más vale aceptar lo que proponen y coger el oro que ofrecen". -"Yo temo -respondió Mahmud-, que el día de las cuentas supremas el Creador diga, ante el universo reunido: Escuchad lo que han hecho Azar y Mahmud: el primero ha esculpido ídolos y el segundo los ha vendido'."

Cuentan que cuando Mahmud hizo prender fuego al ídolo de los adoradores de fuego, salieron del interior de la estatua cien manns de piedras preciosas y Mahmud obtuvo así gratuitamente lo que era deseado. Mahmud dijo entonces: "Lat merecía este trato y Dios me ha recompensado mi acción"...

El contemplativo en éxtasis

Un loco por Dios, cosa asombrosa, estaba en un lugar montañoso, viviendo día y noche en medio de las panteras. De vez en cuando caía en éxtasis y su estado extático se comunicaba incluso a las personas que iban al lugar donde él estaba. Durante veinte días permanecía en este estado anormal, durante veinte días saltaba y danzaba de la mañana a la noche y decía siempre: "Nosotros dos sólo hacemos uno; nosotros no  somos varios, sabe esto, ¡oh tú que eres todo alegría y no tristeza!"

¿Cómo podría morir aquel cuyo corazón está con Dios? Da tu corazón a Dios, pues él ama al amigo de corazón. Si tu corazón experimenta el alcance de su amor, ¿tendrá algún poder la muerte sobre ti?

La princesa enamorada de su esclavo

Un rey cuyo imperio se extendía por los horizontes tenía una hija hermosa como la luna, que vivía en su palacio. Por su belleza, avergonzaba a las mismas hadas. Su admirable barbilla era semejante al pozo de José; los bucles de sus cabellos herían cien corazones; cada uno de sus cabellos se apoderaba de una vena animada. La luna de su rostro era semejante al paraíso y sus cejas parecían dos arcos. Cuando lanzaba flechas de estos arcos, el intervalo de los dos arcos recitaba él mismo sus alabanzas. Sus ojos, lánguidos como narcisos, echaban las espinas de las pestañas en el camino de muchos sabios. El rostro de esta dama, parecido a Azra en la superficie del sol, desfloraba la luna del firmamento. El ángel Gabriel estaba en constante admiración de las perlas de sus dientes y de los rubíes de sus labios, que eran el alimento del alma. Cuando la sonrisa animaba sus labios, el agua de la vida perecía desecada, pues tanto se alteraba y pedía limosna a estos mismos labios.

Cualquiera que miraba su barbilla caía de cabeza al fondo del pozo que se encontraba allí y, siendo presa de su rostro semejante a la luna, pronto alcanzaba sin cuerda el fondo de este pozo...

Anécdota sobre José y sus hermanos

Los diez hermanos de José, para huir del hambre, vinieron desde muy lejos cerca de su hermano. Con desolación contaron su situación y pidieron algo oportuno para la dureza del año. El rostro de José estaba entonces cubierto por un velo y ante él había una copa. José golpeó visiblemente la copa con su mano y esta copa dejó oír una especie de gemido. Los diez hermanos, consternados, soltaron la lengua ante José y le dijeron todos: " ¡Oh Aziz! tú que conoces la verdad, ¿alguien sabe lo que significa el ruido que sale de esta copa? 

Pregunta de un rey a un derviche

Un hombre comprometido en la vía del espiritualismo y cubierto de harapos iba por su camino, cuando el rey lo vio y le dijo: "¡Oh tú que estás cubierto de harapos! ¿Soy yo quien vale más que tú o eres tú quien vale más que yo?" El espiritualista le dijo: " ¡Oh ignorante! golpéate el pecho y guarda silencio. Aunque no me corresponda hacer mi propio elogio, pues el que se alaba a sí mismo no sabe lo que dice, sin embargo, puesto que debo hacerlo, no es dudoso que un hombre como yo sea mil veces mejor que un hombre como tú. En efecto, tú no conoces el gusto de la religión y tu alma concupiscente te ha reducido al estado de asno. Esta alma concupiscente te domina, señor, y estás agobiado por un peso. Día y noche envuelves tu cabeza en un cabezal y sólo actúas por sus órdenes. Todo lo que ella te ordena, a ti que no eres propio para nada, acción o no acción, debes hacerlo sin réplica; pero yo, que he conocido el secreto del corazón, he hecho de esta perra alma mi asno. Cuando esta alma se ha convertido en mi asno, me he sentado encima. Tu perra alma te domina y yo, la domino a ella; pero cuando mi asno monta sobre ti, entonces tú eres como yo y cien mil veces mejor que tus semejantes".

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