Anónimo

Henry Corbin y su obra

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Henry Corbin nace en París el 14 de abril de 1903. Tras una infancia algo complicada por problemas de salud, cursa estudios de filosofía en la Universidad de París. Sus años universitarios y pos universitarios se nos presentan como una encrucijada de caminos que van a determinar su trayectoria vital: Gilson y el mundo medieval, Bréhier, con Plotino y las Upanishads, Massignon y el descubrimiento de Sohrawardí, Baruzi y la teología protestante, Cassirer y el pensamiento mítico, Heidegger y la fenomenología...

En 1925 sigue un curso de Gilson en la École Pratique des Hautes sobre el avicenismo latino en la Edad Media. De entonces data su primer contacto con la angelología por la que de inmediato muestra un interés que no le abandonará ya a lo largo de su vida. Había seguido igualmente un curso de Émile Bréhier sobre neoplatonismo y Vedanta, y su atención parece en principio escindirse entre la India y el Islam; de ahí que comience a estudiar simultáneamente árabe y sánscrito, aunque su  aventura India  se iba a desvanecer pronto. De esa Época data también el comienzo de su larga amistad con los hermanos Baruzi, Joseph, musicólogo, y Jean, que llegaría a ser autor de la conocida monografía sobre san Juan de la Cruz. En 1928 realiza el trabajo Estoicismo y agustinismo en el pensamiento de Luis de León que obtendr· un premio concedido por la Universidad de Salamanca.

Abu’l-Qāsem Ferdowsī, el gran poeta persa

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«Abu’l-Qāsem Ferdowsī» no es sino un conjunto de seudónimos que conforman en nombre de este famoso autor, de cuya identidad real poco se sabe. Abu’l-Qāsem es la forma árabe (kunyah) de nombrar a los padres, pero refiriéndose al mayor de sus hijos. Abu es «padre», y al-Qāsem/Qāsim el nombe de su primogénito. Según una leyenda recogida en la introducción del Šāh-nāmeh de Florencia, el más antiguo que se conserva, cuando el poeta acudió a la corte del sultán Maḥmūd para presentar su obra, este quedó tan complacido que lo nombró Ferdowsī, «paradisíaco», y de esta manera obtuvo su seudónimo. No obstante, Djalal Khaleghi-Motlagh insiste en el carácter de leyenda de este episodio, recordando que el motivo de la elección no está claro realmente.

Deseos

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Un emperador estaba saliendo de su palacio para dar un paseo matutino cuando se encontró con un mendigo.

Le preguntó:

-¿Qué quieres?

El mendigo se rió y dijo:

-¿Me preguntas como si pudieras satisfacer mi deseo?

El rey se rió y dijo:

-Por supuesto que puedo satisfacer tu deseo. ¿Qué es? Simplemente dímelo.

Y el mendigo dijo:

-Piénsalo dos veces antes de prometer...

La paloma colorada

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Dijo el Rey al Sabio;

- Ya oí, el ejemplo de los malos amigos y cómo repartió sus riquezas, el falso litigante. Ahora háblame de los verdaderos amigos y cómo comienza la verdadera amistad entre ellos y cómo se ayudan y aprovechan unos de otros.

Respondió el Sabio:

- El hombre comprensivo no guarda con el amigo ningún tesoro ni ganancia alguna, pues los amigos son solidarios a la hora que acontece al amigo algún mal. Y uno de los ejemplos que más semejan a ello, es el ejemplo de la Paloma Colorada, el ratón, el galápago (tortuga de mar) y el cuervo...

La historia de Zāl y Rudabeh (II)

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Zāl, aunque pletórico por haber conseguido su amor, es también consciente de la situación que los rodea a él y a Rudabeh, de manera que a la mañana siguiente convoca a sus sacerdotes y consejeros para contarles lo que ha pasado. En la versión de Dick Davis se incluye un precioso discurso del príncipe albino agradeciendo a Dios que crease a los seres humanos por parejas, porque el mayor gozo de un héroe son sin duda sus hijos y el honor de una abundante descendencia. Entonces les habla de cómo Rudabeh ha capturado su corazón, y les pide su consejo. Al principio nadie dice nada porque, como mencionamos en la primera parte, Rudabeh es la nieta del Rey Demonio Zahhak, y nadie querría relacionarse con alguien de esa familia. Zāl, no demasiado contento, prácticamente les obliga a hablar, aunque sabe lo que todos están pensando: ¿cómo es posible que una flor tan bella como Rudabeh esté impregnada de tan potente veneno? Finalmente, el círculo de sabios aconseja al príncipe que escriba una carta a Sām, su padre, explicándole la situación.

La historia de Zāl y Rudabeh (I)

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Aquí viene la escena más famosa de toda la historia de Zāl y Rudabeh: el encuentro. Zāl se cuela en el palacio ayudado por una de las criadas de la princesa, y ella se sube al tejado de una de las torres de su pabellón para verlo llegar. Después de un intercambio de palabras que son un derroche de amor, pasión y poesía, Zāl pregunta cómo va a subir hasta donde está Rudabeh. Y ella, como respuesta, se suelta el pelo para que su larguísima melena negra pueda ayudar al príncipe albino a trepar. Él, entre maravillado y sorprendido, acaricia el pelo de la princesa y le dice que no llegará nunca el día en que él le haga daño de ninguna manera. Si a Zāl le faltaba algo para morirse de amor por Rudabeh, el poema nos describe que es justamente el tacto de su pelo lo que hace que el príncipe termine de caer a los pies de la princesa. Tomando una cuerda, el joven albino sube hasta el tejado, donde por fin se reúne con su amada Rudabeh..

Simurgh en «Manṭiq-ut-Tayr», «La conferencia de los pájaros»

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Acercarse al sufismo merecería un artículo completo y mucho más conocimiento del que en este momento nosotros podemos aportar. Sin embargo, fruto de anteriores investigaciones, nos encontramos con que Simurgh tenía un lugar dentro de esta corriente filosófica como sinónimo del conocimiento absoluto y la sabiduría suprema. Se encuentra dentro de Manṭiq-uṭ-Ṭayr, «La conferencia de los pájaros», conocidísimo trabjo del místico persa ‘Aṭṭār Farīd-al-Dīn.

Aunque no vayamos a detenernos en el sufismo propiamente dicho, sí es necesaria una breve introducción al mismo para comprenderlo mejor. Según palabras de Abderramán M. Maanán, el sufismo es la expresión más intensa de la espiritualidad dentro del islam, esencialmente íntimo y personal, pero al mismo tiempo tremendamente influyente en su entorno. Se trata del camino verdadero hacia la sabiduría, la búsqueda del conocimiento absoluto. El nombre de esta corriente mística surge de un interesante juego léxico. La palabra en árabe taṣawwuf describe el acto de una persona que se pone una prenda de lana (ṣūf) como signo de humildad y austeridad. Por su proximidad al término ṣafā, que significa «pureza», «nitidez» o «traslucidez», Maanán explica que también se ha definido el sufismo como «purificación»...

Un león y dos chacales: un cuento medieval

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La figura del león muestra sus dos caras, como una moneda, a lo largo de toda la iconografía medieval. Bienhechor y poderoso al mismo tiempo que la viva imagen del Mal sobre la tierra, temible e implacable [1]. Antes de empezar con este magnífico animal y sus representaciones, se podría hacer un interesante guiño a la reflexión anterior sobre los ángeles: también ellos mostraban dos actitudes totalmente distintas en sus representaciones. Sería un bello apartado de reflexión cómo los seres humanos andamos siempre a la zaga de los contrarios, en la mayoría de nuestros planteamientos. Parece que de esta manera todo está equilibrado y nuestro mundo mental puede seguir funcionando correctamente...

Una historia de amistad y fidelidad: Rostam y Rakhsh

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Desde que el hombre aprendió a montar, las historias de jinetes y caballos unidos como una sola figura han llenado páginas y páginas de leyendas y cuentos. ¿Qué sería del héroe sin su fiel compañero, su amigo hasta el último momento, y en varias ocasiones su salvador indiscutible? La imagen del protagonista victorioso no se entiende sin su caballo, al menos en un alto porcentaje de los casos, cuando se trata de la Edad Media. El occidente cristiano va a crear a partir de toda una tradición bien asentada (podemos recordar a Bucéfalo, caballo de Alejandro Magno) la imagen del buen caballero, cuyo elemento fundamental, lógicamente, es un caballo...

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