Ensayos literarios

Simbología mística musulmana en San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús ( Segunda parte)

 

Aunque los sufíes no sean los primeros en utilizar el vino o la viña como arquetipo de sabiduría espiritual (ya en el Gilgameš y en la Mišna encontramos la asociación8), en la literatura mística musulmana, tras numerosos siglos de uso, se lexicaliza la equivalencia del vino entendido invariablemente como éxtasis místico. San Juan de la Cruz lo usa siempre en este mismo sentido; parecería conocer la "«clave exegética»" sufí al advertir en su "«adobado vino»" una "«merced muy mayor que Dios hace a las almas aprovechadas, que las embriaga del Espíritu Santo con un vino de amor suave... que es el que Dios da a los ya perfectos...»"9 En otros versos en los que el recuerdo del Cantar de los cantares se nos hace patente, "«En la interior bodega de mi Amado bebí»", estamos una vez más frente al éxtasis: "«... el alma se transforma en Dios...»" (VO, p. 700).

Simbología mística musulmana en San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús (tercera parte)

El símbolo de la noche oscura del alma, el más famoso y el más complejo de San Juan de la Cruz, dejó perplejo al insigne sanjuanista francés Jean Baruzi, que no dio con las posibles fuentes que lo hubiesen podido inspirar. Opta por afirmar la supuesta originalidad del santo: "«Aucun tradition n'avait beisoin d'être invoquée pour que nous puissons suivre le poete»" (Saint Jean de la Croix et le problème de l'expérience mystique, Paris, 1924, p. 147) y por explicar que la noche -una noche metafórica19- sería la manera en que se impondría a la intuición y al lenguaje de San Juan ese particular momento espiritual20 de su experiencia mística

Simbología mística musulmana en San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús ( Primera parte)

Después de la ingente obra del arabista Miguel Asín Palacios, a pocos sorprendería la asociación de la mística española del Siglo de Oro con la musulmana medieval. A nosotros también nos ha tocado corroborar en más de un estudio los estrechos paralelos existentes entre ambas escuelas. Pero el grado de islamización de esta literatura mística es mucho mayor de lo que hemos visto hasta la fecha1 y de lo que llegó a entrever el maestro Asín en sus ensayos comparatistas. Escritores como San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús -por mencionar sólo las figuras cimeras- nos deparan una sorpresa muy singular: comparten con sus correligionarios de Oriente muchos de sus símbolos y de su lenguaje técnico místico más importante. El hecho es muy significativo porque implica, desde el punto de vista literario, que hay que buscar numerosos referentes del vocabulario sanjuanístico y teresiano entre los sufíes. Estamos ante el fenómeno de una literatura europea con numerosas claves literarias árabes, incluso, persas2. Veamos más de cerca.

La influencia musulmana en la cultura hispano-cristiana medieval

La dilatada presencia musulmana en la Península Ibérica ejerció, sin duda,una fuerte influencia sobre los reinos cristianos fronterizos. Hay que tener encuenta que los musulmanes fueron portadores durante el Medievo de una cultura superior a la del Occidente cristiano, en general, y a la de los reinos hispánicos,en particular.Los musulmanes penetraron en España en el 711 y fundaron diversas entidades políticas hasta 1492, año en que los Reyes Católicos tomaban Granada,capital del último estado hispano-musulmán . Tras esta fecha el Cardenal Cisneros instó a la conversión de los mudéjares —los musulmanes que habían quedado bajo dominio cristiano- al cristianismo ya que, de lo contrario, serían expulsados. Muchos se convirtieron pasando a ser moriscos. Gran parte de éstos eran cristianos sólo aparentemente y fueron todos ellos expulsados de España en el reinado de Felipe III.

LA CULTURA ISLÁMICA A TRAVÉS DE LA LITERATURA

Existe  una  gran  diversidad  de  culturas  en  el  mundo, originadas  por  el  producto  de  las  relaciones  históricas  entre  diferentes grupos  humanos  y  su  medio ambiente. Los sucesos históricos y sus efectos marcan y otorgan la importancia particular a los procesos culturales de distintas naciones. 

En la sociedad occidental contemporánea  han  ocurrido  acontecimientos, como los ataques terroristas a los Estados Unidos, Inglaterra y España, por parte  de  grupos  extremistas  que  han  dejado  secuelas  con  respecto  a  la  forma  de apreciar  u  observar  el  mundo  musulmán.  Sin embargo, el Islam es  una  de  las religiones  monoteístas  en  proceso  de  expansión  que está  captando  cada  día más adeptos en el mundo occidental.

En su obra “El libro negro del Islam”, Hassin afirma que al igual que el Cristianismo, el Islam tiene la misma  raíz,  el  Judaísmo,  los  mismos  profetas  y  una historia  cuyos  orígenes  provienen  del  Antiguo  Testamento.  Además, estas tres religiones monoteístas coinciden en un mismo lugar geográfico, Jerusalén (Hassin (2002

Carta didáctica sobre interpretación poética. (Ensayo epistolar literario)

El modernismo buscaba nuevas formas poéticas más claras y menos complicadas que los sonetos se escribían en español  y fue una respuesta contra la corriente literaria clasicista. Por esta razón sus versos son  muy claros conservando una rima y  pero con un trasfondo espiritual. Ellos bebieron mucho de la tradición oriental, tanto en la poesía como en la narración oral y escrita. Martí y Darío eran grandes admiradores de la poesía persa, ellos leyeron en su momento a Saadi, Hafez, Ferdusi y Rumi. En el verso tan célebre que llaman popularmente ¨La princesa está triste¨ de Darío hay ecos de marcada  influencia en la tradición poética oriental. Los dos amaban la mística y las sutilezas de Irán, China y Japón, al igual que tiempo después lo hiciera el poeta iraní  S. Sehperi. 

Elementos iraníes en el Calila e Dimna Castellano

La literatura de ficción surgirá en castellano a mediados del siglo XIII con unas obras cuyos modelos remontan a la literatura oriental. Dos son las colecciones que llegan a la Península a través del mundo árabe, aunque sus orígenes sean mucho más lejanos: el Calila e Dínina y el Sendebar. A partir de fuentes latinas, se traducirá en fechas todavía sin precisar otro libro de procedencia hindú, el Barlaam e Josafat, que guarda, pese a su barniz cristiano, claras conexiones con los dos anteriores. Esto permite inicialmente afirmar que España es el país occidental en el que primero se conocen estas colecciones de cuentos orientales, de tan amplia repercusión posterior. Ello es posible gracias a las peculiares circunstancias históricas de la Península, al contacto entre musulmanes, cristianos y judíos, que confluyen en un gran movimiento traductor, que se inicia en el siglo XII y, alcanza su máxima expanción .

La amada nocturna de San Juan de la Cruz se pudo haber llamado Laylà (primera parte )

Sigamos sus huellas por los desiertos ardientes de la Arabia del siglo VII. La antigua historia beduina describe cómo Laylà y Qays, los «Romeo y Julieta» de la literatura islámica, se aman desde su tierna infancia. Una versión de la leyenda dice que los padres de la niña impiden los amores porque Qays celebraba a su enamorada en indiscretos versos febriles.

El tema de trasfondo islámico en el Quijote: cautivo cristiano y exiliado morisco (II)

Cervantes no disimulará demasiado que su historia de cautiverio parte de leyendas argelinas, conocidas por él y que al mismo tiempo se desarrollaba en la Península a través de leyendas medievales francesas e italianas (carolingias y de Cruzadas, Leandra, Hª del Emperador Carlo Magno, Los doze pares de Francia, etc), adaptadas éstas a su vez de antiguos cuentos arábigos, estudiadas todas ellas en la insuperable y prestigiosa obra de Francisco Márquez Villanueva.

La Alhambra en Haikus

Místicas, ambas, dialógicas, de unión con Dios; que participan del encuentro y la comunión de la criatura con la realidad divina, y en las que nunca se esfuman o disuelven las categorías personales (esposo-esposa; amado-amada, amigo-hermano, padre-hijo) en la inmensidad de un Todo o de un Absoluto Impersonal o Transpersonal. Y en contraste con esas dos tradiciones místicas, tan similares, tan cercanas y entreveradas en nuestra tradición religiosa y literaria (como lo atestiguan los estudios e investigaciones de Asín Palacios, Massignon, Ritter, Luce López-Baralt o Henri Corbin) [2], la presencia -incoada no ya en el entorno referido, sino en el espíritu de la forma poética empleada- de la Mística budista-zen, una mística monista, impersonal -en la que la relación Yo-Tú es inexistente-. Una mística, pues, no del encuentro amoroso, como la cristiana-islámica, sino de la disolución del yo o del ego, y del vacío transpersonal. Una mística, en fin, anonadante y de la cesación de todo, característica del Oriente.

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