El dulce aroma del Profeta
A un lejano pueblo llegó una caravana de camellos. Una de las casas tenía la puerta a medio abrir. Un viajero dijo:
“Bajemos nuestras cosas y protejámonos del duro frío.”
De momento se oyó una voz desde el interior de la casa:
“¡Antes de penetrar dejen sus pertenencia afuera!”
No lleves contigo lo que debe quedar afuera pues te espera un encuentro importante.
El que habló de esta forma era un esclavo mozo de caballos .Poseía nombre de siervo pero en realidad era un sultán. Su dueño, no estaba consciente de lo que tenía cerca y lo miraba como miraba Iblis a Adán. Una vez, este esclavo enfermó y su malestar fue informado al Profeta. Pero su amo no sabía de su estado. Por nueve días este esclavo, nombrado Hilal, estuvo al borde de la muerte sin que nadie lo supiera...