Poesía

Canto de Omar Khayyam ( 3 )

Autor: 

Aspirar a la paz aquí abajo: locura; creer en el eterno reposo: locura. Después de la muerte, tu sueño será breve, y habrás de renacer en un puñado de hierba pisoteada por el viandante o en una flor que el sol marchitará.

No busques la felicidad: la vida es breve como un suspiro. Convertidos en polvo, flotan, en el molino que contemplas, Jamshyd y Kaikobad. El universo es un espejismo; la vida, un sueño.

La vida es un juego monótono en el que sólo puedes ganar dos con el dolor y la muerte. ¡Dichoso aquél que expiró el mismo día de nacimiento! ¡Y más dichoso aún el que no ha nacido!

Sobre la conducta en sociedad (frases de Saadí) - 2

4.La ciencia es para cuidar la religión, no para codiciar lo mundanal.

El que ascetismo, ciencia y piedad vendió,

llenó un granero y luego lo quemó.

Un sabio impío es como un ciego con una antorcha, guía a los demás pero no se guía a 

mismo.

Pasa en vano aquel que en su vida,

sin comprar nada su oro dilapida...

Sobre la conducta en sociedad (Frases de Saadí) - 1

1. El patrimonio sirve para vivir tranquilo, pero no se vive para acumular patrimonio. Le

preguntaron a un sabio: «¿Quién es afortunado y quién desgraciado?». Respondió:

«Afortunado es el que sembró y comió, y desgraciado el que murió y dejó».

Por quien no ha hecho nada no hagas oración,

que sólo vivió para amasar y no comió.

 

2. Moisés, sobre él sea la paz, aconsejó a Coré diciéndole: «Haz el bien de la misma manera

que Dios te hace el bien a ti». Él no escuchó y ya conoces su final.

Quien por dinero buenas obras no ha hecho,

por dinero hallará también la perdición.

Si quieres de las riquezas mundanas sacar provecho,

haz el bien a la gente como te lo hace Dios...

El anillo de Salomon

Ninguna piedra tuvo jamás la eminente prerrogativa del engaste del anillo de Salomón. La fama y la reputación de este anillo eran extremas y, sin embargo, el engaste era simplemente una piedra del peso de medio dang. Cuando Salomón cogió esta piedra para engaste de su sortija, toda la superficie de la Tierra estuvo bajo su poder. Salomón vio así su reino establecido; vio el horizonte bajo su ley. La superficie de su reino era, pues, inmensa; el viento lo llevaba por todos sitios a su antojo y, en realidad, sólo poseía su piedra de medio dang. Y dijo: "Como mi reino y mi gobierno sólo son estables por esta piedra, no quiero que en el mundo espiritual o temporal pueda nadie poseer desde ahora tal potencia".

La perdiz

Se acercó después la perdiz, contenta y andando con gracia; salió de su agujero tímidamente y como en estado de embriaguez. Su pico es rojo, su plumaje de color oro, la sangre hierve en sus ojos. Tanto vuela con cinto y espada, tanto desvía la cabeza ante la espada. "He permanecido constantemente en las ruinas -dice-, porque me gustan mucho las pedrerías.

El amor a las joyas ha encendido un fuego en mi corazón y es suficiente para mi felicidad. Cuando se manifiesta el calor de este fuego, la grava que me he tragado enrojece como si estuviera ensangrentada; y puedes ver que cuando el fuego produce su efecto da enseguida a la piedra el color de la sangre. He permanecido entre la piedra y el fuego en la inacción y la perplejidad. Ardiente y apasionada, como grava y, con el corazón inflamado, duermo sobre piedra...

Historia del schaikh San’an (primera parte)

El schaikh San'an era un santo personaje de su tiempo, más perfecto que todo lo que se pueda decir. Este schaikh permaneció retirado durante cincuenta años con cuatrocientos discípulos perfectos. Cada uno de estos discípulos, ¡cosa admirable!, no dejaba de hacer penitencia día y noche. Tenía como herencia las obras y la ciencia y también tenía amigos; tenía las ventajas exteriores y también tenía la revelación interior, así como la inteligencia de los misterios. Había realizado cuatro o cinco veces el peregrinaje a la Meca; había dedicado a este ejercicio un tiempo considerable. Hacía oraciones y ayunos sin número; no omitía ninguna práctica de la sunna. Sus mayores estaban fuera de sí con respecto a él, viéndose así sobrepasados.

Canto de Omar Khayyam (1)

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¡Qué mezquino el corazón que no sabe amar! Si no estás enamorado, ¿cómo puedes gozar con la deslumbrante luz del sol o la suave claridad de la luna?

¡Oh, tú, cuyo rostro de estatuilla china causa envidia a las rosas silvestres! ¿Sabes que tus ojos aterciopelados han vuelto al rey de Babilonia semejante a un alfil que retrocede ante la reina?

No ves sino las apariencias de las cosas; te das cuenta de tu ignorancia y, sin embargo, no renuncias a amar. Deberías saber que Alá nos ha dado el amor como nos dio ciertas plantas venenosas.

Olvida que deberías haber sido recompensado ayer y no lo fuiste ¡Qué importa, sé feliz! No eches de menos ninguna cosa ni espere nada tampoco. Lo que ha de suceder, escrito está en el libro que hojea, al azar, el viento de la eternidad.

Tú hueles a trigo, a la lluvia

Autor: 

Tú hueles a trigo, a la lluvia

tú hueles al aroma fresca del pan

tú hueles a mar, á la costa, a la ola

tú hueles a la nube y al viento y a la tempestad

tú hueles a la campana de la caravana

tú hueles al fuego en el invierno

olor de los jardines plegados de frambuesas

tú hueles a la siembra delas primaveras tempranas

olor del rocío sobre las hojas de la menta, tú hueles al jardín

verde de la albahaca

tu hueles a las colmenas dulces de la miel, al aroma de las flores

silvestres del desierto.

tú hueles al ardor del amor, al aroma del alma en llamas...

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