Nocturno
La noche se desliza por las estepas,
Las manos de las nubes pasan por el horizonte
Y las tinieblas duermen,
En impresionante calma,
Bajo las alas del silencio.
La noche se desliza por las estepas,
Las manos de las nubes pasan por el horizonte
Y las tinieblas duermen,
En impresionante calma,
Bajo las alas del silencio.
Debajo de las murallas hay otras murallas
que ocultan otras murallas:
Ur y Jericó, Nínive y Nimrud.
Y sobre las ruinas,
donde se han desvanecido los suspiros de los enamorados
y el crujir de dientes de los desnudos esclavos,
hay unas colinas, habitadas por hormigas y por grillos,
que reverdecen por primavera.
Un árabe fue a Persia y se admiró de las costumbres que encontró allí. Este ignorante, cuando visitaba el país, pasó por azar delante de una casa de caridad. Había allí un puñado de gentes desordenadas que se habían jugado los dos mundos y que no decían palabra. Todos sin mujer, sin óbolo, pero con el corazón puro; todos exentos de mancha, a cual más. Cada uno de ellos tenía en la mano una botella de vino turbio que había tenido el cuidado de llenar antes de sentarse. En cuanto el árabe vio a estas gentes, sintió inclinación hacia ellos y su espíritu y su corazón cayeron en el gran camino de su carrera. Cuando los pensionistas lo vieron así perdido de honor, de razón y de espíritu, le dijeron todos: " ¡Entra, oh hombre de nada!" Entró pues de grado o de fuerza. Esto fue así y esto es todo. Se volvió libertino como ellos. Habiéndose embriagado por el efecto de una sola copa de vino, se quedó como borracho y su masculino vigor se vio aniquilado. Tenía muchos objetos de valor, mucho oro y plata que uno de estos pensionistas le cogió al instante. ...
Yo tenía un palacio
que albergaba a las mujeres más bellas del mundo:
árabes, bizantinas, turcas y kurdas.
En mi palacio había juguetes fabricados en París
y un ejército de gatos de Damasco.
Era el único hombre de la historia
sin hijos, criados ni descendientes.
Decirte cómo está el corazón es mi deseo.
Recibir noticias del corazón es mi deseo.
Mira mi desmedida ambición: descubierta la historia,
ocultarla a mis rivales es mi deseo.
En la noche de Gadr, tan noble y tan amada,
dormir contigo hasta el alba es mi deseo...
¡Oh, tú, piedra fría dura
Perplejo en el polvo!
¿Hasta cuándo los niños del callejón montan en tu espalda?
Por una vez pega un grito,
-¡Ruge!
Desde que te he visto
estás tan silencioso,
olvidado por tus propios semejantes.
Florece la rosa, y el ruiseñor se embriaga.
Acudid, sufíes que adoráis el vino.
La base del arrepentimiento como piedra es firme.
Asombraos: la copa de cristal la ha destruido.
En la corte de la opulencia, lo mismo sea el rey,
que el alguacil, que el ebrio... ¡Trae vino!
De este caravasar con dos puertas hay que partir:
techo y tejado de la vida, alto o bajo es lo mismo.
Morada y rapto de gozo sin sufrir no se alcanzan,
si el primer día el sufriente estrecha vínculos. ...
"¿A dónde vas tan precipitado?"
preguntó el espino a la brisa.
" yo me siento tan triste aquí,
¿no deseas viajar lejos del polvo de este desierto?"
"Me entusiasma, pero
¿Cómo hacerlo?, mis pies están atados"...
"A dónde vas tan apresurado?"
"A dondequiera que se encuentre mi casa salvo ésta."
¿Todo se acabó de verdad?
Dejaron las copas y las sillas
Y yo me quedo aquí, solo
Para apagar la luz y dormir.
¿Y si están escondidos detrás de las puertas
O detrás de las paredes
esperando?
¿Y si después que yo cierre los ojos
La noche empieza en mi ausencia?
Salomón, a pesar de su perfecta sabiduría, hizo humildemente un día esta pregunta a una hormiga coja: "Habla -le dijo—, tú que estás más impregnada que yo de las doctrinas espirituales; ¿cuál es la arcilla que se mezcla mejor al pesar?" La hormiga coja le dio enseguida esta respuesta: "Es -le dijo-, el último ladrillo de la estrecha tumba; pues, en efecto, el último ladrillo que colocarán en tierra pondrá fin a todas las esperanzas, incluso a las más inocentes".