Entelequia
Los grillos me susurran
Que debo acostarme ya,
Es hora de que vos también te vayás ,
Ahora te soñaré otra vez
Y me fascinará la verdad de tu beldad
Los grillos me susurran
Que debo acostarme ya,
Es hora de que vos también te vayás ,
Ahora te soñaré otra vez
Y me fascinará la verdad de tu beldad
Atmósfera de extasiadas mezquitas,
las hondas y recónditas voces
de sus embelesados alminares
se hacen trenzas
suaves y apacibles
que se escuchan
en la tierra,
en el éter,
y la mar...
Galopa un facineroso,un trovador de porfía
tiene el alma de un raposo y ha dejado su mundillo
para surcar los desiertos pues tiene la manía
de ser el ladrón número 41.
Un vendedor de patria quiere comprar,
un comprador de idolatría quiere vender...
Habrá un plenilunio de sol,
un eclipse de mar
y un arco iris de doce colores
en una noche de amores:
tenebrosidad normal.
Los adolescentes cometas
parecerán
aliento de dragón
y se podrán divisar
desde los jubilosos domos
de esta ciudad.
La gárrula ópera
de las motocicletas
tenores y sopranos
de las aceras
serán por vez primera
presas de la calma
en un desierto en flor:
Un teatro en primavera...
Ahí va
en su palafrén blanco
las preces con tono franco
se hacen miel
y endulzan la inmensidad.
El Corán
lo traduce en romance
y un te frena el avance
mas las glosas vienen
en tempestad.
Ahí va
en su palafrén blanco
yo siempre soñaba
en ser su discípulo:
sólo quería saber...
No se debe andar
el camino sin brújula en la noche,
pero lo ando,
voy para mi aldea.
Ando,
vengo de Beirut.
Ando,
voy c
a
y
e
n
d
o
No sé si viviré...
Las convergentes sendas
que ligaban nuestras vidas
colapsaron por un acaso
en la quietud impávida
de un ocaso en aquella avenida.
Los ortodoxos incendios
de pasión café con leche
se volvieron tristes y magros
fuegos mestizos
disimulados
con la sábana de la guerrilla.
Y cabalgando el indiferente
y bizco jamelgo
de patas recauchutadas
Amina desertó de mí...
Minaretes otoñales
suenan en invierno
en un invierno estival
de primavera sobre piedra.
Las montañas
son edificios
sin verbo,
las calles
abismos de fuego.
La risa
del hambre
es gemido,
la del hombre
bala:
El hambre
se burla.
El hombre
odia...
Aquel bélico día
en que teníamos cinco años
nos divertíamos con el mundo
y sus montañas de turquesa
repletas de potros salvajes importados.
Nosotros al pie de esas montañas
jugábamos a las batallas
mientras las dinastías
construían castillos de barbarie.
Y vimos nubes de pólvora
embajadoras
de los cara de malos;
sus incoloros caballos
persiguieron a los nuestros
(potros salvajes importados)
y los ojos
se nos llenaron de escarcha:
perdieron el equilibrio...
Cuando callo
y escucho a los grillos cantar,
recuerdo que un día
también
la Muerte me cantará.
Cuando oigo
el terso choque
del brillo de la luna
con el cristal de la ventana:
me doy cuenta
de que no te olvidaré...