Poema del Andaluz
¿Acaso, cuando sabes la parte de mi amor que tomas
y no ignoras el lugar que en mi corazón ocupas,
y cómo el amor me guía y me dejo llevar con obediencia.
¿Acaso, cuando sabes la parte de mi amor que tomas
y no ignoras el lugar que en mi corazón ocupas,
y cómo el amor me guía y me dejo llevar con obediencia.
Sin pompa falsa ¡oh árabe ¡saludo
Tu libertad, tu tienda y tu caballo
Como se ven desde la mar las cumbres
De la tierra, tal miro en mi memoria
Esta es una ciudad de ensueño
realmente aquí todo es de ensoñación
hay mezquitas por doquier
-eso es algo emocionante-
y un hermoso Santuario
-que te apasiona-
de una dama valiente y pura
a la que llamo y me responde,
es la más fiel hermana,
la veré mañana
o mejor hoy
pues no quiero estar lejos
de Fátima Masuma...
Por la eterna gloria
del esplendoroso Islam
hasta en los andurriales
elevo su voz,
los musulmanes y el Imam
con el Corán
Vos que andás
enmarañada entre genios y noticias,
investigando las nubes sin prisa,
los nudos del tiempo,
las difusas dicciones
de nuestras lánguidas naciones:
Muchas veces he dicho y de nuevo digo que yo,
de amor vencido, en esta senda no avanzo por mí mismo.
Tras el espejo, me han retenido en calidad de loro.
Lo que ha dicho que diga el primer maestro digo.
Sea yo flor o bien sea una espina, hay un experto en verdor,
y broto por la mano que me cultiva...
Un ladrón le dijo al guardián del sultán,
Todo lo que realizo ha sido querido por el Altísimo
El guardia dijo entonces,
Lo mismo me ha pasado a mí
Todo lo que he realizado ha tenido la venia de Dios
Si roba alguien un par de rábanos en un bazar
Y se disculpa que ha sido la voluntad del Grandísimo,
Golpeo su testa y lo hago devolver lo hurtado
Pues esto también es el deseo de Dios.
¡Oh, tonto! Sabes que nadie aprueba ese pretexto
Cómo puedes escudarte en él
Los grillos me susurran
Que debo acostarme ya,
Es hora de que vos también te vayás ,
Ahora te soñaré otra vez
Y me fascinará la verdad de tu beldad
El narrador explicó así la historia;
y en aquel momento en que empezó su relato
era su hablar como el de un artesano que trabaja con la perla:
En las tierras árabes había un hombre noble,
el mejor de toda la zona, el primero entre todos.
El perfume de la brisa que acompañaba su nombre en el desierto
hacía las arenas árabes mejores que el vino en la mejor copa.
En las artes no tenía igual...
Oí que un rey ordenó ajusticiar a un prisionero. El desamparado, viéndose en ese estado
de desesperación, se puso a descargar injurias e improperios contra el rey, pues se ha
dicho: «Todo aquel que su vida ve perdida, que todo lo que tenga en su corazón, lo diga».
En una situación sin salida y desesperada se blande por la hoja una espada afilada.
Cuando el hombre desespera su lengua se desata
como gato acorralado que al perro ataca...