Poesía

La araña

¿No has visto a la impaciente araña que pasa caprichosamente su tiempo? Teje con avidez una red maravillosa, con la esperanza de que caiga en ella una mosca. Precavidamente construye una casa que abastece con provisiones para su uso. Cuando la mosca se precipita con la cabeza para abajo en su tela, la araña chupa la sangre de la carne del pobre bichito. Después deja secarse el cadáver en el mismo lugar y continúa tomándolo como su alimentación durante un cierto tiempo. Pero de pronto el dueño de la casa se levanta, con la escoba en la mano. Ahora bien, el nido de la araña representa el mundo y la mosca, la subsistencia que Dios ha colocado en él para el hombre.

Aunque el mundo entero te estuviera destinado, lo perderías en un instante. Ya puedes glorificarte dé la realeza del mundo, que no eres más que un niño en la vía espiritual; pues tú te diviertes fuera del telón. No busques la realeza, si no has comido cerebro de asno; y sabe ¡oh insensato! que el reino del mundo está entregado a los toros. Aquel cuyo tambor y cuya bandera señalan la alta dignidad no sabría ser derviche. En cuanto a ti, aléjate de esas cosas, pues no son más que ruido y viento. En efecto, es el viento el que infla la bandera y el ruido sale del tambor; estas dos cosas valen menos que la más pequeña moneda de vellón. No hagas caracolear tanto al corcel de tu necedad, no te deleites tanto en la ilusión de tu elevada posición. Se acaba por despellejar a la pantera y así pronto se te quitará la vida.

Puesto que es imposible ser distinguido individualmente, más vale perderse voluntariamente y entrar con la cabeza baja "en el todo". No te es posible ser orgulloso, humíllate pues; ¿hasta cuándo jugarás? O agacha la cabeza y no busques la dominación, o deja el juego y no te metas en tu cabeza. Tu palacio y tu jardín no son para ti más que una prisión. Tu alma es la desgracia de tu alma. Deja esta habitación terrestre llena de ilusiones. ¿Hasta cuándo la recorrerás? Abre el ojo de la verdadera ambición y ve la vía espiritual; pon el pie en esta vía y descubre la corte celestial. Si llegas al punto de hacer llegar tu alma a esta corte, no apreciarás más la gloria del mundo.

El schaikh de Basra y Rabiah

El schaikh de Basra fue un día adonde Rabiah y le dijo: “¡Oh, tú que conoces todo lo que concierne al amor divino! enséñame una sentencia que no tengas de nadie, que no hayas dicho a nadie y que no la hayas visto verificarse. Dime lo que has encontrado claro por sí mismo, pues lo deseo ardientemente". Rabiah le dijo: " ¡Oh schaikh del tiempo! yo había trenzado algunas piezas de cuerda; las llevé (al mercado), las he vendido y me quedé contenta con la venta, pues he ganado dos piezas de plata; pero no he colocado las dos piezas en una sola mano. He cogido una de ellas en una mano y la otra en la otra, porque si las dos piezas hubieran estado juntas, no habría podido dormir en toda la noche, por temor a los ladrones. El hombre del mundo coloca su espíritu y su corazón en la sangre; coloca miles de redes de diferentes clases hasta que esté justamente en posesión de un grano de oro; cuando lo ha obtenido, se muere y buenas noches. Este oro se vuelve legítimo para su heredero, mientras que, a causa de este oro, él está entre tormentos".

¡Oh, tú que vendes al Simorg por oro y que has encendido tu corazón como la vela por el amor de este metal! si no entras del todo en la vía que te indico, no podrás adquirir la menor parcela del tesoro que allí se encuentra, ni ver el rostro de su oro.

Si pones el pie en el camino como la hormiga, a la fuerza te cogerán por el talle, fino como un cabello; pero cuando no se siente el menor amor, no se osa abordar esta ruta.

Reproche de Dios a un sufí

Autor: 

Un santo personaje, que encontraba su felicidad en Dios, se había entregado durante cuarenta años a la adoración. Había huido del mundo y se había sustentado de los secretos de Dios detrás del telón. Dios estaba íntimamente unido a él y esto le bastaba; si hubiera dejado de existir, le habría sido indiferente, puesto que Dios no habría dejado de existir. El sufí poseía un recinto en medio del cual había un árbol. Ahora bien, un pájaro había hecho su nido en este árbol. El canto de este pájaro era dulce, sus acentos eran agradables; había cien secretos en cada una de sus notas. Este servidor de Dios encontró un encanto en el suave canto de este pájaro, así como en los alrededores. Pero Dios hizo una revelación sobre este tema al profeta de aquel tiempo, que era un hombre de acción, en estos términos: "Di a este sufí que es asombroso que después de haber hecho día y noche todas sus prácticas de piedad, que después de haber ardido tantos años de amor por mí, haya acabado por venderme por un pájaro. Es cierto que este pájaro es admirable de perfección; pero al fin es el canto de un pájaro el que te ha cogido en su red. Yo, por el contrario, te he comprado y te he enseñado y tú me has vendido indignamente. ¿Te he vendido, pues, la compra? ¿He aprendido de ti la fidelidad? No te vendas gratuitamente por tan poca cosa; yo soy tu amigo, no dejes de ser el mío".

Qom back!

Las convergentes sendas

que ligaban nuestras  vidas

colapsaron por un acaso

en la quietud impávida

de un ocaso en aquella avenida.

 

Los ortodoxos incendios

de pasión café con leche

se volvieron tristes y magros

fuegos mestizos

disimulados

con la sábana de la guerrilla.

 

Y cabalgando el indiferente

y bizco jamelgo

de patas recauchutadas

Amina desertó de mí...

El sonido del paso del agua

 "Rezo cuando el viento

llama a la oración desde el minarete de los cipreses",

y por el más próximo: el hombre y él mismo:

"La vida es multiplicar la tierra

por los latidos de nuestro corazón".

Hombre y mundo son uno y uno es su destino, un destino natural:

"Nuestra misión no es averiguar el secreto de la rosa.

es, tal vez,

 

"Rezo cuando el viento

llama a la oración desde el minarete de los cipreses",

y por el más próximo: el hombre y él mismo:

"La vida es multiplicar la tierra

por los latidos de nuestro corazón".

Hombre y mundo son uno y uno es su destino, un destino natural:

"Nuestra misión no es averiguar el secreto de la rosa.

es, tal vez,

nadar en el hechizo de la rosa.

Levantemos nuestro campamento detrás del saber"

A medianoche

 

Con los rizos al viento, perlado de sudor, riente y ebrio, camisa desgarrada, entonando una oda y la copa en la mano,  

los ojos pendencieros, la ironía en los labios, a media noche, junto a mi lecho se sentó.  

Acercó la cabeza a mi oído y en un tono triste dijo: mi inquieto enamorado, ¿tienes sueño?  

 

Abraham y el ángel de la muerte

Cuando el amigo de Dios estuvo en la agonía, no entró sin pena su alma a Azrail: "Retírate -le dijo-, y dile al Rey del universo que no exija el alma de su amigo". Pero Dios altísimo dijo: "Si eres mi amigo, debes desear venir a encontrarme. Habría que arrancar con la espada la vida del que sintiera darla por su amigo". Una persona que estaba presente dijo: "¡Oh Abraham, luz del mundo! ¿Por qué no quieres dar de buen grado tu vida por Azrail? ¿Cómo es posible que los amantes hayan jugado sus vidas en el camino del espiritualismo y que tú estés tan apegado a él?"

Anécdota sobre el Shaikh Bu Ali Tusi

Bu Alí Tusi, que era uno de los grandes pir de su siglo, marchaba por el valle de la diligencia y de la atención. No conozco a nadie que haya recibido nunca tantas gracias y que haya llegado a semejante grado de honor espiritual. Ahora bien, él decía:

"En el otro mundo, los desgraciados condenados distinguirán claramente a los habitantes del paraíso, que podrán decirles de forma positiva lo que realmente son las alegrías del paraíso y el gusto de la unificación. Entonces los bienaventurados confesarán esto: `Las alegrías vulgares no existen en el cielo, porque, en esta perfecta estancia, se nos ha aparecido el sol de la belleza divina. Cuando esta belleza se ha manifestado a nosotros, los ocho paraísos han estado por confusión, en las tinieblas.

Ante el resplandor de esta belleza que dilata el alma, no ha quedado ni nombre ni huella de la bienaventurada eternidad'.

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